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Han pasado 27 años, ocho meses y ocho días desde la última vez que Racing y Gimnástica se enfrentaron en partido oficial. Exactamente 10.115 días. El Racing era un club, no una sociedad anónima, y la Gimnástica jugaba en el mismo sitio, pero ... en otro estadio. Los dos lucían publicidad de Caja Cantabria, que ya no existe, y viajar en tren a Palencia ya era una aventura. Hoy, cuatro presidentes de Cantabria después, Racing y Gimnástica se ven las caras de nuevo. Cosas de la Segunda B que les toca transitar a unos y otros. En circunstancias muy diferentes. Pero en días como hoy todo se iguala; todo se empata. Quizá incluso, quién sabe, el marcador.
Santander amanece hoy de una forma un poco diferente. El vermú de Peña Herbosa tendrá otro sabor y otros colores, con tintes azules tiñendo el verde que sazona ligeramente las mañanas futboleras. También El Sardinero rezumará fútbol casi desde primera hora. Una fiesta, un cocido multitudinario; una invitación a las peñas rivales.
En Torrelavega tampoco es un día cualquiera. Más de mil cogerán el coche para marchar a la Pozona. Y también se podrá ver el partido por la tele. El ambiente será diferente. Expectante. Quizá hasta se vea el encuentro en algunos bares de la Plaza Roja, aunque lo que quiere la Gimnástica es estar arropada. Y sus fieles están a tiempo de hacerlo, porque todavía queda papel por despachar y las taquillas de los Campos de Sport abren hasta la hora del partido.
La tipología del futbolero cántabro, tanto el verdiblanco como el blanquiazul, desde El Haya a Unquera, se divide en dos categorías: los que reconocen que el derbi es un partido especial y los que no.
Las mejores previsiones apuntan a que entre 15.000 y 20.000 espectadores seguirán el partido en directo en los Campos de Sport. Los pinchazos del pago por visión también pueden superar el millar y habrá más de mil torrelaveguenses en las gradas de El Sardinero. Pocos menos de los que van a El Malecón en un partido normal. Porque lo de hoy no es en absoluto un partido normal.
Si no, que se lo pregunten a Cusidor. Cuando en el minuto 82 del partido de la semana pasada vio una tarjeta amarilla por reclamar un penalti frente al Izarra. Se le demudó el gesto. Sabía que era la quinta amonestación y que se perdía el derbi contra el Racing. Justo Cusidor, que lleva casi toda la vida en la Gimnástica. Justo contra el Racing, después de haberlo jugado todo. Maldita la gracia. El más enfadado era él mismo por un error de principiante a sus 35 años.
Ese gesto de desolación ilustra lo que significa el partido de esta tarde, que rezuma fútbol y tradición hasta por la hora y el día: domingo a las 17.00. El horario más clásico posible. Como un partido que sin ser el clásico es un clásico fugazmente recuperado.
La casualidad ha querido además que los dos equipos lleguen en muy buen momento y plenos de efectivos. O casi plenos, en el caso de la Gimnástica, que tendrá dos bajas sensiblesla del citado Cusi y la de Hugo Vitienes, que no se ha podido recupoerar a tiempo.
Desde que el 17 de marzo el Racing perdió en El Molinón y la Gimnástica dobló la rodilla en casa ante el Logroñés, ninguno de los dos ha vuelto a perder. En realidad, ni siquiera merecieron hacerlo entonces, con errores propios y arbitrales que penalizaron demasiado a los dos equipos cántabros.
Un mes después el Racing es líder abrumador. Tan líder que incluso en caso de derrota esta tarde seguirá al frente de la clasificación, independientemente de lo que hagan sus adversarios. La Gimnástica acumula, como los santanderinos, cuatro jornadas invicta e imbatida. Cuatro jornadas en las que ha sumado ocho puntos. En las nueve primeras sólo había conseguido cinco. Así que se encuentran dos rachas paralelas que se pueden romper... O no, porque ninguno de los dos adversarios llega tan apurado como para que no les sirva el empate.
Lo que pasa es que lo que se juega esta tarde en los Campos de Sport no son sólo tres puntos, sino el pique en la oficina, las bromas en clase, la burla del cuñado en la cena familiar. La honrilla, por usar un término amable. De ahí el esfuerzo de los dos clubes por no calentar demasiado el derbi en un curioso guiño en el que se ha tratado de promocionar un partido muy interesante para ambos equipos, y no sólo por lo económico, pero sin avivar cualquier tipo de enfrentamiento. Por eso la fiesta de hermandad entre aficiones, aunque algunas peñas de uno y otro lado hayan decidido desmarcarse prudentemente. Y las comparecencias conjuntas. Y el discurso amable de vecindad. Nada que pudiera recordar a las epatantes frases de Piterman.
Hasta los entrenadores son viejos amigos; antiguos compañeros de habitación en el filial del Oviedo que saben de sobra lo que es un derbi. Y nada menos que el asturiano. Ambos como aficionados, como sportinguista el gimnástico y como carbayón el raciguista. Ahora les toca ser protagonistas en el cántabro. Quizá con menos poso, pero igual de afectivo y a cambio más pacífico. De hecho, ni siquiera se ha declarado partido de alto riesgo. Y claro que lo hay en Segunda B. Si no, basta echar un vistazo al Elche-Castellón.
En lo deportivo, Iván Ania tiene a todos menos a Kitoko y Juanjo, mientras que Pablo Lago llega con dos bajas sensibles: Cusi y Vitienes. Y sobre todo para él, acostumbrado como está a tirar de los mismos catorce jugadores (para disgusto de otros que esperaban jugar muchísimo más) frente a su colega verdiblanco, que a principio de temporada tiraba de un once fijo y ahora, por obligación al principio y por convencimiento después, echa mano de las rotaciones hasta el extremo de que la semana pasada reservó a sus dos centrales titulares. Otra prueba de que no es un partido cualquiera. De hecho es, al margen de duelos por el ascenso o la permanencia, el partido más importante del año. El primer derbi del siglo.
Gornazo es como una frontera psicólogica. Con su maltrecha torre vigía, que se vislumbra erguida desde la A-67, vio pasar a las tropas gimnásticas en su camino hacia la costa. El derbi puso en relieve las diferencias entre santanderinos y torrelaveguenses. Pero, a la vez, mostró todas las similitudes de unos y otros: amar a su equipo y defenderlo hasta el final. Avariginos, concanos, blendios, coniscos, orgenomescos... Cántabros todos. Lo decía Iván Ania esta misma semana: «En un derbi se iguala todo». Esa y la alta tensión fueron las notas dominantes en el duelo entre Racing y Gimnástica, en el que los verdiblancos se limitaron a ser prácticos tras
El caso es que había que sacar pecho. Presumir de procedencia. «Esto es Santander», advirtieron desde la zona norte del estadio con un espectacular tifo. Un diablo se comió las plateas. «Torrelavega, Torrelavega», respondían enfrente los blanquiazules. El pasado ya no existe, aunque sí permanece. Está para aprender, para no cometer los errores de antaño, pero las consecuencias de lo vivido, de lo hecho y hasta de lo perpetrado tienen una duración inestimable. La Gimnástica ya expió sus culpas durante cinco años por la Tercera División y ahora trata de estabilizar el rumbo. El Racing ahí sigue, buscando la redención después de ser un club prostituido por sus gestores de la Era Okupa.
Sabedores de que el resultado aumenta de forma exponencial su importancia en un choque de estas características, los dos entrenadores apostaron por lo que, a tenor de sus costumbres, entienden como sus onces más fuertes con los hombres que tenían disponibles. Así, Ania, en el lado verdiblanco, recuperó a Jordi Figueras y Óscar Gil para devolver la zaga a su ser; volvió a contar con Enzo Lombardo en ataque y a Rafa de Vicente le colocó como compañero de batalla de Sergio Ruiz. Mientras tanto, por los blanquiazules –ayer de rosa, con su segunda equipación–, Pablo Lago se decantó por Luis Alberto para cubrir la baja del sancionado Cusi en el doble pivote y metió a Cagigas en la banda derecha, siempre sin trastocar el 5-4-1 que tan buen resultado le ha dado a los torrelaveguenses.
En un derbi todo cuenta.
Entre el casi absoluto control inicial del Racing, la Gimnástica se afanó en explotar su gran arma, la que más temía el entrenador local en la previa. Cada acercamiento de los de Mies de Vega tenía como premio un saque de esquina.
Por entonces, el centro del campo era del Racing sólo a veces, porque la Gimnástica, a medida que pasaban los minutos, se iba sintiendo más cómoda sobre el terreno. Los blanquiazules vieron el camino abierto y se atrevieron. El palo había evitado unos minutos antes que los de Ania se pusiesen por delante en el marcador. Una falta colgada al área por Enzo Lombardo no tuvo quien la rematase, pero la pelota botó en el césped y complicó la vida a Álex Ruiz, que tocó lo justo para enviarla a palpar metal.
Algo que caracteriza a los derbis es la alta temperatura y
La trifulca cortó el intenso ritmo del partido y el Racing sacó provecho de ello. Córner para los verdiblancos. Cejudo y Camus seguían discutiendo dentro del área mientras Enzo Lombardo colocaba la pelota en la esquina. El barullo en el área para alcanzar el centro del francés fue como una touche de rugby. Venció el que más se elevó en el salto. A primera vista, Óscar Gil peinó para mandar la pelota a cambiar de dígito del marcador. A la postre sería definitivo. Los gimnásticos pidieron mano. Básicamente porque
Racing
Iván Crespo, Buñuel, Julen Castañeda, Óscar Gil, Figueras, Sergio Ruiz, Nico Hidalgo (Cayarga, min. 70), Rafa de Vicente (Quique Rivero, min. 80), Dani Segovia (Jon Ander, min. 84), Cejudo y Lombardo.
1
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0
Gimnástica
Álex Ruiz, Fer, Bardanca, Camus, Cristian, Luis Alberto, Primo (Nacho Rodríguez, min. 65), Palazuelos, Cagigas (Barbero, min. 79), Víctor (Rozas, min. 60) y Fermín.
Gol: 1-0, min. 36: Óscar Gil.
Árbitro: Rezola Etxebarría (Comité Vasco). Amonestó a los locales Cejudo y Sergio Ruiz y a los visitantes Víctor, Camus, Luis Alberto y Cagigas.
Incidencias: Campos de Sport de El Sardinero. Tarde fresca pero apacible, con un césped en perfecto estado.
El detalle Los jugadores de ambos equipos saltaron al césped junto a las dos banderas oficiales de Cantabria: la rojiblanca y el lábaro.
EL PÚBLICO 15.813 espectadores en las gradas de los Campos de Sport según el recuento del club, aunque el aspecto era de incluso más público.Se vivió un gran ambiente futbolístico antes y durante el encuentro. Algo más de un millar de aficionados gimnásticos acompañaron a su equipo en un desplazamiento masivo.
Por si el partido había perdido en alto voltaje y explosividad, la segunda parte prácticamente se inicio entre los sones de 'TNT', de AC/DC. Con los bolos así pinados, a Pablo Lago y los suyos no les quedó más remedio que dar pasos hacia delante en busca del empate.
A los torrelaveguenses les faltaba algo de fuelle en ataque para poder hacer daño a un Racing conservador y sabedor de que su mayor talento individual podía sentenciar el choque de un momento a otro. En alguna jugada aislada. Así que Pablo Lago decidió mover su equipo. Retiró a Víctor y metió a Rozas en la banda izquierda. La entrada del extremo coincidió con sendos córners gimnásticos que metieron el tembleque en la parroquia local, aunque no tuvieron consecuencias. Y poco después fue Nacho Rodríguez quien sustituyó a Primo en la delantera visitante.
El Racing estaba siendo tan pragmático en la administración de su renta que algunos de sus futbolistas estaban pasando completamente desapercibidos.
El desgaste blanquiazul aumentó la comodidad verdiblanca sobre el terreno de juego. Pablo Lago gastó la última bala que le quedaba en la recámara. El técnico visitante puso sobre el terreno de juego a otro delantero –Barbero– con diez minutos más el añadido aún por jugar. La renta verdiblanca seguía siendo mínima y totalmente salvable a esas alturas. Y se mantuvo así porque el tiro raso y ajustado de Jon Ander lo repelió Álex Ruiz. Y otro lanzamiento de falta de Cayarga lo mandó el meta hispanofrancés a córner.
Fue lo último, porque la frustración había devorado las últimas fuerzas de la Gimnástica y al Racing le moló su papel especulador, con el que finalmente saldría victorioso de la contienda. Sólo podía ganar uno, pero hoy, tanto en Santander como en Torrelavega, con las diferencias que conviven entre unos y otros, todos tendrán algo en común:
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