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Aser Falagán
Santander
Lunes, 9 de julio 2018, 08:08
Jugar o no jugar en Galicia. Ese es el gran dilema de Racing y Gimnástica. Los dos aspiran a eludir esos largos viajes. Y los dos tienen aliados, pero también un duro obstáculo que superar: la propuesta gallega de recuperar el grupo cantábrico, que no ha caído nada mal en la Federación Española. Ambos equipos conocerán pasado mañana, miércoles, el grupo en el que competirán la próxima temporada en Segunda B. El ilusionante curso del regreso a la categoría de bronce para los del Besaya. Otra decepcionante campaña después de tres fiascos consecutivos y ante la incertidumbre que abre la nueva etapa para los de El Sardinero.
La novedad en lo que a Cantabria se refiere respecto al curso pasado es la presencia de dos equipos en lugar de uno -verdiblancos y blanquizales compartirán necesariamente grupo- y la autorización que ha dado la Federación Castellano Leonesa para que sus equipos puedan competir en dos grupos diferentes. Su objetivo es facilitar la máxima racionalización de la categoría y evitar largos desplazamientos a sus clubes, que de repartirse en bloque podrían verse perjudicados en lo que a kilómetros recorridos a lo largo de la temporada se refiere.
Y es que en ocasiones se ha tenido que incluir a equipos de autonomías lejanas en un grupo que teóricamente no les correspondería para cuadrar la ecuación. Toda una contradicción en una categoría articulada así teóricamente para paliar en lo posible el problema económico que suponen los desplazamientos largos para la economía de los equipos más modestos. Y es que no debe olvidarse que la Segunda División B es en teoría una competición no profesional. Una definición a la que no se acomoda en absoluto el Racing y en la que la Gimnástica sí podría encuadrarse, al menos cuando milita en Tercera División, pero con importantes matices en la categoría de bronce.
Cada territorial tiene derecho a presentar su propuesta, que posteriormente se votará este miércoles, y aunque existen muchas variantes, sí que se pueden trazar algunos elementos comunes, al menos en la mayor parte de ellas.
Uno de los grandes objetivos de los dos equipos cántabros es eludir el grupo gallego, que obliga a largos viajes por carretera, al no existir otro modo de desplazamiento. Además, en el caso gimnástico estas expediciones suponen un problema añadido ya que en muchas ocasiones es necesario concentrar al equipo, con el gasto extra que esto supone a un conjunto ilusionado por su regreso a Segunda B, pero que tendrá que buscar la permanencia en la categoría en medio de una economía de guerra.
Este es, precisamente, el gran caballo de batalla de Racing y Gimnástica, que cuenta con el apoyo no sólo de la Federación Cántabra, sino de otras territoriales -en realidad sus clubes- para que se apruebe un reparto similar al del curso ya finalizado.
El problema radica es que los intereses gallegos son justo los contrarios. Dada su situación, les interesa un grupo que reúna a los equipos del Cantábrico y eso es lo que propone su territorial, que cuenta también con el apoyo de la asturiana. Se han abierto así dos frentes: el asturgallego, que quiere a Racing y Gimnástica en su grupo, y la que defienden Cantabria, Navarra, País Vasco y La Rioja, que quieren competir juntos.
Y es que de no salir adelante esta propuesta navarros y riojanos se podrían ver obligados a viajar a Cataluña, Comunidad Valenciana y Baleares. De ahí que hayan hecho frente común con Santander. ¿Y por qué los gallegos no transigen con esa propuesta? Porque tampoco ellos saldrían bien parados. No sólo por los muchos y más caros (aunque también más cómodos) desplazamientos a Madrid, sino también por la mayor lejanía del resto de equipos -se quedarían incluso sin visitar a sus vecinos asturianos- y el largo viaje a Canarias, todo un lastre para economías modestas como la del Rápido de Bouzas. Y aquí es donde traslucen los problemas de una categoría que mezcla equipos absolutamente profesionales con otros aficionados y sin apenas recursos.
Durante los dos primeros años de este trienio verdiblanco en Segunda B el Racing se vio obligado a jugar en el grupo gallego, que para completarse exigía además incluir equipos extremeños con el largo desplazamiento y dificultades logísticas que supone para ambas partes. En este caso, la Gimnástica correría la misma suerte.
En cuanto al potencial deportivo de uno y otro grupo no existe consenso. En uno se enfrentaría a la Cultural Leonesa, a las mejores formaciones gallegas, con filiales como el Celta que ya pusieron en apuros al Racing y, de nuevo, al del Sporting y -este año- al del Oviedo. La otra alternativa es la de medirse a modestos equipos riojanos y navarros, pero de nuevo a correosas formaciones vascas, los filiales de Athletic y Real Sociedad y un Mirandés que volverá a tener el ascenso como objetivo.
La propuesta cántabra incluye en el Grupo 2 a los equipos asturianos, cántabros, vascos, navarros, riojanos y un castellano: el Mirandés, el más próximo geográficamente. Un grupo, en definitiva, prácticamente idéntico al de la temporada pasada, con el matiz de ascensos y descensos, pero que libraría a los verdiblancos de un difícil adversario: la Cultural Leonesa, que recién descendida fue precisamente el equipo que dejó a los santanderinos sin liderato y les complicó enormemente un ascenso que finalmente no se produjo por el fiasco frente al Barcelona B.
También los clubes navarros y su territorial defienden esta postura, como ya han hecho público tanto Izarra como Tudelano, y con pequeños matices han recabado ya el apoyo vasco y riojano. El Mirandés ya estuvo inscrito en el Grupo 2 la temporada recién finalizada, en la que se emparejó con el Racing, con lo que no debería ser un problema que se repitiera este reparto. Al menos en lo que a los burgaleses, fronterizos con Álava y La Rioja, se refiere.
El que parece tener más clara su composición es el Grupo 4, que según la corriente mayoritaria compondrán Andalucía, Murcia, Extremadura y Melilla. La única dificultad es cuadrar los equipos manchegos (Talavera y Conquense) , pero este problema surge también con la propuesta cántabra, de modo que tampoco supondrá una dificultad. Bastante claro parece también, de nuevo con pequeños matices, un Grupo 3 de clubes catalanes, valencianos y aragoneses, además del Atlético Baleares.
Dieciocho personas y ochenta votos. Así se articula la reunión que se celebrará pasado mañana en la Federación Española y en la que se decidirá la definitiva composición de la Segunda DivisiónB 2018-2019.
Cada territorial envía un representante que a su vez tiene tantos votos como equipos en la categoría.Así, el representante cántabro tendrá dos votos, el vasco diez y el melillense uno, por citar tres ejemplos. En el caso cántabro, el representante será el Racing, que ejercerá también el voto gimnástico en una estrategia común entre los dos clubes, que tienen intereses coincidentes.
Así, y aunque estrictamente son los clubes los que deciden, deben hacerlo de modo mancomunado.Por ejemplo: Racing yGimnástica deben votar lo mismo y su voto, el voto cántabro, valdrá por dos. Como el de los clubes vascos, que también deben ponerse de acuerdo –y lo han hecho– vale diez. Además de las 17 territoriales autonómicas la presencia de Melilla en la categoría de bronce para el próximo curso dará un voto a la FederaciónMelillense.
Este juego de apoyos será finalmente el que decida cómo se establecen los grupos, con el 1 y el 2 como principal (y casi única) fuente de discordia. Cantabria tendrá así un poderoso aliado en el País Vasco, junto a Andalucía la territorial con más peso específico: nada menos que diez votos que suponen el 12% del total.Un apoyo que necesita atraerse.
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