La cantera no se hace esperar

Lo de la cantera este año va en serio. En el último partido -ante el Alavés B- el Racing terminó con cuatro futbolistas de la casa en el campo. Coincidieron Diego Ceballos, Íñigo Sainz-Maza, Marco Camus y Pablo Torre. Por si fuera poco, a este último le sustituyó Martín Solar, un chaval que lleva tatuado en su brazo la imagen de cuando se vistió por primera vez con una camiseta de su equipo. Era un pequeñajo con toda la ilusión del mundo. Una prueba ineludible del amor por los colores. En esa lista de convocados -contra los vitorianos- aún se quedó sin participar otro producto de La Albericia, Álvaro Mantilla, a quien el buen resultado del equipo le privó de entrar en la pizarra de Javier Rozada. Media docena de chavales que han derribado la puerta del primer equipo.

El balance general de los seis en estos tres primeros partidos es más que positivo. Pablo Torre se ha convertido en indiscutible, Diego Ceballos ha superado todas las expectativas e Íñigo Sainz-Maza ha sentado en el banquillo a fichajes mucho más experimentados. Los tres han aprobado con notable y sobresaliente. Junto a ellos, a Marco Camus, Álvaro Mantilla y Martín Solar les han faltado oportunidades para cumplir con lo que en pretemporada dejaron ver. Si bien a Camus una inoportuna lesión le dejó fuera de combate, con Mantilla y Solar han sido sus propios compañeros de La Albericia los que se han adueñado del puesto. Bendito problema para un Rozada que cuando se hizo cargo del Racing pidió un tiempo para evaluar lo que tenía entre manos: «Hay que ver a los chavales. Hay que darles confianza y estudiar a ver qué nos pueden dar».

Después de casi una década en la que la cantera se ha tambaleado, parece que -al menos de partida- se recupera la esencia de tantos años, cuando los chavales de casa complementaban el equipo. Así las cosas, y con todo el año por delante, Pablo Torre es ahora mismo el estandarte de un Racing en construcción, pero con toda la exigencia del mundo. Su fútbol imprevisible, su salto de calidad y, por encima de todo, la facilidad con la que ha asimilado todo lo que supone ser el futbolista que marque la diferencia con apenas 17 años le ha convertido en la mejor noticia. Bien aconsejado a nivel personal y muy bien llevado por un cuerpo técnico que pretende manejar sus tiempos le han convertido en la referencia por delante de futbolistas con experiencia en Primera División y que le doblan en edad. Su fútbol es diferente, tanto que hasta el momento a Rozada no le ha importado variar el dibujo con tal de que Torre encaje y se desenvuelva con soltura.

Por su parte, Íñigo Sainz-Maza y Diego Ceballos son dos ejemplos de lo que siempre fue La Albericia. El primero, versátil y comprometido, se ha hecho con el puesto en una demarcación con tanta enjundia como el centro del campo a base de regularidad. Su trabajo generoso sin alardes le ha permitido cumplir en el lateral y aprobar con nota en la sala de máquinas. Sainz-Maza contaba con posibilidades; debutó con Ángel Viadero hace ya tres temporadas y solo la falta de continuidad le había quitado del camino al primer equipo. Sin embargo, lo de Ceballos ha sido una sorpresa. No partía en las quinielas y se ha superado a sí mismo, arrebatándole el puesto de lateral a su compañero Álvaro Mantilla, que se ganó la confianza de Rozada en el primer partido de Liga -ante el Portugalete- y al que una tarde discreta y menos acertada de lo habitual le alejó de la titularidad a la semana siguiente.

A Camus y Solar les han faltado oportunidades. Las tendrán, a buen seguro. El primero sufrió una lesión cuando apuntaba a titular y después ha tenido que esperar a que hubiese sitio para volver. Solar, por su parte, no ha tenido suerte. La acumulación de jugadores a última hora en su puesto -Villapalos, Nana...- le han apartado de un lugar para el que ha demostrado estar capacitado. Queda mucha Liga y todos tendrán su momento.

Que Pablo Torre es distinto lo dicen todos los que le conocen. Todos. Se trata de un futbolista que desde que era muy pequeño –aún lo es, apenas tiene 17 años– ha sido la referencia allá donde jugó. Y ahora, en el primer equipo del Racing y rodeado de jugadores con mucha experiencia lo vuelve a ser. Su debut ha llegado en un año convulso. «Fue una sensación extraña, pero feliz. Debuté en el sitio y en el estadio que quería y eso me produjo una gran satisfacción». Es racinguista y ya lo ha demostrado tomando la decisión de jugar en el Racing cuando podía haberse ido al equipo que hubiese elegido, tras las numerosas ofertas que le han llegado cada temporada.

Ahora, ya asentado en 'su' Racing quiere disfrutar de la oportunidad.«Sabemos que nos aportan mucho, pero ahora les toca apoyar desde casa», asegura el jovencísimo jugador cuando le preguntan por la ausencia de familiares en las gradas de El Sardinero el año en que le ha tocado debutar. «Lo mejor para nosotros sería jugar con público, pero no podemos. Tenemos que adaptarnos y seguro que lo disfrutaremos cuando todo esto pase y los veamos en la grada», concluye el cántabro.

Más maduro que lo que dice su carné, a Diego Ceballos no le obsesiona «ser titular». Probablemente porque para él, en parte, lo que está ocurriendo en este inicio de temporada es una sorpresa. «Entreno para dar mi mejor versión y un futbolista siempre quiere jugar, pero es cierto que yo no estaba de inicio para hacer la pretemporada», admite. Pero le llamaron y durante los meses estivales preparó lo que ahora parece un hecho. «Estoy contento de haber debutado con el equipo de mi tierra.Claro que es raro todo lo que pasa este año, pero aunque no haya público en las gradas jugar con el primer equipo lo puede todo.

Nos gustaría que los familiares, amigos, aficionados... Estuvieran ahí, pero hay que saber adaptarse y esperar a que cambie. Sabemos que nos apoyan desde casa con la televisión y a nosotros nos toca hacerlo lo mejor posible». Ceballos agradece que «ahora se cuente más con la plantilla. El entrenador ya nos dijo que no iba a mirar el nombre y de dónde viene cada uno.Fue directo y es de agradecer y para los que nuestro sueño fue siempre jugar con el primer equipo es normal que sea todo especial».

De la media docena de canteranos que se ha asentado en este inicio de Liga en el primer equipo, Íñigo Sainz-Maza es el veterano porque debutó el primero de ellos. «Hace dos campañas que disfruté del debut y fue en casa ante el Logroñés. El apoyo de la gente fue fundamental porque empezamos perdiendo y empatamos en los últimos minutos». Él es el único de los seis que ha disfrutado de El Sardinero con público y es algo que «jamás se puede olvidar».

El centrocampista admite que «es una pena, pero es lo que toca». «Mis compañeros no han podido disfrutar de su debut con la afición en el estadio. Es distinto jugar con gente y se echa de menos. Esperemos que no tarde mucho y todo esto cambie porque el fútbol con público es otra cosa. Siempre nos apoyan y siempre te ayudan cuando las cosas se complican. Además el Racing tiene suerte por tener una afición como la que tiene», señala el versátil futbolista, que se desenvuelve bien como lateral o pivote.

Debutó a las primeras de cambio. En la primera jornada ocupó el lateral derecho, el mismo puesto en el que durante la pretemporada había causado buena impresión por su derroche físico y compromiso. Aunque no ha vuelto a jugar. «Fue muy raro. Soy de aquí, de Santander, y me gustaría haber tenido un debut con mi familia, con mis amigos y la afición en las gradas, pero no ha podido ser», admite el canterano. Aún así, para Mantilla «es un sueño hecho realidad y ahora lo que tenemos es que aprovechar la oportunidad y disfrutar de jugar con el equipo de la tierra en el que siempre quisiste jugar».

No estuvieron en las gradas, como siempre hubieran imaginado, pero ahora no es problema seguir los partidos.«Me hubiera gustado que sobre todo mi familia hubiera estado en el campo. Me siguieron por el Youtube o Footers y mis amigos y mi pareja... Pero bueno, es algo a lo que nos tenemos que acostumbrar porque no sabemos lo que durará».

Lo de jugar sin público «se lleva bien, pero aunque juguemos a puerta cerrada hay que poner de nuestra parte para que todo vaya bien», indica el joven canterano, que busca recuperar su sitio en el equipo.

En el peor momento... Una lesión. Marco Camus tuvo que esperar para debutar este año con el Racing, aunque ya lo había hecho la pasada temporada en Segunda División. Un partido como titular es el bagaje en esta temporada de un futbolista que quiere oportunidades para demostrar su valía. Sobre la realidad actual, Camus reconoce que «nunca había pasado algo así y debemos adaptarnos.El público es lo que hace que el fútbol sea mejor. Cuando haces un partido malo el público te cambia y hace que todo sea diferente. No queda otra que seguir así y cuando cambie todo podremos disfrutar de lo que es escuchar a la gente en las gradas y a los familiares».

Camus es ya un experimentado en esta nueva normalidad. «Estoy un poco más acostumbrado. Cuesta mucho, pero hay menos presión, más silencio y sólo se nos escucha a nosotros y a los entrenadores». Como el resto de compañeros, «no queda otra» que empezar a verlo como algo normal. «Hay que adaptarse y no sabremos cuándo volverá a ser igual que antes, así que por nuestra parte no queda más que esforzarnos y cumplir con lo nuestro. Hemos empezado bien y el equipo está mentalizado de seguir sumando y de cumplir con el objetivo».

Desde pequeño siempre tuvo «un sueño en la cabeza». Lo cumplió la pasada temporada cuando José Luis Oltra le dio la alternativa en el fútbol profesional.«Tanto en Segunda como en Segunda B, las dos opciones que tuve de debutar fueron exigentes y las dos las disfruté». Martín Solar admite que en ambas «ha sido una situación extraña porque a puerta cerrada parece un partido de entrenamiento». Sin aplausos, sin ánimos y sin silbidos el fútbol se vuelve otra cosa, pero «jugar con tu equipo siempre es algo que disfrutas como nada».

«Hay que convivir con ello y adaptarse.Debemos pensar que ya pasará», señala con tono optimista. Cuando desde pequeño, Martín Solar acudía a El Sardinero siempre imaginaba cómo sería el día en el que a él le tocaría estar en el césped. «Sobre todo mis padres, me hubiera gustado que estuviesen allí, porque desde siempre iba al estadio con ellos a ver al primer equipo y justo cuando me tocó jugar a mí, ellos no pudieron ir. Este año todo ha salido así y ya pasará. Hay que hacer las cosas lo mejor que podamos para ayudar al equipo y para que todo acabe bien», sentencia el centrocampista.

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