El nuevo proyecto verdiblanco pasa por Carlos Castro

A los 26 años, su trayectoria tiene una marcada tendencia descendente, pero es al mismo tiempo un valor en alza para Primera RFEF. Su carrera está marcada por el Sporting, donde se formó y con el que ascendió a Primera en la temporada 14-15. Después jugó en Segunda antes de su breve aventura foránea, de modo que el Racing y la nueva Primera RFEF constituyen una segunda oportunidad para relanzar su carrera y volver a mostrar su mejor nivel cerca de casa. La primera gran cantera del asturiano fue la del Oviedo, club del que salió en 2009 rumbo al eterno rival, el Sporting, en el que se terminó de formar y con el que ascendió a Primera en la temporada 14-15.

Con solo 16 años, cuando pertenecía al juvenil B, debutó en Segunda División B en el filial sportinguista frente al Coruxo (29 de abril de 2012). En la siguiente temporada (12-13) alternó más partidos entre el juvenil y el segundo equipo rojiblanco, con el que jugó otros tres encuentros. Y en la 13-14, a los 18 años, se convirtió en jugador del filial, con el que se estrenó en los Campos de Sport de El Sardinero. Ese año anotó cuatro goles en 18 partidos.

En la temporada 14-15, Abelardo le incorporó a la primera plantilla del Sporting, que militaba en Segunda División, y con el que subió a Primera gracias a la generación de los guajes. Asumió su papel como revulsivo y, muchas veces desde el banquillo, marcó nueve goles y dio una asistencia en 1.141 minutos. La siguiente campaña, ya en Primera, siguió con el mismo papel y anotó siete goles en 1.026 minutos. Solo tenía 21 años. Después, en la 2016-17, sufrió una lesión de tobillo y decayeron sus cifras goleadoras: marcó cuatro tantos en 1.014 minutos. El Sporting descendió a Segunda.

Aguantó un año más en Gijón, con Baraja en el banquillo, y apenas jugó 558 minutos, marcó un gol y asistió en otro. En la 18-19 siguió en la categoría de plata tras ser traspasado al Mallorca, que consiguió el ascenso a Primera ya sin él porque Castro se fue en enero, después de sumar un gol en nueve partidos. En el medio año que permaneció cedido en el Elche (también en Segunda) sumó otros tres tantos» en 408 minutos. Al año siguiente, en la 2019-20, volvió a ser cedido por el club balear al Lugo, equipo en el que no anotó ningún gol en los escasos 228 minutos que jugó en toda la temporada.

Esa línea de participación descendente se culminó la campaña pasada en Georgia. Tras romper su vinculación con el club balear, llegó al Dinamo Tbilisi en octubre del 2020 y, en toda la temporada, no disputó ni 100 minutos en los que ni marcó ni asistió. El 11 de mayo, antes de que finalizara la temporada, rompió su vinculación con el club georgiano y empezó a fraguar su regreso a España.

Ahora, cerca de casa —Santander está a unos 200 kilómetros de Ujo—, Carlos Castro tiene la oportunidad de volver al fútbol profesional. Además lo hará rodeado por dos buenos amigos como Álvaro Bustos e Isma López, con los que compartió vestuario en Gijón y subió a Primera en la 14-15.

No se puede descartar que ambos jugadores hayan sido importantes en su llegada a Santander. El club comunicó su llegada a las 14.47 horas de este martes y el lateral izquierdo verdiblanco escribió justo a continuación: «Bienvenido, Carlos. Te he echado de menos», seguido de un corazón verde; y. Poco después Bustos le recibió con un: «Bienvenido, amigo». Está claro que el nuevo ariete verdiblanco estará bien acompañado en Cantabria, un buen comienzo para comenzar a recuperar su mejor fútbol.