Los de casa tiran del mejor Racing

Para dos de ellos, Íñigo y Pablo, se trata de una confirmación -por si acaso había alguna duda- a todo el trabajo de la temporada que les convierte aún en más indiscutibles para Guille Romo. Para el tercero, Mantilla, sus dos actuaciones en La Coruña y Salamanca le han hecho saltar un par de casillas en la carrera y competirle de tú a tú a Unai Medina un puesto que de partida era del vasco.

La situación actual del Racing y de los tres canteranos es dulce, pero hasta llegar aquí, los bandazos y sinsabores que los tres han superado ponen aún más en valor lo conseguido. Íñigo empezó siendo el último de la fila; Mantilla el chaval para los parches y Pablo, la referencia de la cantera, ha tenido que demostrar por partida doble lo que todo el mundo sabía que tenía. El crecimiento personal y a la par, el colectivo, han sido fruto de la insistencia y sin regalo alguno.

El propio Guille Romo ha mostrado su cintura para recular y cambiar cuando ha sido necesario. En septiembre, el escenario era el siguiente: Íñigo no jugaba y Fausto Tienza, Sergio Marcos y Borja Domínguez, por este orden, estaban por delante suyo. En cuanto a Álvaro Mantilla, su rol era el de comodín de quien cayese lesionado o sancionado en defensa. Incluso Pablo Torre estuvo cuestionado un tramo de calendario. De hecho ocupó el banquillo en varias ocasiones, tras alguna de sus convocatorias con la sub 19. Sin embargo, la constancia y buen hacer de los tres les ha permitido convertirse en el faro de este Racing, que ahora mismo ha logrado enganchar hasta al más contemplativo.

El gol de Íñigo en Riazor fue la guinda a una ilusionante actuación más del canterano. El de Ampuero fue metiendo la cabeza en el equipo en el mes de octubre, tras varios resultados un tanto desconcertantes. Romo decidió darle la oportunidad en contra de sus primeras sensaciones y no falló; aprovechó cada minuto y su capacidad para superar líneas, a la par de ese recorrido en el centro del campo le hizo ser diferente a sus compañeros de zona. Esa especialidad ha sido precisamente la que le ha hecho ser un fijo. Su identificación con el club le permite llevar el brazalete pese a su juventud y ser una de las referencias de la grada.

Suma ya 21 partidos, veinte de ellos como titular y su rendimiento empieza a ser un tema recurrente en equipos de mayor categoría. Aún le queda otro año de contrato con el Racing, pero no sería de extrañar que al final de la campaña el club tuviera que sentarse a renegociar una mejora, ya que,a además, tiene unas condiciones muy modestas, dado que las firmó hace varias temporadas, cuando aún era una apuesta.

Lo mismo les pasa a sus otros dos compañeros, cada uno a su manera. Lo de Pablo es mención aparte. Su espectacular progresión le coloca como la mayor promesa de La Albericia desde la salida de Canales. Pese a su enorme calidad, los apenas 18 años actuaban de freno para consolidarse en el equipo. Además, el estilo de fútbol que practicaba Guille Romo no le dejaba mucho sitio. Sus características tan concretas le impiden rendir al 100% fuera de la mediapunta. Todo ello propició que incluso estuviera cuestionado en varios tramos de la temporada, fuera suplente en varias ocasiones (Irún o Valladolid) y que el míster le buscase sustituto para rotarle. Sus regresos tras concentrarse con la selección española sub 19 -actualmente está citado con el combinado nacional- se convertían en un misterio, puesto que normalmente debía purgar un partido en el banquillo. Sin embargo, el de Soto de la Marina se rebeló en el campo y con actuaciones como la del Stadium Gal, cuando salió quince minutos y revolucionó el partido, o ante el Rayo Majadahonda, donde dos goles suyos -uno de falta directa- dieron la vuelta al país, disiparon las dudas y convencieron del todo a la pizarra de Romo y al propio entrenador madrileño, que si bien nunca renegó del joven futbolista, sí que desde fuera se llegó a pensar que no le encajaba en su esquema. El gol ante Unionistas de cabeza fue otra puntilla más. Se incorporó al ataque desde la segunda línea y acertó.

El tercero en unirse a este éxito circunstancial de los cántabros fue Álvaro Mantilla. El defensa central, reconvertido a lateral, ha aprovechado mejor que nadie su oportunidad. Su condición de suplente de todos le ha permitido jugar de central cuando ha hecho falta y de lateral cuando ha sido necesario. Ha participado en 16 jornadas, pero tan solo ha sido titular en once, menos de la mitad de los partidos de Liga disputados. Ahora bien, pese a su discreta acumulación de minutos, se ha convertido en el hombre número '12'. Es el recambio elegido y también, pese a que no era de los preferidos de Romo, ha convencido al míster. Su concentración, falta de errores y trabajo colectivo desplegado en La Coruña ante uno de los jugadores más desequilibrantes del campeonato, William de Camargo, le han hecho crecer en el equipo muchos enteros. Siempre a la sombra de Unai Medina, para el lateral, o de Pablo Bobadilla, en el puesto de central, Mantilla ha encontrado su sitio en el equipo. Ahora la lesión del vasco le ha abierto las puertas y su actuación en Salamanca ante Unionistas le ha colocado entre los titulares. Su trabajo defensivo perfecto fue coronado con el gol de la victoria. Mantilla fue elegido como el mejor jugador de la jornada para Footters, la plataforma televisiva que tiene los derechos de la Primera RFEF.

En definitiva, tres de los futbolistas formados en casa tiran del carro de este Racing ilusionante. Los tres se doctoraron con el primer equipo en medio del desastre que supuso la temporada pasada. Para dos de ellos, Pablo Torre y Álvaro Mantilla, el curso pasado fue su estreno -Íñigo debutó con Iván Ania dos años antes- así que ya saben lo que es sufrir con la camiseta de su equipo. Ahora esperan disfrutar.