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El Racing ya está aquí otra vez. Se marchó con la intención de nunca volver, pero no hizo suficientes méritos para alejarse del infierno. Así que, de vuelta a la casilla de salida. Justo en el momento en el que el tablero de la ... Segunda División B se llena de trampas, peajes y facturas; con una cárcel más grande y atestada de enemigos que nunca; una economía más depauperada si cabe y, debido a la alta demanda, los emplazamientos para plantar un chalé y medrar la próxima campaña en Segunda División más caros que un terrenuco vacilón en Reina Victoria. Y en este reseteo después del ilusorio trance por el fútbol profesional que hasta hace no tanto era hábitat natural, el Portugalete, recién ascendido, llega a los Campos de Sport. Porque de la historia, de los 44 años en Primera División o del gol de Colsa en el Parque de los Príncipes no se puede vivir eternamente. El modesto club vasco pone a prueba, esta vez con fuego real, el nuevo proyecto racinguista.
Un melón aún por abrir. La pretemporada, como prácticamente todo en esta pandémica era, ha sido peculiar. Más larga que nunca y con unos cuantos de los jugadores llamados a marcar diferencias esta temporada aún por testar. Cédric y Nana han llegado tarde y apenas ha habido tiempo para verles; Maynau se ha pasado varias semanas lesionado -aunque ayer entró en la convocatoria-; Matic y Balboa están recién aterrizados -el croata tiene muchas opciones de ser titular y el urugayo no estará hoy ni entre los citados- y a Patrick Soko aún se le espera.
Eso deja un poco más de responsabilidad a los chavales que han logrado hacerse con un hueco en el primer equipo. Ya sea porque el responsable de estrategia deportiva, José Mari Amorrortu, cree en ellos o porque para la propiedad esta propuesta es mucho más barata que el despilfarro de las dos campañas anteriores, ahí están. Es su gran oportunidad. Todos estarán disponibles hoy, salvo Marco Camus, lesionado en los últimos compases de la pretemporada.
público
El técnico, Javi Rozada, llega a esta casilla de salida con las dudas que ha generado su equipo hasta ahora -aunque el viernes quiso matizar la «preocupación» mostrada tras la derrota con el Amorebieta-. Las impresiones durante la pretemporada no han sido positivas, no se le escapa a casi nadie, pese a que no es algo vinculante antes del inicio de la competición.
Para empezar, es una incógnita con qué sistema va a afrontar el asturiano el arranque liguero. El 4-3-3 -o 4-1-4-1- ha sido el dibujo habitual durante los meses previos, pero esta semana, quizá por esa falta de convencimiento en lo que veía o porque las nuevas piezas llegadas han condicionado las decisiones, el míster ha comenzado a probar la defensa de cinco y el ataque en pareja.
Así, es difícil aventurar la primera alineación oficial de la era Rozada. La portería parece territorio de Iván Crespo, pese a la confianza que el técnico tiene en Lucas Díaz. El juego con el pie del ex del Oviedo motiva al entrenador, pero el peso y la categoría del cántabro están fuera de toda duda. Además, sería absurdo haber renovado a un futbolista con un caché como el suyo para asumir el papel de suplente.
A partir de ahí, todo dependerá del sistema. Si decide jugar con carrileros, probablente será Ceballos quien ocupe la banda derecha. Tiene más recorrido que Mantilla y puede abarcar todo el flanco. Por la izquierda, la lógica dice que debería ser Andrade, aunque el dibujo disminuye las opciones en ataque y en algún lugar debe colocar a Álvaro Bustos.
Decisiones
En el centro de la zaga, Figueras es fijo. Si tiene un sólo compañero, el ya recuperado Óscar Gil y el recién llegado Matic se disputarán la posición. El cambio de sistema permitiría que todos entrasen en el once.
Villapalos y Nana parecen llamados a aportar el trabajo en el centro del campo. Pero luego llega el bendito problema de colocar a los jugones. Pablo Torre y Cejudo son los futbolistas distintos. Y deben jugar. la historia es cuánto, cómo y dónde. Ahí es donde tendrá que poner todo en una balanza el míster antes de tomar una decisión. Sea el sistema que sea. Por el centro, por banda o como segundo delantero.
Y arriba, a priori Jon Ander parte con ventaja a la espera de que Cédric vaya cogiendo el ritmo que no ha podido obtener al llegar más tarde que la mayoría. Aunque tampoco sería extraño que el nigeriano, llamado a ser el delantero diferencial, salga de inicio en el choque de hoy.
Enfrente, el Racing se encontrará al tercer equipo cántabro de la categoría. No por su sede social ni porque Miguel Ángel Revilla haya anexionado todo territorio al oeste del Nervión, sino porque la colonia montañesa en La Florida es importante y creciente. El cuerpo técnico liderado por Ezequiel Loza -quien fuera responsable de las categorías inferiores racinguistas- juega hoy 'en casa' y también cuatro de los futbolistas de la plantilla jarrillera. Bueno, en realidad, sólo tres, ya que Mario Musy, cedido por el Racing, no podrá actuar hoy por la cláusula del miedo.
Un rival, el Portugalete, llamado a ambiciones completamente opuestas a las verdiblancas, pero entre las múltiples cosas que ha descubierto el racinguismo en su penar por la Segunda División B es que no hay paseo posible. Cada partido es una batalla. Y en esta Liga exprés y compleja, con puntos que saltan de fase en fase, las contiendas tienen una relevancia aún mayor.
Todo ello dentro de la nueva normalidad de los Campos de Sport, que contará en las gradas, si se agota todo el papel, con 6.666 personas. Aficionados ávidos de fútbol y mareados por las decisiones, en un sentido y en otro, de las autoridades sanitarias. Finalmente y pese a la recomendación de confinamiento emitidas por el Gobierno de Cantabria, los que hayan reservado su asiento podrán estar en el estadio de El Sardinero.
Y el ambiente será más parecido a una tarde cualquiera en el 'Huerto del Francés', aunque tendrá demasiadas diferencias. Porque no habrá Gradona de los Malditos al uso y porque el desperdigue del personal provocará que el ambiente temible para los rivales no tendrá el mismo efecto en esta ocasión. Sin fecha de vuelta a lo habitual.
Lo único que permanece impasible a la pandemia es la necesidad. La obligación. La innegociabilidad del ascenso. Y esa filosofía tan racinguista de levantarse una vez más, con el cuerpo lleno de cicatrices y pensar de nuevo en que su equipo es el mejor. Esa maravillosa capacidad para volver a ilusionarse. Una temporada más. Y van camino de 108.
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