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Fede Valverde se enfrenta a una posible sanción de entre cuatro y doce partidos por el puñetazo que le propinó a Baena al final del partido entre el Real Madrid y el Villarreal, tras atenderse una reclamación que no estaba claro que fuera a prosperar por no figurar en el acta. Será, se confirmarse el máximo castigo posible, una de las mayores sanciones del fútbol español, pero en ningún caso superior a la que recibió José Ceballos por protestar un gol. Doce partidos para el de Pámanes, que se quedaron en ocho tras la apelación que presentó el Racing, como castigó por una presunta agresión que no existió. De nada sirvió que se demostrara que era inocente. El Comité de Competición y después el de Apelación hicieron piña para defender al colegiado. Aún hoy es la mayor sanción del fútbol español desde entonces y una de las mayores de la historia. Todo por una tarjeta roja que, en rigor, le debía haber acarreado un solo partido: el de su expulsión por protestar.
Para evocarlo hay que retrotraerse al 12 de marzo de 2000. No hace mala tarde en Santander. Racing y Real Zaragoza se enfrentan en los Campos de Sport. Los de Gustavo Benítez, embarrados en la lucha por la permanencia, ganan con gol de Munitis a un Zaragoza que tiene el liderato a solo cinco puntos. En el minuto 77, cuando el dominio verdiblanco ya se ha disipado, el partido se tensa con la expulsión de Marcelo Espina. Tres después, en el 80, Yordi aprovecha un pase desde la banda para batir en el área a José Ceballos. El portero señala que ha marcado con la mano, pero José Luis Prados García concede el gol. Y comienza el espectáculo.
El Racing gana 1-0 en los Campos de Sport gracias a un gol de Munitis. Los cántabros estaban ya con diez futbolistas sobre el césped por la expulsión tres minutos antes de Marcelo Espina.
Yordi marca el tanto del empate en una jugada que parece que remata con la mano (la imagen no lo deja del todo claro). Prados García se dirige al asistente seguido por los jugadores del Racing, que protestan. También lo hace el delegado, Luis Ángel Teja, que entra al terreno de juego.
El árbitro concede el tanto y los verdiblancos le rodean entre ostensibles protestas. Entre ellos un José Ceballos que había sido testigo de la jugada y llegado corriendo desde su área. Salva, que verá la tarjeta amarilla, no da crédito.
Cuando ya está terminando el tumulto, y ante la colosal bronca en el estadio, el colegiado muestra tarjeta directa a Ceballos, que ya se retiraba. El de Pámanes lo ve al girar la cabeza y regresa para protestar de nuevo.
Munitis, que será amonestado, y Colsa se van hacia el árbitro encolerizados mientras Ceballos se acerca también a él.
El portero verdiblanco se planta ante el árbitro. «¿A mí?», le pregunta. Llegará a plantársele de frente. Cara a cara a escasos centímetros, enfadado y, según interpreta Prados, desafiante.
El árbitro se lanza al suelo simulando una agresión que las imágenes demuestran que no existió. Se echa las manos a la cara, como si hubiera recibido, además de un empujón, un golpe en el rostro. Tras el partido, escribe en el acta: «Se abalanzó sobre mí empujándome con el pecho y lanzándome al suelo, recibiendo yo un golpe en la nariz». Las imágenes lo desmienten.
Con el Racing ya con nueve jugadores, Yordi marca el gol de la victoria zaragocista. El Racing cae 2-1 y el equipo arbitral tiene que ser escoltado para abandonar el césped de los Campos de Sport.
AUX STEP FOR JS
Mientras el árbitro se dirige a consultar al asistente, los verdiblancos casi en pleno le rodean entre ostensibles protestas. Ceballos lo hace de modo más desaforado y de pronto el colegiado le muestra la tarjeta roja con la que corona las amarillas a Salva y Arzeno. El de Pámanes, que ya se estaba marchando, ve al volverse la cartulina e incrédulo se planta ante él: «¿A mi?», le grita. Al sentirle a escasos centímetros, Prados se lanza de espaldas al suelo y se echa las manos a la cara fingiendo una agresión. Tal vez esté movido por los nervios del momento, que le hacen reaccionar así. La tensión del momento. Pero no. Tras el partido, el jienense escribe en el acta: «Se abalanzó sobre mí empujándome con el pecho y lanzándome al suelo, recibiendo yo un golpe en la nariz». Las imágenes de la televisión demuestran que aquello nunca ocurrió. Que Prados se lanzó al suelo.
24 partidos
Cortizo, del Sevilla, por fracturar la pierna a Collar en 1965.
18 partidos
Goikoetxea, del Athletic, por la entrada que lesionó a Maradona en 1983.
15 partidos
Pedro Fernández, del Granada, por una entrada sobre Amancio.
12 partidos
José Ceballos, del Racing, por una inexistente agresión a Prados García.
11 partidos
Burgos, del Mallorca, por dejar inconsciente de un puñetazo a Serrano.
10 partidos
Pepe, del Real Madrid, por patear a Casquero cuando estaba en el suelo.
El Racing, ya con nueve futbolistas, no puede evitar que en medio de la bronca con la que se disputan los últimos minutos el partido Yordi anote de nuevo para sellar la victoria zaragocista ante la cólera de los Campos de Sport. El equipo arbitral tiene que abandonar el césped escoltado.
El esperpento vivido toma al concluir el partido unas enormes dimensiones. Las imágenes afean la actitud de colegiado. Las críticas a Prados, quizá superado por la tensión, trascienden el ámbito cántabro cuando se implican de lleno los reyes de la noche: José Ramón de la Morena y José María García.
Pero el escándalo se torna mayor cuando esa misma semana elComité de Competición dicta su sanción: doce partidos por agresión. Había preferido creer la versión del acta que lo que mostraban las imágenes. El castigo se desglosa en cuatro partidos por encararse con el juez de línea –por «protestar y empujar en el pecho al asistente», decía el acta– y otros ocho por la supuesta agresión. El Racing apela y consigue rebajarlo a unos también desproporcionados ocho partidos. Prados no va a la nevera. Tres semanas después dirigirá el Celta-Valladolid.
El árbitro nunca ha admitido públicamente que se equivocó –sí de modo implícito– ni pedido disculpas en sus declaraciones, pero sí tuvo una conversación con el de Pámanes, como explicó en su momento en propio Ceballos en una entrevista en la Cadena Cope: «En su momento fue un disgusto tremendo; enorme, pero, como todo en la vida, después te das cuenta de que hay cosas más importantes. Además, con el tiempo pude hablar con él y está arreglado. Cosas del fútbol».
Años después, cuando en un arrebato Pepe pateó a Casquero durante un partido, la sanción fue menor: diez partidos. Cuando el Mono Burgos dejó inconsciente a Serrano de un puñetazo fueron once. Había un precedente de agresión, esta real, a un árbitro: el pisotón de Hristo Stocihkov a Urízar Azpitarte, que se quedó en dos meses frente a los seis que se pidieron en origen. Las sanciones de tres meses que sufrieron algunos futbolistas como castigo a la batalla campal de la final de Copa de 1984 entre Athletic y Barcelona jamás se cumplieron.
Ahora el puñetazo de Valverde tendrá, como máximo, el mismo castigo, lo que ha traído a la memoria el mayor castigo que conoció el fútbol español desde que cambió el dígito del milenio. Por algo que nunca ocurrió.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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