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El mayor es de Beranga -nació en Barakaldo, pero eso es sólo lo que dice su carné- y hace once años que se marchó de la 'tierruca'. El más joven es de Cabezón de la Sal y es el que más pronto regresó de su exilio forzado; cuatro años fuera. A los otros dos les separan meses, ambos son de la misma camada, y tanto uno como otro se han tirado una década alejados del Racing. Álex García (1984), Quique Rivero (1992), Juanjo (1985) y Antonio Tomás (1985) están de vuelta. Un póker de casa. Tres de ellos se fueron del club en el que se convirtieron en futbolistas cuando la entidad tocaba el cielo y al último, el más benjamín, le tocó salir corriendo justo después de que a ese cielo le prendieran fuego las llamas del infierno. «Lo viví todo en persona; yo viví el descenso a Segunda y luego a Segunda B y me tuve que marchar cuando llegó Paco Fernández y el equipo logró ascender. A mi me tocó todo», rememora Quique Rivero, que hizo la maleta con apenas 21 años rumbo a Tenerife. Con prisa y con miedo. Álex, Juanjo y Antonio Tomás sacaron el billete en aquella época en la que el Racing viajaba en vuelos chárter, era invitado a lujosos balnearios a completar las pretemporadas y la mayoría de sus compañeros aparcaban deportivos en La Albericia. Sueños de quita y pon.
Álex García
Cada uno tiene una historia y la Cara B de su peregrinar explica desde la distancia lo que significa el Racing. Cuatro canteranos que regresan con la obligación de 'tirar del carro' sin que a ninguno le pese la responsabilidad; más curtidos, más futbolistas y más personas, ahora son los encargados de levantar el club que a ellos mismos les hizo madurar. Ellos mejor que nadie conocen lo que es el Racing; a Juanjo la grada siempre le silbó más que al brasileño o francés de turno; a Álex García le costó más de un disgusto negar la grandeza humilde de este club; Antonio Tomás aprendió a ser moneda de cambio y a Quique Rivero la cruda realidad le desmoronó su castillo de naipes. Sin embargo, después de todo no dejan de sorprenderse. «Se nota, se palpa... La gente está mucho más identificada con el equipo. Es probable que las dificultades hayan hecho que la gente se una. Pero no hay más que verlo», asegura Antonio Tomás, que no duda en añadir que «la afición está entregada y eso que de momento no hemos empezado bien». El resto se mira y con gestos cómplices asienten. «Sabes que el Racing es grande, pero cuando sales fuera y te das cuenta de lo que dicen del club y lo que piensan es cuando de verdad lo entiendes», señala Rivero.
Antonio Tomás
Los cuatro han llegado con galones. «Venimos a ayudar. No quiero verlo como una deuda, pero sí como algo que motiva y que no es más que ascender con el equipo de tu tierra», explica Álex García, a quien le ha costado ser titular y el pasado domingo por fin lo consiguió (Estella). El de Beranga es una petición expresa de Ángel Viadero, a quien no le importó saltarse las pretensiones de la secretaría técnica racinguista para contratarlo. Hace once años salió de Santander rumbo al Athletic de Bilbao y su inmaduro carácter de juvenil le jugó una mala pasada. Se marchó dando un portazo. «Me arrepiento y ya pedí perdón. Desde entonces no he hecho más que mirar de reojo a mi club; le veía desmoronarse». A Álex García le dio tiempo a jugar en ocho equipos antes de volver a Santander y ahora «sólo hay un objetivo: El ascenso». Por el camino vivió de todo como aquel partido con el Mirandés ante el Numancia. «Lo recuerdo muy bien; salió muy enfadado y no quería cambiarme la camiseta», le reprocha Antonio Tomás, que por aquel entonces vestía la camiseta del conjunto soriano. El de Cartes echa la vista atrás y esboza una sonrisa nostálgica. «Mi salida fue muy rápida; rara. Me vi en una operación para que volviera Munitis y no me dio tiempo a decir que no». Aquello le permitió jugar en Primera más de cien partidos, competir en Bulgaria, Grecia... «Y ahora regreso con muchas ganas de disfrutar y aportar para que el club vuelva donde estaba». El centrocampista vio desde lejos «los disparates de Pernía; estuve a punto de volver antes, pero llegó la Ley Concursal y con el contrato firmado me tuve que ir otra vez». Tenía claro que un día volvería a vestir de verdiblanco «y ha sido ahora cuando se han dado las circunstancias por eso lo que quiero es aprovecharlo». Está llamado a ser uno de los 'caciques' en el centro del campo; experimentado y con mucho fútbol no le asusta «la presión ni la obligación».
Quique Rivero
De aquel escenario que pinta Antonio Tomás no queda nada, «ni tan siquiera las Instalaciones de La Albericia» -como sugiere Álex García-, pero no todo es malo del todo. «Ahora paseas por la calle y ves la ilusión que tiene la gente... A mi cuando estaba fuera me lo decían», indica Juanjo. Al de Ontaneda también le ha llegado la hora de regresar «después de varios intentos. Hemos estado en contacto muchas veces, pero al final nunca se concretaba. Ahora mi familia estaba local por volver y yo tengo la ilusión de cuando era un chaval».
Vestir el '9' en el Racing es un ejercicio de responsabilidad y ser de Cantabria un plus añadido. «No es como antes. Hace años a los de la cantera se les exigía el triple que a los de fuera; ahora noto cariño, aunque es lógico que el nivel tienes que darlo». Al atacante, como a su compañero Álex, en su década de exilio le dio tiempo a vestir ocho camisetas distintas. «Me he formado y he crecido pero ahora veo que el Racing tiene que volver al fútbol profesional y tengo más ilusión que nunca». Su fútbol tosco y a veces incomprendido está llamado a ser el complemento perfecto de un Dani Aquino señalado como el elegido. «Jugar a su lado nos hace mejores a todos», insiste Juanjo. Se necesitan sus goles; ya no es el chaval de casa a quien le silbaban para que el entrenador pusiera al israelí o al francés fichado a golpe de talonario. Ahora es él el que tiene que meter los goles. «Sí, lo sé y lo entiendo. Es más, me motiva».
Juanjo
Hasta la fecha, el que más protagonismo ha sumado ha sido Quique Rivero. Lo ha jugado todo. «Estoy a gusto y lo agradezco». Su historia es como la de los otros tres. Pudo volver antes, «pero no se dieron las condiciones. Esta vez me llamó Ángel (Viadero) y lo vi claro. Quería volver». Confía plenamente «en la gente que ha tomado el club» y quiere disfrutar. «Me gustaría hacer cosas grandes con este equipo, todo lo que no pude hacer cuando me tocó marcharme. Me costó mucho llegar allí y como a cualquier chaval cuando le dicen que se tiene que ir; fue una pena», añade el de Cabezón de la Sal. Casi con la edad justa para votar, Rivero ya apuntaba maneras. La factoría de La Albericia seguía produciendo: Canales, Jairo, más tarde Concha, y por el medio la caótica situación del club se saltaba una generación.
«Me tuve que ir al Tenerife y luego al Cartagena. He aprendido mucho, pero me hubiese gustado quedarme. Sin embargo veías que el club se iba a pique y no podías hacer nada», recuerda con tristeza. Todos tienen 'cornadas' de las que presumir y alguna que tapar. No obstante, sus bagajes ahora no son más que petate de anécdotas de las que valerse para ser más fuertes. Viadero los ha elegido y se conocen. «Para mí fue el entrenador con el que empecé y me formé», explica Juanjo, mientras que para Álex García, el técnico santanderino «es con quien conseguí mi mejor recuerdo: el ascenso a Segunda B con el filial del Racing». A Antonio Tomás también lo dirigió en su pasado racinguista y tan solo Rivero le conoce de oídas.
Todos aceptan el reto de ser protagonistas en una plantilla que «cuando los jugadores estén al 100% tiene nivel de Segunda», señala sin titubeos el delantero. Antonio Tomás, a quien las lesiones y la desproporcionada sanción le ha plantado en la jornada ocho con veinte minutos en su hoja de servicios, señala la «anestesia» que sufre el racinguismo. «Es normal que esté ahora un poco expectante; acaba de salir de dos golpes muy fuertes. El año pasado se ha quedado a nada de ascender y es difícil asimilarlo. Pero es cosa nuestra. Si les damos lo que se merecen volverán a engancharse». Ninguno se esconde. «Las dos derrotas -asegura Rivero- nos han demostrado que esto no será fácil, pero sabemos a lo que hemos venido».
La grada de El Sardinero espera mucho de sus cuatro 'hijos pródigos'. Toda la experiencia futbolística que atesoraron en sus años de destierro es ahora la que se pide. Los que creen en el Karma estarán más tranquilos, ya que todo lo bueno que el Racing les dio se lo cobrará ahora con un esfuerzo máximo por devolver la alegría al viejo club. «Tengo muchas ganas»; «Estoy motivado»; «Quiero disfrutar del fútbol y qué mejor que en casa»; «No lo veo como una deuda, pero sí como una obligación» o «es el momento en que más ilusión veo en torno al equipo y debemos aprovecharlo para volver a ser lo que siempre fue este equipo»... Juanjo, Álex, Antonio Tomás y Quique Rivero: Póker de ases.
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