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La cita de hoy en La Rosaleda da para recordar el décimo cuento de 'El Conde Lucanor'. Ese en que el consejero Patronio trata de hacer relativizar al noble. «Os convendría saber lo que pasó a dos hombres que fueron muy ricos». Como el ... Racing. Como el Málaga. «Uno de estos hombres llegó a tal extremo de pobreza que no le quedaba en el mundo nada que comer. No pudo más que encontrar una escudilla de altramuces». El tipo, recordando, por ejemplo, los tiempos de la UEFA, echó a llorar mientras echaba las cáscaras de los altramuces a su espalda. Ahí donde, a ocho puntos, vagaba otro hombre, que incluso había alcanzado los cuartos de final de la Liga de Campeones, ahora ingiriendo los restos de las legumbres que hallaba en el suelo. «Cuando aquello vio el de los altramuces, preguntó al otro por qué comía las cáscaras. Respondiole que, aunque había sido más rico que él, había ahora llegado a tal extremo de pobreza que se alegraba mucho de encontrar aquellas cáscaras. Con este consuelo -el primero- se esforzó por salir de pobreza y volvió otra vez a ser rico». No es lo habitual en esta última década, pero esta tarde el Racing se encontrará a un tipo en peor situación que él. Y como en el fútbol profesional, con la vida en juego, no puede haber piedad, el equipo de José Alberto tiene la oportunidad de, una vez consolado con la mejoría de resultados, dar un paso vital hacia la permanencia en Segunda. El primero para volver a ser rico.
El entrenador verdiblanco, por cierto exmalaguista, no quiso entrar el viernes demasiado en intenciones. «Yo no firmo el empate», dijo, aunque después matizó que será el desarrollo del encuentro lo que ponga en valor, o no, un botín menor. Lo que está claro a estas horas es que un empate es un altramuz para el Racing y apenas una cáscara para un Málaga al borde del abismo. Con un estadio a reventar como desfibrilador para el equipo andaluz, la clave para los cántabros se antoja manejar las urgencias, ansiedades y tensiones de su rival. Y ya se sabe que, en estas situaciones, los aplausos y cánticos se pueden convertir en dedos acusadores y silbidos en lo que se canta un gol.
Los dos últimos partidos, ante rivales peculiares como Villarreal B y Andorra, han dejado un poco como incógnita el planteamiento que puede poner el Racing en liza. Porque el equipo ambicioso se puso el disfraz en Carnaval para convertirse en otra cosa. En La Cerámica fue un poco murga, pero contra los del Principado, al menos mientras le duró la gasolina, se camufló a la perfección tras la careta de El Castigador. Bloque bajo, robo y zasca. A ver cuál es la idea hoy.
En principio, los santanderinos se encontrarán un rival completamente diferente. Porque el Málaga, con su plantilla confeccionada para pelear, al menos, por el play off de ascenso, se encuentra en los puestos de descenso como aguilucho debajo del agua. A punto de perecer. Pero, por nombre y por nombres, nadie se atreve aún a darlo por muerto. Sergio Pellicer es el tercer técnico de la temporada en el banquillo local de La Rosaleda y su intención ha sido cimentar desde atrás y ofrecer más orden. Aunque en su caso las apariencias engañan. Sí da la impresión de ser un conjunto más sólido, pero está más lejos de la permanencia que cuando cogió el mando del vestuario. Que nadie espere a un Málaga en tromba.
Conociendo a José Alberto, no se espera mucha historia hoy en la alineación, más allá de lo obligado. No podrá contar en el doble pivote con Íñigo Sainz-Maza. Una sanción que servirá al capitán para pasar por el taller y tratar de recuperar su mejor versión. Como el exultante Aritz Aldasoro es fijo en la medular, el míster asturiano tendrá que buscar un acompañante. La lógica pone a Juergen Elitim en la pole para entrar en el equipo. El colombiano, en los entrenamientos, muestra un nivel muy alto. Sin embargo, todo dependerá de lo que busque el técnico. El de Cartagena de Indias, sin abandonar el trabajo defensivo, ofrece más control del balón. Si la pizarra apuesta por mantener la fortaleza en la sala de máquinas, ahí está en la recámara un Fausto Tienza que, cuando está, siempre rinde.
El resto, tiene pinta de que será lo mismo, salvo que José Alberto se decante por el mayor trabajo de Marco Sangalli en lugar de por la capacidad de sorprender de Jorge Pombo. En ese caso, el ex del Oviedo entraría en la banda izquierda e Íñigo Vicente volvería a una mediapunta, en detrimento del aragonés, donde le ha ido bastante bien en sus dos recientes actuaciones. Otra cosa no, pero alternativas de garantías en ese tridente tras el punta el Racing tiene unas cuantas.
El que ya no genera ninguna duda es Jordi Mboula. Vive su amanecer en verdiblanco. El futbolista de moda de la plantilla racinguista. Extender lo máximo posible en el tiempo el espectacular rendimiento del extremo catalán es uno de los grandes retos. El pasado viernes, el analista Enric Soriano, trataba de pulir movimientos sobre el césped del campo número 2 de las Instalaciones Nando Yosu con el pichichi de la plantilla. Aún ven cosas que mejorar. Aún ven jugo que exprimir.
Si el Racing es capaz de ganar hoy en La Rosaleda, pondrá al Málaga, tercero por la cola, a once puntos de distancia. Doce, en la práctica, porque además pondrá a su favor la diferencia de goles con los andaluces tras el 0-0 del partido de ida en los Campos de Sport. Un sopapo moral y un mundo a falta de 36 puntos por disputarse. Y un empate, pues dejaría las cosas más o menos como están, pero con una fecha menos y evitando revitalizar a un enemigo.
Eso, en lo que respecta al duelo directo, porque dependiendo de lo que hagan otros, los escenarios pueden ser otros. Decía José Alberto el viernes que él nunca mira lo que tiene debajo. Por eso, si el Racing es capaz de llevarse los tres puntos en la maleta, muy probablemente meterá por primera vez en mucho tiempo a algún que otro rival entre su trasero y el descenso. Pero aunque el asturiano prefiera dirigir la vista hacia arriba, no está de más mirar de reojo a una Ponferradina que es el principal peligro racinguista. Y es que el cuadro berciano puede terminar la jornada a siete, los cuatro actuales o a un punto de los verdiblancos. Si hay que elegir, la preferencia está clara.
En Málaga viven la cita de hoy como el partido más importante de su historia reciente, por el riesgo de caer al infierno. En Cantabria, por su parte, puede ser el referendo para lograr algo importantísimo. Porque, como dijo el míster, a día de hoy, en los Campos de Sport, una permanencia tiene un valor incalculable.
«Hay ciertos partidos, y no hace falta que los nombre, que valen el doble más el punto del golaverage. Afrontamos este como una gran final», dijo ayer el entrenador del Málaga, Sergio Pellicer. El técnico pidió a sus futbolistas ser «un equipo de resistencia, de supervivientes. Quiero gente con esa vitalidad, que no dude de mirar al frente con ese hábito de autoexigencia para encontrar la recompensa. Sobre el ambiente, el castellonense pidió «un efecto caldera» en el estadio malaguista. «Siempre estamos en deuda. Sacrificio a nivel familiar porque el fútbol es pasión. Es un poco apocalíptico todo y estamos viviendo en una montaña rusa. La Rosaleda debe ser un volcán», agregó. Calificó al Racing de «muy reconocible desde la llegada de José Alberto». «Es muy agresivo en la presión. Regularidad como local y como visitante no pierde la cara al partido. Bloque alto, peligroso en las transiciones y jugadores en estado muy alto de forma. Mantiene esa regularidad. Será un partido de alto voltaje por la forma en la que queremos jugar. Estamos preparados para cualquier tipo de partido. En nuestro estadio debemos multiplicar por dos la energía que transmite el Racing», concluyó el entrenador blanquiazul en rueda de prensa.
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