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Juan Calzada | Bernardo Colsa | José María Lavín | Adrián Lacuesta | Borja Cavia
Santander
Domingo, 23 de marzo 2025, 07:38
Queda claro que veintitantos buenos minutos y un gol no son suficientes para ganar en el difícil campo de Anduva, aunque lo peor es que tampoco dio para empatar. El Racing anuló la intensidad y las ganas del equipo revelación de la Segunda con un gol eléctrico de Mario, que ya había llegado dos veces más y con asistencia de Andrés. Siguió hasta el descanso siendo superior y creando llegadas que no lograron el objetivo de ampliar la ventaja. El descanso y los cambios empeoraron todo y un Mirandés muy intenso, creyendo en sí mismo, dio la vuelta al partido merecidamente. Se perdió definitivamente el centro del campo al cambiar a Aldasoro con amarilla por un Meseguer desaparecido. Vencedor también se mostró desacertado y sin ideas en general. Debíamos dar un golpe en la mesa y recibimos un gancho doloroso. No hay nada perdido, más que una oportunidad importante, pero aún quedan muchos partidos.
Partido difícil el que se esperaba y no sorprendió. Ellos son así y nadie les ha desactivado en su casa. Es justo decir que el Racing le planteó un buen partido en la primera parte, que le controló y a punto estuvo de cerrarlo, pero al final, en el cómputo general, fueron superiores y se llevaron un partido importante pero para nada definitivo. El partido tuvo poca historia. No competimos lo suficiente ni siquiera para empatar. Y sinceramente creo que tampoco hay que mortificarse y pensar demasiado en el partido porque pocos, por no decir ninguno de los que nos queda, será siquiera parecido. Eso sí, el reto que tenemos obliga a mejorar en competitividad. Así que a por el Zaragoza con el cuchillo entre los dientes.
Pues estoy casi como Luis Aguilé cuando salió de Cuba. Allí se ha quedado enterrado no mi corazón, pero sí parte de mi ánimo. Llegaremos seguro al playoff pero cada día este viacrucis es más amargo. El Mirandés es un equipo diseñado para jugar al fútbol mientras que el Racing se ha preocupado más en plantear pelotazos económicos que la lógica convirtió en tocomochos deportivos. San Mateo nos dice que no se puede servir a Dios y al dinero, y mientras que el Racing eligió a First You, el Mirandés prefirió la opción First Football. Y así nos ha ido ayer. No quiero acabar sin un recuerdo a Juan Gutiérrez, otro exiliado racinguista de manera inmerecida y caprichosa, de quien después de su partido, solo se puede decir: «¡Dios, qué buen vasallo si tiene buen señor». Pero aquí estamos a otra cosa.
El problema de los centros laterales en este equipo es alarmante. El Mirandés vio sangre, fue a por ello y con un centro y un balón parado te mete dos goles, pudiendo ser alguno más si no llega a ser por Jokin. Por no hablar de que ninguno de los jugadores del equipo ganaron ni caídas ni duelos. Una pasividad y una falta de intensidad impropia de estos jugadores.
Maguette perdido y desaparecido en el centro del campo, y cuando José Alberto lo cambió, Vencedor fue el único jugador que ha tenido criterio con el balón. Las bandas han sido auténticas autopistas para los locales. A partir del gol, el Racing vio que tenía el trabajo hecho, se durmió, y perdió merecidamente el encuentro. Analizar, seguir trabajando y seguir creyendo.
Es habitual que los equipos hagan ejercicios de activación en el mismo césped antes de que los partidos se inicien en la segunda mitad. Unos ejercicios sencillos, más que para los músculos, para la cabeza. Ayer en Anduva el Racing no sólo no se activó, sino que abandonó lentamente, al ya conocido como 'ritmo Meseguer', el estadio jabato para despedirse del encuentro y para enviar el enésimo mensaje a sus rivales: ya no somos temibles.
Esta vez al equipo, más allá de los problemas habituales, le faltó mando desde el banquillo. José Alberto no logró contrarrestar la superioridad local en el centro del campo una vez que se vio que el cambio de Meseguer no iba a funcionar. Como a sus jugadores, al asturiano le faltó personalidad, impulso, las ganas de querer. Y eso, un aspirante al ascenso, no se lo puede permitir, y menos en un partido en el que los tres puntos que tú pierdes los suma un rival directo. Queda mucho, eso es evidente, pero la sensación es que las fuerzas están al límite, y las ideas también, Y eso que el partido había comenzado bien. A veces, o siempre, lo que funciona es mejor no tocarlo. Para nada.
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