Borrar
Pablo Torre controla el balón ante la oposición de dos jugadores del Leioa. Roberto Ruiz
Un dilema difícil de resolver

Un dilema difícil de resolver

La contracrónica ·

Alternativas. Solabarrieta volvió a elegir entre Pablo Torre y Cejudo. El canterano fue titular y mandó un balón al poste. El veterano salió a por todas y marcó el segundo gol del Racing

Lunes, 8 de febrero 2021, 15:05

Habrá ligas que puedan ser de las estrellas, pero se diría que la Segunda B no es lugar propicio para constelaciones. O, al menos, el Racing de Solabarrieta, donde parece que no hay sitio para que jueguen juntos sus dos grandes astros: Álvaro Cejudo y Pablo Torre. Desde el partido frente al Real Unión -tras la que sólo el míster quiso ver brotes verdes en un vergonzante 1-3 en casa-, no había vuelto a alinear juntos en el campo a sus dos hombres con más talento. Los dos llamados a crear el juego ofensivo, a inventarse el último pase, a marcar con su impronta al resto del equipo, a convertirse en el valor añadido, en el jugador que marcase las diferencias frente a los rivales. Como si fueran incompatibles, como si alguna ley no escrita obligase a dosificar la calidad, en las últimas jornadas ni siquiera coincidieron juntos sobre el césped.

Esta semana, tampoco. Tras alternarlos en jornadas anteriores -en la última, Cejudo estaba sancionado por amarillas-, esta semana el míster decidió repetir apuesta, y volver a confiar de inicio en Pablo Torre, tras la victoria contra todo pronóstico frente al Alavés B. Y los primeros minutos parecieron dar la razón al entrenador: Torre distribuía, tocaba, se ofrecía. Pero algo había cambiado en su equipo. Desde luego, no es lo mismo compartir espacios con Riki que con Benktib. O que en la banda esté Isma López en lugar de Maynau. Tal vez no haya sitio para dos jugadores-franquicia, pero las leyes no escritas del fútbol aseguran que buenos se asocian, siempre. Y que cuanto mejores sean los tuyos, mejor jugará tu equipo.

Como la desmemoria debe ser una ventaja competitiva, el Racing se empezó a olvidar de sus problemas de esta temporada. Sin un juego demasiado brillante, un Leoia menos mordedor que en anteriores visitas al Sardinero planteó el partido al estilo clásico: atrincherados, esperando una contra. Terreno abonado para un Pablo Torre cuya complicidad con Riki empieza a dar sus frutos. Sin embargo, el que más brilla es Soko, cuya explosividad le sitúa en estado de gracia. Y Camus, que arranca el penalti que acabará en el uno a cero.

Pablo Torre mostró, como en Ibaia, una buena conexión con Riki en el centro del campo

entendimiento

Cejudo volvió a ver el partido desde el banquillo, aunque aprovechó los minutos que tuvo

suplencia

El joven Pablo, no obstante, no se resigna a un papel secundario. Suyo es el balón parado, la organización del juego... Cuesta curtirse en la categoría, superar la presión, pero el talento acaba por imponerse. Como cuando coge un balón en la frontal para lanzar un golpe franco: por mucho que otros dos compañeros ronden por allí, impone su jerarquía. Pero hay una asignatura que se le resiste: el gol. En el cincuenta y cinco, a punto está de superarla, pero su chut desde la frontal se encuentra con la madera.

Desde la banda, Cejudo lo observa. Calienta, aunque nunca se sabe si saldrá o se quedará inédito. La incertidumbre alimenta este duelo de la experiencia frente al hambre, del empuje de la juventud contra los galones de la veteranía... Compañeros pero rivales, por exigencias del guión, el consagrado da el relevo a la gran promesa. ¿El mundo al revés? Porque el orden lógico parece el inverso: dar la responsabilidad a los veteranos y, más tarde, con más espacios, la oportunidad a los aspirantes.

Como si se hubiera juramentado en una lucha personal contra el calendario, Cejudo salta al campo como si quisiera comerse el verde. Muerde. Encima a los defensas, pelea incluso por los balones perdidos. Cae a las bandas. Intercepta pases rivales. Aparece por el lugar más inesperado. Redobla tantos esfuerzos que parece querer dejar claro que todavía le queda tanto por decir como al aspirante por demostrar.

El técnico sigue sin apostar por sus dos jugadores con más talento al mismo tiempo sobre el césped

COMPATIBILIDAD

El Racing saltó ayer al campo con cinco canteranos en el once titular frente al Leioa

protagonismo

Y su esfuerzo encuentra recompensa, cuando un Soko desubicado -el centro del área, y sin velocidad de por medio, no parece su hábitat natural- se inventa un taconazo de recurso, donde otros sólo verían portero, Cejudo ve un trazado en semicírculo, una línea de puntos por la que colar con efecto un derechazo tan sutil como letal, que caracolea delante del portero para colarse entre su guante y la cepa del palo largo, haciendo inútil su estirada espectacular.

La ley de vida es inexorable, y sanciona que, a la larga, se impondrán los jóvenes, pero nunca resulta fácil destronar a un líder. Y menos, a uno como Cejudo. Tal vez Solabarrieta quiera explotar esa lucha atávica, el inevitable relevo generacional, y fomentar esa competencia en beneficio del equipo. Motiva a dos jugadores enormes para que den lo mejor de sí. Aunque tampoco estaría de no dar por hecho que ambos sean incompatibles. El talento no suele serlo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Premios Goya

La quiniela de los premios Goya 2025

Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Un dilema difícil de resolver