Un despertar tardío e incompleto

José Alberto le dio en Andorra una vuelta al equipo frente al Levante para regresar, prácticamente, a lo habitual. Así, Germán Sánchez se incrustó de nuevo en el centro de la zaga y Mboula ocupó otra vez el extremo derecho. Yde los tres regresados, sólo Íñigo Sainz-Maza, el capitán, entró en el once. Se le echaba de menos al de Ampuero. Casi la gran novedad fue una nueva titularidad de Marco Sangalli en el lateral derecho, en detrimento de Dani Fernández.

El Andorra, poco que ver con el equipo de Eder Sarabia, le iba a ceder el mando del partido al equipo cántabro. Quizá sabedor de que a los verdiblancos les gusta otra cosa. Para aprovechar las desconexiones racinguistas en defensa. Así llegó la primera acción de peligro para los locales. Contra, centro desde la derecha y cabezazo cómodo de Karrikaburu, muy centrado, que atrapó Ezkieta.

La siguiente acción fue una más para la lista de jugadas de billar que no entran en el ataque cántabro. Un córner lanzado al primer poste –una estrategia entrenada el mismo viernes–, Germán Sánchez no acertó a introducir la pelota casi debajo del travesaño y, en el rechace, Aldasoro se encontró con las piernas de un rival y la pelota se marchó a córner. Acto seguido, en otro saque de esquina, el propio Germán Sánchez cabeceó por encima de la cabeza.

Íñigo Sainz-Maza parecía un bulldozer arrasando con todo a su paso por el césped del Estadi Nacional. Estuvo a punto de ir a buscarle la Policía del Principado por robo continuado. Era el punto de partida, casi siempre, de las opciones peligrosas verdiblancas. Su tocayo Vicen llegó por la banda izquierda, pero su tentativa la desbarató la zaga. En el otro área, un centro raso y peligroso de Iván Gil lo despejó Ezkeita con su pie izquierdo.

Arana andaba como loco por romper de una vez la mala dinámica racinguista en área contraria. Así que salió de hábitat natural, pecó de egoísta y se la jugó él solo. Desde su casa. Su disparo se marchó por encima del travesaño. El Andorra contestó. Iván Gil pilló despistado a Marco Sangalli en el segundo palo y el cabezazo del atacante tricolor obligó a Ezkieta a lanzarse para repeler junto al poste. El propio meta navarro tuvo que tirarse abajo para sacar un tiro raso de Julen Lobete. El equipo verdiblanco empezaba a perder fuelle y su rival, a crecer poco a poco.

Y al final, pues... Que viene el lobo; que viene el lobo... Gol de Lobete. Después de otra pérdida racinguista en ataque, el Andorra, con la lección aprendida, puso el turbo y el extremo, con muchas facilidades por la banda derecha, se internó hasta encontrar disparo y su tiro, desviado tras tocar en el pie de Manu Hernando, batió a Ezkieta.

El resto hasta el descanso iba a ser frustración racinguista. Eso, y un tiro de Iván Gil desde la frontal del área que hizo trabajar de nuevo a un Ezkieta que tiene siempre más trabajo que el abogado de Gerard Piqué. Bueno, pero no tanto como José Alberto en el vestuario para arreglar el desaguisado.

Lo primero que hizo el míster asturiano fue retirar a un flojo Peque para dar entrada a Iván Morante y sacar a Lago Junior por Mboula. Aldasoro adelantó su posición. Pero el guion no cambió demasiado, porque Ezkieta volvió a ser protagonista. Karrikaburu le ganó con demasiada facilidad la espalda a Marco Sangalli, se plantó ante el portero, y el disparo del vasco lo desvió el arquero con la pierna.

Lejos de reaccionar, el equipo cántabro siguió naufragando. Impotente en ataque, era incapaz de llevar peligro y hacía demasiadas concesiones atrás. Así que otro tiro de Iván Gil acabó estrellado en el poste izquierdo de la meta cántabra. El balón le cayó a Karrikaburu, solo y sin portero, y la mandó al otro poste. El delantero vasco puede dar gracias al colegiado por señalar un fuera de juego que no pareció para anular la jugada.

El Andorra empezó a parecer el Barça de Guardiola. Rondos. Desesperación verdiblanca. Correr detrás del balón. José Alberto buscó algo diferente con la entrada de Andrés Martín en lugar de Íñigo Sainz-Maza. El sevillano se ubicó en la banda derecha y Lago Junior se marchó a la derecha. El recién ingresado ya llevó peligro en la primera acción, aunque su marcador llegó a tiempo para evitar el tiro tras un buen desmarque del racinguista.

Andrés Martín había puesto la alarma y logró hacer reaccionar al equipo verdiblanco, que hizo la del Corea del Sur contra España en el Mundial de 2002. Marco Sangalli mandó el balón al espacio, Lago Junior centró en su intentó de que la pelota no se escapara por la línea de fondo y Andrés Martín remachó a gol en el área pequeña. Cid Camacho se convirtió en Al-Ghandour y dio gol legal. El VAR no le quitó la razón y, como el no gol de Lamine Yamal ante el Real Madrid. Siempre quedará la duda.

De repente, el Racing despertó. A tiempo. Aunque Karrikaburu tuvo su enésima oportunidad. Esta la mandó fuera. Los verdiblancos volvieron a insistir y Arana, tras una acción de Iván Morante, la iba a poner en la escuadra contraria. Gol. Aunque, esta vez, el colegiado iba a anular por fuera de juego del canario. El VAR tuvo bastantes dudas, pero, finalmente, mano arriba y anulado. El propio Arana se guisó la siguiente, la aliñó y no se la cenó porque el meta Ratti se le echó encima.

A los cántabros les iban a anular otro tanto. Esta vez a Andrés Martín, que se plantó solo ante el arquero y le batió por el palo corto. Aunque el fuera de juego del sevillano era bastante claro. Lo positivo, que el equipo estaba vivo después de vagabundear durante la mayor parte del encuentro. Y otra más para el andaluz, que la pegó desde la frontal, pero la pelota se marchó cerca del travesaño.

El empate valía de poco, pero menos aún la derrota. Porque el Andorra pudo hacer el segundo en un saque de esquina. El balón, muy cerrado, se lo quitó de la cabeza casi sobre la línea Marco Sangalli a Schleider. Respondió Lago Junior tras un buen recorte, pero su remate salió defectuoso ante la oposición de un defensa.

Pese a la necesidad imperiosa de ganar de los racinguistas, José Alberto retiró a Arana para dar entrada a Grenier y pasar a Andrés Martín a la delantera. Sin embargo, la efervescencia racinguista ya se había evaporado. El choque volvió a ese punto en el que a los verdiblancos les costaba un mundo llegar al área rival. Incluso era el Andorra el que llevaba algo más de peligro. Seis minutos de añadido. Un disparo al palo largo de Karrikaburu que se marchó fuera y un cabezazo de Pastor que agarró Ezkieta abajo pusieron en alerta de nuevo a los cántabros.

Andrés Martín era el único. La pregunta es, ¿por qué no entró antes? El andaluz, en una contra, recibió un pase atrás de Íñigo Vicente y, de primeras, la pegó demasiado alta. Fue la última, porque el resto fue un dominio andorrano que no llegó a ninguna parte. Así que el empate, ese insulso empate, fue lo que se quedó.

Oportunidad perdida. La cuarta consecutiva. El Racing regresó de Andorra en la sexta plaza, con los mismos puntos que Sporting y Oviedo por detrás, pero con un partido menos para ambos equipos asturianos y para el resto de competidores por la gloria. Será difícil aguantar el tipo a medida que avance el fin de semana con tan exiguo botín, pero no queda otra que desear y esperar.