No da la talla

Durante la previa, en los videomarcadores dieron continuidad al trabajo psicológico de José Miguel Manzanares. En bucle, repetidos, los goles de las últimas cuatro victorias: Portugalete, Alavés B, Laredo, Leioa y Barakaldo. La repetición de los éxitos en la pantalla era como memorizar la receta ganadora. Así que Aritz Solabarrieta tomó la misma doctrina. El Racing, ese equipo que hasta hace unas semanas estrenaba cada partido hasta ropa interior, sumó ayer su tercera semana consecutiva con el mismo once. Ustedes ya deberían sabérselo de memoria. El problema fue el cambio de planteamiento y de imagen. La estrategia ideada por el técnico verdiblanco hizo aguas y, para cuando quiso reaccionar, recibió en diferido su castigo. En el momento en que menos lo merecía, aunque ya había hecho méritos suficientes en los 75 minutos anteriores.

Desde el pitido inicial se notó que la de ayer no era una pantalla normal. De esas de saltar plataformas, colarse por tubos y recolectar setas. Era una tarde de mono azul de fontanero, de esfuerzo, garra y precisión. Y, lo más importante, de no fallar. Porque para el Racing, que se quedó casi sin vidas en la primera vuelta de la competición, el suelo es lava. Aquí había monstruo. El público apretaba. En medio del respeto, la Real Sociedad B tuvo la primera ocasión. Un centro desde la derecha que Lobete remató alto.

El problema para el equipo verdiblanco es que debía aclimatarse de forma urgente a un hábitat muy distinto al que había disfrutado últimamente. El filial txuri-urdin no sólo le iba a discutir la posesión, sino que, le iba a superar en esta faceta. Y así, al menos para la vista, la impresión era de cierta debilidad de los de Solabarrieta. De pequeñez.

Para un Racing que sufría sin balón y que pasaba miedo en las acciones a balón parado –ay, el marcaje en zona...–, la contra parecía el único argumento con el que hacer daño a la Real Sociedad B. Ya había pasado la media hora cuando, después de tres saques de esquina consecutivos para los blanquiazules, una cabalgada de Soko tras rechace de la defensa lo culminó Cedric con un disparo desviado.

La música de suspense seguía sonando. «Tini-nini-nini». Porque el empate, al Racing no le permitiría tener otro crédito para seguir jugando. La primera vez que los verdiblancos lograron trenzar una jugada, dispusieron de una ocasión muy clara. La ejecución fue horrorosa. Isma López sacó el balón desde atrás con oficio y calidad y entre Pablo Torre y Cedric crearon una oportunidad que el nigeriano marró con un remate muy defectuoso en boca de gol. 41 minutos habían pasado ya. Más acierto tuvo Alkain en la respuesta. El extremo se quedó solo, pero no contaba con la oposición de Lucas Díaz, que tapó fenomenalmente el tiro para evitar el tanto. Una advertencia para la segunda parte.

Pero no pareció haber captado el Racing el aviso o, lo que es peor, ni siquiera tuvo capacidad para hacerle frente. Empequeñeció, porque la Real Sociedad B, incluso, incrementó su dominio. Tanto, que el equipo de Solabarrieta pasó 13 minutos de la segunda parte sin dar tres pases seguidos. Corriendo detrás del balón como el 'pringao' en el centro de un rondo. Así que Pablo Torre dijo 'basta'. Con los gemelos ya en la parte baja de la espalda, el chaval tuvo que retirarse como las muñecas de 'Famosa' y dejar su puesto a Cejudo.

La presión verdiblanca para cerrar la salida del balón del filial donostiarra era a todas luces ineficaz. Y aún así, con muy poco, Cejudo dispuso de una volea dentro del área que se marchó picada. Pero en el saque de puerta consecutivo, el Sanse desfiló cómodo hasta el campo contrario y el tiro ajustado de Alkain lo tuvo que sacar Lucas Díaz con apuros.

Solabarrieta intentó cambiar el panorama con la entrada de Traver y Jon Ander en lugar de unos Soko y Cedric que hacía rato que deambulaban por el terreno de juego. Aunque no eran los únicos. Ni rastro de Riki; Íñigo Sainz-Maza, desbordado; Álvaro Bustos, invisible... Mantilla era el racinguista que más balones tocaba y no precisamente para iniciar la elaboración. El tiempo se agota y el «tini-nini-nini» que se acelera.

La mejor noticia es que, a pesar de todo, el Racing seguía vivo. Otra mala, que no tenía ni suerte ni tino. De entre la maleza en la que residía el equipo verdiblanco apareció Íñigo Sainz-Maza para inventarse un pase magnífico al hueco. Pero Álvaro Bustos, solo ante Ruiz-Zeberio, mandó su remate fuera.

El fallido trabajo de presión acumulado acabó por eliminar también al extremo asturiano, que tuvo que ser sustituido. El Racing ya había perdido por cansancio y desacertado planteamiento a los tres hombres más desequilibrantes de las últimas semanas. Correr sin orden agota. Capanni fue su sustituto y el equipo cántabro pasó a jugar un 4-4-2.

El caso es que la ocasión de Bustos o había tenido cierto toque vigorizante para el Racing o había vuelto vulnerable a la Real Sociedad B. Arambarri y Ruiz Zeberio hicieron la tontería de la tarde. El central se puso a hacer dominadas dentro de su área y al portero sólo se le ocurrió coger el balón con las manos. Cesión. Más allá de ser un libre indirecto delante de la portería, siempre es difícil aprovechar una de estas acciones ante tal maraña de contrarios y el lanzamiento de Isma López no encontró el destino adecuado.

Ahora sí, el Racing, espoleado por la grada, dio el paso adelante que debía. A buenas horas. Fue tan tarde que la Real Sociedad B logró marcar cuando menos lo merecía. Ya sin tiempo de redención para los verdiblancos. Un remate de cabeza de Blasco lo repelió Lucas Díaz con una fantástica parada, pero el meta ya no pudo hacer más en el rechace, que le cayó a Ezkurdia para hacer el 0-1.

El «tini-nini-nini» dejó de sonar, porque los Campos de Sport quedaron en silencio. Como a puerta cerrada. Como prácticamente clausurada tiene el equipo verdiblanco la entrada a la siguiente fase de la competición con los mejores. Debe ganar lo que le queda y rezar a Nando Yosu para tener alguna opción. No tiene pinta. Así que la temporada se barrunta que va a ser aún más extensa y complicada de lo esperado.