El Racing no pasa del empate

Un tipo alto, altísimo, pasaba el viernes por los aledaños de los Campos de Sport de El Sardinero. Mirando a la fachada del estadio. Recordando. Porque, en otra época, esa fue su casa. Visita inesperada. Un tal Nikola. De apellido Zigic. Y de profesión, goleador. Cuando vestía de verdiblanco, incluso trabajó de ilusionador. Porque a los racinguistas, cuando vieron la foto del gigante serbio posando en el templo, se les encogió el estómago. Les superó la nostalgia. Aquellos tiempos mejores que protagonizó el ariete y que ahora parecen cosa de otro siglo. Una morriña que se acrecienta en escenarios tan humildes como Olaranbe. Pero el Racing está ahí por méritos propios y para volver a ver los brotes verdes, primero debe respetar y superar a rivales como el Vitoria. La alegría tendrá que seguir esperando, porque el equipo de Ángel Viadero fue incapaz de imponerse a un contendiente en puestos de descenso que hizo lo justo para amarrar un punto. Un punto que a los locales les sabe a gloria, aunque pudieron llevarse hasta el triunfo. Un punto que a los visitantes les hace una aguadilla en la tristeza en la que permanecen sumidos. Por eso, quien quiera esbozar una sonrisa, será mejor que se ponga vídeos de Zigic vestido de verdiblanco en lugar del resumen del encuentro de este domingo.

Ganar en tierras alavesas no iba a ser pan comido pese a la bisoñez del rival y la historia visitante. El Racing no está bien y lo volvió a hacer patente. Y eso que los montañeses avisaron primero. Un robo de Álex García en la izquierda propició un tiro posterior de Dani Aquino, raso, que Quique Cebriá atrapó sin problemas. Quien iba a perder el respeto pronto era el Vitoria. El filial del Eibar contó con tres ocasiones casi consecutivas. Las dos primeras, calcadas. Disparo desde la frontal de Sarriegi, que Iván Crespo envió a saque de esquina. Posteriormente, una buena pared la culminó Etxaburu, con un tiro que se estrelló en el lateral de la red.

El caso es que, con el paso de los minutos, el balón era absoluta propiedad del conjunto vasco. Al Racing la posesión le duraba menos que a Zigic dentro del área. El balcánico sacaba rédito. El equipo de Ángel Viadero sólo podía correr detras de un esférico que el Vitoria movía de lado a lado relativamente cómodo. Cuando el cuadro cántabro hilvanó cinco pases seguidos, hubo llegadas realmente peligrosas y los locales tuvieron que tragar al fin saliva. Los verdiblancos apretaron el turbo por un momento. Efervescencia limitada.

Una combinación desde atrás llegó a Antonio Tomás, que colgó la pelota al segundo poste, donde entraba Juanjo. El de Ontaneda fue mucho más generoso que lo era Zigic en los metros finales. En lugar de rematar, cedió de cabeza para la entrada de Dani Aquino, pero el meta Quique Cebriá se adelantó al murciano. Acto seguido, el centro de Héber desde la derecha se lo quitó Cipetic de cabeza al propio Juanjo. La nota positiva de todo esto es que, por fin, al delantero racinguista se le vio con algo de asiduidad en la zona de peligro. Pero los problemas racinguistas en campo rival no quedaron solventados.

El choque había entrado en una fase de igualdad en la que, probablemente, una individualidad podría haber desnivelado la balanza. Justo en ese momento Ángel Viadero cambió de banda a Álex García y Héber. El gallego completó un buen slalom dentro del área. Esta vez, ni se tiró ni hubo derribo. El control se le marchó largo y el arquero local agarró la pelota sin mayores consecuencias. Otro de los jugones del Racing, Dani Aquino, se sacó una ocasión de la nada. Recogió la pelota en la frontal del área y buscó el hueco. Mandó un lanzamiento con una rosca insuficiente, ya que el ‘Torito’ no encontró portería.

Tras el descanso, la película continúo con la misma trama. Un film bastante aburrido. Pronto Viadero intentó buscar cosas distintas con un doble cambio. Retiró a Sergio Ruiz y Álex García y dio entrada a Quique Rivero y César Díaz. No da con la tecla. Nada mejoró. Pasaron los minutos y sobre el césped no sucedió nada reseñable. Para olvidar. Al técnico de Canalejas tampoco debía gustarle mucho, porque en el minuto 65 gastó su tercer cambio, dando entrada a Javi Cobo en lugar de Juanjo.

Otra vez, fueron los finos estilistas verdiblancos los que lograron cortar los intensos bostezos de la grada de Olaranbe. Héber, por su lado natural, donde realmente es peligroso, ideó una gran cabalgada que terminó con derribo en la frontal del área. Dani Aquino cogió la pelota e hizo trabajar al guardameta local. Su disparo lo mandó Cebriá a córner con una ágil mano. Poco después, el murciano dispuso de otro golpe franco de similares características, pero esta vez la pelota se marchó demasiado centrada, a las manos del arquero.

Sin embargo, no iba a ser ninguno de los verdiblancos quien iba a tener la mejor ocasión eran los vitorianos. Por alto. Un balón colgado al área lo remató con un certero cabezazo de Etxaburu que se marchó susurrando al poste derecho de la meta de Iván Crespo. A partir de ahí, el desierto. El tedio. La nada.

Un sopor del que pudo sacar a la tarde y, sobre todo al Racing, César Díaz. El albaceteño dispuso de una ocasión inmejorable. Así la debió imaginar en sus solitarios momentos en el gimnasio. El gol habría supuesto un chute de confianza para el atacante después de tanto tiempo en el dique seco. El de Villamalea se quedó completamente solo, delante de Cebriá. Remató mal. Fatal. El meta, resignado ya para el fusilamiento, detuvo el manso balón prácticamente incrédulo en el paredón de su portería.

La piedad que tuvo el Racing en esa acción le pudo costar aún más cara a los de Ángel Viadero, porque apenas unos momentos después, fue el Vitoria quien perdonó la vida a los cántabros. Un disparo cruzado de Ibargoien se marchó cerca del poste derecho de la meta de Iván Crespo.

Otro resultado gafas. 0-0. El segundo consecutivo a domicilio. Un marcador que refrenda la mejoría racinguista en tareas defensivas –quinto encuentro seguido sin encajar gol–, pero deja muy a las claras las carencias verdiblancas en otras parcelas. Unos defectos que pueden quedar aún más a la luz hoy si los rivales verdiblancos que marchan en los puestos altos de la clasificación hacen sangre de la tristeza racinguista.