El divorcio del Racing con la Copa

En 2008 y 2010, con Marcelino y Miguel Ángel Portugal en el banquillo, ambas con el equipo en Primera División, el pase a las seminales llevó al racinguismo al éxtasis. Sin embargo, desde entonces no han sido más que penas y tristezas. La eliminación a las primeras de cambio del pasado miércoles ante el Zamora, un rival dos categorías inferior al Racing, ha vuelto a dejar a la grada cabizbaja y entre el enfado y la resignación. Los datos son más que llamativos; el Racing no marcaba un gol en la Copa del Rey desde que lo hiciera en 2018 en aquella ronda ante la UD Logroñes. Fue de penalti, obra de Quique Rivero. Cinco años han tenido que pasar para que el Racing anote un tanto en el torneo copero, una sequía que se rompió en el estadio Ruta de la Plata obra de Andrés Martín en el tiempo añadido (92) y en posible fuera de juego. El gol supuso el empate 'in extremis' de un partido en el que se estaba repitiendo lo de los últimos años. Cinco ediciones en las que los verdiblancos han pululado por la competición de desastre en desastre y sin ser capaces ni de acercarse al pase de ronda.

En aquel 2018, el Racing a partido único a Mirandés, UCAM Murcia y UD Logroñés. Ante este último rival, un gol de Quique Rivero le permitió entrar en el bombo y la suerte le deparó un equipo de Primera, el Betis de Quique Setién y Canales. Aguantó como pudo la acometida de los sevillanos en el partido de ida (0-1) en El Sardinero, para después perecer en el Benito Villamarín (4-0). Iván Ania, por aquel entonces el entrenador del grupo, declaró que se había tomado la Copa en serio. Debutaron algunos canteranos, otros que venían siendo habituales siguieron, como Chus Puras en el carril zurdo, pero se cayó. Aunque en aquella ocasión no estuvo mal vista la eliminación, pues al menos pasó por El Sardinero un grande como el Betis, que después de seis años alejado de la élite se aprovecho y se disfrutó. El Racing acabaría ascendiendo a Segunda División en aquel curso y el equipo creció una vez eliminado del torneo del KO. No pasó excesiva factura la derrota copera.

Los años siguientes son todos para olvidar. Sin excepción. En la campaña 2019-2020, ya con el racing en Segunda el propio Iván Ania volvió a gestionar esfuerzos y a redistribuir cargas con futbolistas habituales y otros no tanto. La misma estrategia también siguieron sus sustitutos en el cargo, con Javi Rozada como primera víctima al curso siguiente o con Guillermo Fernández Romo, en la siguiente temporada -en Copa Federación-, y José Alberto en las dos últimas. Ninguno dio con la tecla. Bien es cierto que tampoco se llevó por delante a nadie, aunque en honor a la verdad, más que suponerle algún tributo a algún jugador a los que les pudo afectar fue a los entrenadores.

Javi Rozada (2020-21) quedó señalado y más tarde fue destituido; Romo, en el primer envite (2021-22) salió dolido, pero la brillante marcha liguera fue el pañuelo cura fracasos y nadie se acordó más de la traca copera, mientras que José Alberto, que en las dos ocasiones que ha tenido que dirigir al Racing en el torneo del KO (2022-23 y 2023-24) ha salido escaldado con un equipo de categoría inferior (Linares y Zamora), de la primera salió más reforzado, porque obró el milagro de los panes y los peces con una plantilla desnortada que acabó la temporada sin frenos y en la segunda, de la que apenas han pasado dos días, solo los resultados en Liga harán olvidar pronto el desastre de Zamora.

De lo que no hay duda es de que la Copa suele ser el escenario perfecto para reivindicarse, sobre todo de aquellos futbolistas que no suelen contar cada semana. José Alberto el miércoles puso a once nuevos y la mayoría no aprovechó la coyuntura. Miquel Parera cumplió, lo mismo que Mario García o que Rubén Alves, pero otros, o bien porque las condiciones del partido, campo o rival no se lo permitieron, no recogieron el guante. Los Jorge Pombo, Marco Sangalli, Lago Junior... No aportaron lo que se esperaba. Otros como Íñigo Sainz-Maza, Aritz Aldasoro o Yeray, quisieron pero no pudieron y el resultado ensombrece cualquier empeño. La Copa no produce damnificados al momento, pero más adelante se cobra el viaje.

A las primeras de cambio, para casa. En la campaña 2019-2020, poco antes de que la pandemia hiciera estallar el mundo, el Racing quedaba apeado de la Copa del rey ante un conjunto de categoría inferior en aquel entonces, el Real Murcia. Los verdiblancos eran equipo de Segunda División y los pimentoneros de Segunda B. Iván Ania se llevó a la Nueva Condomina un equipo más que apañado, con una mezcla de titulares y no habituales, pero donde predominaban los hombres de confianza. Crespo, Olaortua, Óscar Gil, Cayarga, Barral, David Rodríguez... Un solitario gol de Iván Pérez en el minuto 81 de partido resolvió la eliminatoria y mandó para casa a los racinguistas. La eliminación no sentó del todo bien en un principio. El equipo acababa de ascender y venía de muchas alegrías y fiestas y la Copa no era la prioridad, pero el sorteo había emparejado al equipo con un rival teóricamente inferior. Sin embargo, una tarde mala hizo que el Murcia acabará sonrojando al Racing y despejando el camino para una de las peores temporadas de la historia. Ania duró un mes más en el cargo, hasta que fue sustituido por Cristóbal Parralo, poco antes de comer el turrón y el final del curso, con José Luis Oltra en el canquillo fue de auténtica película de terror. Desahuciado y sin rumbo consumó el descenso.

Los años posteriores a aquella campaña 2018-19, en la que el racinguismo volvió a sonreír fueron aún más sangrantes; en 2021, el Racing cayó ante la Mutilvera (1-0) en un partido en el modesto campo navarro en el que apenas tuvo opciones. Los dos equipos eran de Segunda B, pero el club santanderino, uno de los candidatos al ascenso, y los navarros, el conjunto más modesto del grupo. La derrota supuso que el técnico, Javi Rozada, se quedase pendiendo de un hilo en el cargo, para a la semana siguiente dejar el banquillo tras empatar en Liga en el campo del Arenas de Getxo. Aquel curso fue un desastre copero y liguero, la peor temporada de la historia, ya que tras el cambio de entrenador y la llegada de Aritz Solabarrieta, el equipo no mejoró y quedó fuera, incluso, del play off de ascenso a Segunda. Un fracaso.En la eliminatoria copera, Rozada no escatimó tampoco con los teóricos titulares y jugaron los Matic, Villapalos, Pablo Torre, Cedric, Adrián Balboa y compañía. La eliminación fue justa, el equipo no hizo grandes méritos para que el resultado fuera otro y el modesto equipo de la Mutilvera acabó recordando el día en su historia. Rozada fue el más damnificado de la derrota. Latemporada fue tan mala que nadie recuerda el desastre copero aquel.

El curso siguiente fue aún más impactante. El Racing armó una plantilla para recuperar el sitio en el fútbol profesional, con Guille Romo en el banquillo y solapando las funciones de director deportivo. Lograría el éxito en el campeonato domestico, con un título de campeones y ascendiendo a Segunda de forma holgada y contundente. Sin embargo, en la Copa la competición ya empezó viciada. La campaña anterior no logró ni tan siquiera alcanzar el mínimo para poder entrar en el bombo de la Copa del Rey a la temporada siguiente. Así las cosas, se vio inmerso por primera vez en la Copa Federación, una competición inédita para el primer equipo santanderino y un torneo que hasta el momento tan solo había jugado su filial. Lo tuvo que jugar para poder acceder ala Copa de verdad. Ni con esas. Ganó Al Arenas de Getxo y al Avilés en una fase previa, pero cayó con estrépito frente al Leioa (1-2) en la tercera supuesta eliminatoria entre los modestos.El equipo vizcaíno era un conjunto dos categorías inferior y sonrojó al Racing al ganarle y apearle de la modesta competición en El Sardinero. Un varapalo que nadie esperaba y que, a la postre, sí que se pudo olvidar porque en la Liga las cosas acabaron bien. Ese día Romo dio alguna oportunidad a los no habituales, pero acabaron jugando los de siempre...

La temporada pasada, la Copa se rompió otra vez en Linares. El equipo estaba mal en el campeonato de Liga y el torneo copero sí que se veía como un problema para gestionar tantos compromisos con una plantilla corta e incierta. Romo había sido destituido días antes de viajar a Linares y José Alberto, que se había estrenado en Liga en Cartagena con una victoria contundente (0-3), se presentó en el campo andaluz con un ramillete de suplentes, pero con ganas de ganarse la confianza del vestuario y de la afición. Sin embargo, un solitario gol del Linares dejó en la calle al Racing. Adiós a la Copa. Las dudas técnicas y de compromiso planearon durante unos días, si bien todo el club, tanto internamente como su entorno, tenían claro que el objetivo era la Liga.Que a los andaluces les tocara elSevilla en la siguiente ronda tampoco ayudó, pero los buenos resultados que sucedieron a aquella eliminación dejaron el episodio en anécdota.Eso sí, a algunos de los que jugaron aquel partido les costó volver a tener otra oportunidad, e incluso algunos de ellos salieron del equipo. Con un entrenador recién llegado, la eliminación en Linares contribuyó a construir nuevas jerarquías y a consolidar otras que ya existían a las órdenes de Guillermo Fernández Romo.

Todos los finales son el mismo repetido y el de Zamora el pasado miércoles recordó al de Linares un año antes. Eso sí, con algún matiz. Esta vez, el Zamora era de Segunda RFEF y el Racing era el octavo de Segunda División. La diferencia era un poco más acusada, pero... el resultado, el mismo. El Racing acudió al estadio Ruta de la Plata con la Unidad B disponible al completo. Once cambios y futbolistas que no son habituales con la oportunidad de reivindicarse ante su entrenador. José Alberto vivió el partido con menos intensidad que otras veces, y eso que el duelo fue de infarto. El técnico aseguró en rueda de prensa que había respetado la Copa con todo:«No hemos venido a Zamora a dar un paseo ni a comer pinchitos», aseguró. Sea como fuere, el Zamora fue mejor en el cómputo global de una eliminatoria que se extendió hasta la tanda de penaltis. José Alberto tuvo que sacar a los 'titulares' a última hora y el equipo mejoró, pero no fue suficiente. Empate a dos en los 120 minutos de juego y a penaltis, fuera. Los Miquel Parera, Mario García, Yeray... salvaron un poco su cuenta particular, pero Lago Junior, Pombo, Sangalli y otros no estuvieron a la altura, quizás porque el campo y el rival no se lo pusieron fácil, pero lo cierto es que era una posibilidad de hacerle dudar al míster y no la aprovecharon. José Alberto acabó enfadado y solo los buenos resultados ligueros ayudarán al olvidar.