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El empate contra el Castellón ha abierto la trampilla por donde escapa una preocupación que llevaba un tiempo fermentando. Este Racing genera dudas. Sobre todo, ... por sus propias dudas. Dudas al cuadrado. Justo en el momento decisivo. Hay que buscar una solución urgente, pero no es fácil. El mismo equipo que de agosto a noviembre fue vertiginoso rodillo, ahora va al tran-tran. El diagnóstico no está claro, aunque lo realmente importante sería saber si, quien más datos tiene, conoce en profundidad lo que pasa y tiene una hoja de ruta. José Alberto, en rueda de prensa, dice que es mental. Seguro que algo de eso hay, pero no parece lo único.
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Las sonrisas han dado paso a las caras de tensión. A las discusiones sobre el terreno de juego. Los futbolistas están tristes pese a que el equipo sigue estando en la tercera posición de la tabla y con todas sus opciones abiertas. Pero algo no va bien. Desde hace tiempo. El equipo ha ido entrando en una espiral de ánimo negativo de la que no es capaz de salir y que ante el Castellón fue más patente que nunca.
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En una de las cosas en las que el entrenador ha estado poniendo el énfasis en sus últimas comparecencias. «Hay que disfrutar». Yes cierto que sus futbolistas ya no se lo pasan tan bien como al principio. Este equipo, por sus características, está hecho para gustarse. Para jugar rápido y bien. Pero lejos ha quedado eso, así que el Racing sufre y, lo que es peor, no compite al mismo nivel.
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El último partido de la pasada temporada ha hecho mella en un bloque que continúa en su mayoría. Pese a la experiencia y a tener un año más de carrera, a los futbolistas verdiblancos parece estar agarrándoles el fantasma de Villarreal, donde en la última jornada de la pasada temporada el equipo se bloqueó y perdió contra un rival ya descendido, para quedarse fuera del play off de ascenso. Parece que José Alberto barruntaba que algo de esto podía pasar y ha hecho lo posible por evitarlo, pero seguramente también le esté pasando a él. Ahora no encuentra la manera de levantar al equipo y en el vestuario ya se habla abiertamente de presión. Incluso da la impresión de que esos recibimientos y homenajes de la afición ya les generan más ansiedad que inyección moral.
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Al final, todo está relacionado. El miedo y el ánimo afectan al estilo. ¿Qué fue de aquel Racing valiente y alegre? Ni rastro. Ante rivales de la parte baja, como Tenerife o Castellón, el equipo verdiblanco se ha metido atrás, traicionándose a sí mismo. Yasí le ha ido. Eso, en lo colectivo. Pero, además, muchos futbolistas, uno a uno, no se atreven a hacer lo que hace unos meses no dudaban en intentar. En un momento como este, hacen falta jugadores que den un paso adelante. Que la pidan y que se dejen ver. Si no supiesen hacerlo, vale, pero ya ha quedado demostrado esta misma temporada que son capaces.
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Le sisan un penalti y nadie levanta la voz. Sale a siete, ocho o nueve faltas por partido. Los rivales le superan en mala leche. Y, por suerte o por desgracia, eso también cuenta en el fútbol y más a estos niveles. Así que el domingo José Alberto dio entrada a Álvaro Mantilla en el once porque es de los que aprieta los dientes cuando ve un balón dividido. Eso, en cuanto al carácter. Además, está lo de la contundencia. En defensa y en ataque. En las áreas, donde se ganan los partidos. El equipo es muy blandito defendiendo y arriba, salvo Andrés Martín, el resto anda en momento bajo. Salvo en las acciones a balón parado a favor, donde el equipo ha mejorado, en el resto ha ido a peor. Es una plantilla joven y eso tiene sus ventajas, pero a su vez le está pasando factura.
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¿Qué fue primero, la cabeza o las piernas? El equipo parece no estar físicamente igual que en el primer tramo de la temporada. No llega a todo. No le da para desplegar una presión tan intensa como antes. No tiene la misma chispa. Realmente no está bien de físico o, como dice el míster, el cerebro agarrota el resto de músculos. El caso es que hay jugadores, que han tenido mucha carga, que ahora pasan por un momento bajísimo, como Aldasoro y Vencedor, o Íñigo Vicente, aunque el de Derio parece estar resurgiendo poco a poco. José Alberto no es un entrenador dado a las rotaciones y, además, su estilo de juego es de altísimo desgaste para sus futbolistas. Evidentemente, el cuerpo técnico racinguista es el que maneja más datos sobre el estado físico de sus futbolistas y el entrenador, de momento, niega que los problemas puedan venir por ahí.
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La pizarra de José Alberto funcionó como un reloj en el primer tramo de la temporada. Su equipo era el más divertido de la categoría con diferencia sobre el segundo. Jugaba bien, ganaba e incluso su forma de defender se había convertido en foco de los análisis, con una línea del fuera de juego, altamente sincronizada, que era una auténtica trampa para los ataques rivales. Los enemigos empezaron a tomarle la matrícula y a desactivar su estrategia. Al cuerpo técnico no le quedó más remedio que abandonar su propuesta, pero a partir de ahí no ha vuelto a encontrar otra que le dé un buen rendimiento continuado. El míster va probando cosas, aporrea y aporrea, pero no da con la tecla. Y el equipo poco a poco se va cayendo y se agota el tiempo.
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La sala de máquinas racinguista hace tiempo que no funciona. De cinco mediocentros en la plantilla, uno está lesionado de larga duración y tres están en un nivel muy bajo. Sólo Maguette Gueye, con las piernas frescas y quizá más ajeno al entorno, está dando el nivel requerido. Sin la presencia suficiente en el centro del campo, el Racing se ve superado por los rivales. A la defensa le llegan con más facilidad y a los futbolistas de ataque les llegan menos balones en condiciones de crear peligro.
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Durante el pasado mercado invernal, el Racing tenía la intención de dar un salto de calidad en su plantilla para reforzar su candidatura al ascenso. Sin embargo, no sólo no lo consiguió sino que, a la larga, ha conseguido empeorarlo. Porque no es que haya perdido nivel, porque no hubo salidas y sí dos llegadas. El problema es que esos dos fichajes no están aportando y tampoco están sirviendo para dar alternativas y descanso a los habituales que están bajando su rendimiento. Rober González está mostrando un nivel muy discreto, sin nada que destacar y Meseguer está completamente irreconocible para un futbolista completamente contrastado en la categoría.
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El Racing sigue con sus opciones de ascenso intactas pese a su mal momento. Si lograse salir cuanto antes, lo tendría en su mano, gracias en parte a ese brutal comienzo de la temporada en el que llegó a aventajar en ocho puntos al Levante. El Elche está a siete puntos y el Levante, en la segunda plaza de ascenso directo, a tres –más el golaveraje–. Pero quedan 21 por disputarse. El calendario no ayuda, es verdad, pero a estas altura el nombre de los rivales importa menos. Este equipo ha demostrado que es capaz y debe volver a creérselo. Lo difícil es conseguir que lo haga, pero de momento está obligado a luchar.
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Javier Menéndez Llamazares
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