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Cuando esta noche esté en El Sardinero, mientras suene La Fuente de Cacho, mire a su alrededor. Fíjese en la gente que está trabajando. Piense ... en todos los que se ha ido encontrando desde que aparcó el coche o se bajó del autobús hasta que se sentó en su localidad –por cierto, siéntese en su sitio, que últimamente es una locura con los que no saben dónde tienen que ponerse–. Sólo los que dependen directamente del Racing –entre personal directo y contratado expresamente– suman casi trescientos. Ojo, trescientas personas movilizadas para cada partido en los Campos de Sport. Y eso sin contar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a los periodistas, a los que vienen a montar todo lo necesario para la retransmisión de la televisión, a los desplazados de la Liga, al equipo contrario... Hay once jugando de verde y blanco, pero el ejército racinguista y la ilusión que nos persigue tiene mucha retaguardia. Y hay que coordinarlo todo.
Empecemos por lo obvio. Por lo que más se ve. Los protagonistas y sus acompañantes directos: 23 futbolistas, seis personas en el cuerpo técnico, un delegado de campo y siete más –en distintas funciones– en el cuerpo médico. Césped, caseta y banquillo. A partir de aquí, el trabajo se reparte por todo el estadio. Por ejemplo, por la esquina más concurrida antes de arrancar. Hay un jefe de taquillas y seis empleados en ese departamento, que está incrustado en las instalaciones que ocupa la tienda (con alguien en el puesto de encargado y cinco trabajadores a su cargo).
281 profesionales
entre el personal propio del club y los operarios contratados a distintas empresas.
72 vigilantes de seguridad
Es el grupo más numeroso junto a los 58 encargados de los accesos.
6 reuniones
de distinto tipo son necesarias para la coordinación de cada partido en casa.
El director de operaciones juega un papel fundamental y su historia es curiosa. Él se encarga de coordinar todos los oficios, todas las tareas. Desde organizar horarios hasta controlar el montaje de los puestos exteriores de la tienda. Lo mismo se reúne con los de la retransmisión de la televisión que se ocupa de mover las piezas para resolver una incidencia. Lo de la curiosidad viene por quién es. Raúl García fue futbolista. Un coleccionista de equipos que tocó la Segunda División como lateral del Eibar y del Mirandés, pero que pasó por Real Unión, Racing de Ferrol, Barakaldo, Burgos, Palencia... Luego se pasó al banquillo y el destino quiso que llegara a ser segundo entrenador del Racing en tiempos de Carlos Pouso. La cosa se acabó y lo siguiente fue dedicarse a lo mismo que ahora, pero en Burgos. Hasta que retornó aquí.
Venga, sigamos con la lista. Un jefe de mantenimiento, tres jardineros, dos operarios en la megafonía, otros dos en el aparcamiento, una persona de guardia de limpieza... El responsable de patrocinios se ocupa de las empresas que colaboran con el club y de sus embajadores cuando acuden al estadio. Trabaja el día de partido acompañado de un comercial y de un responsable de actividades (si se organiza el típico juego patrocinado en el descanso o alguna otra cosa). Seguro que todos están en contacto con el director de Márketing, otro de los que está en el campo.
Hay un encargado de protocolo y diez azafatas. Zona de palco. También ocho recogepelotas. Zona de césped. Tres encargados de la 'U' de televisión y todo lo vinculado a las pantallas de publicidad. Además, un coordinador de voluntarios (que también los hay) y, para las labores de comunicación (atender a la prensa, elaborar comunicados, organizar ruedas de prensa, recopilar material de imágenes...) un director y, entre periodistas, cámaras y fotógrafos, otras seis personas trabajando. Más madera.
Todo esto sin tocar por ahora los cuatro grupos más numerosos. Las cifras más gordas. Once profesionales se enmarcan dentro de los servicios sanitarios que hay presentes en el estadio (en las UVI móviles, con los desfibriladores...). La nómina del personal de accesos incluye 58 nombres y para atender los dos bares que hay por grada y los tres de la zona de palco y boxes hacen falta 42 camareros y –¿lo sabían?– un cocinero.
Queda la seguridad. La privada (no la que tiene que ver con la Policía Nacional o la Local). Un director, dos jefes de equipo y, en total, 72 vigilantes.
Si suman, les sale 281.
Para coordinarlo todo, seis reuniones. Una, con antelación. Días antes. Pongamos que el viernes previo al partido y en la Comisaría de La Albericia. Un encuentro para la coordinación del dispositivo de seguridad con los agentes de policía desplazados.
Ya la mañana del choque, el director de operaciones se pone de acuerdo en todo lo necesario con el equipo de montaje para la retransmisión por la tele. Se abre el campo y se empieza a funcionar. A partir de ahí, una tras otra. Unas tres horas antes del pitido inicial, el director de partido que envía la Liga cada jornada charla con el director de operaciones del Racing y con un representante del equipo de comunicación del club. Luego, ese mismo enviado por la Liga repite, pero esta vez a la cita acuden también los representantes del equipo rival (volverán a verse todos tras acabar el choque para hacer balance). Y, por el medio (dos horas antes de que ruede el balón), el responsable de seguridad mantiene un encuentro general con las fuerzas del orden, con los vigilantes y con todos los encargados de los accesos y los voluntarios. Se reparten 'walkie talkies', petos, se fijan prioridades...
Y luego ya, fútbol.
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