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Nueve expulsiones, 154 minutos -más los añadidos- en inferioridad, dos penaltis señalados y dos fallos, nueve lanzamientos al palo, cinco goles anulados y tan solo nueve válidos en 18 partidos y aún así, el Racing está fuera del descenso. Ver para creer.
Resulta algo casi ... milagroso que el equipo verdiblanco se encuentre a estas alturas de temporada, tras haber demostrado una alarmante inoperancia ofensiva y haber sufrido todo tipo de calamidades, estar en «el puesto que nos permite cumplir el objetivo», como se apresuró a decir Guille Romo el pasado jueves en Ibiza, minutos después de caer derrotado en el tiempo añadido ante el colista con un penalti señalado más allá de la rigurosidad. Sirva como comparación ilustrativa que en la temporada 2019-2020, la última en la que el Racing jugó en Segunda División y que concluyó con el descenso de los cántabros al pozo de la división de bronce, a estas alturas el equipo ya estaba en la zona roja con tan solo un punto menos que ahora, a pesar de que había anotado trece goles más ¡Trece!
Es evidente que la línea que separa la permanencia del descenso es mínima y que cuando arrancó el campeonato las previsiones apuntaban a que el Racing iba a deambular jornada tras jornada al borde del precipicio. Sin embargo, nadie podía pensar que el equipo sufriera tantas penalidades y se mostrase tan inocente.
Con todas las carencias que ha demostrado el Racing en las 19 jornadas disputadas de Liga, por si fuera poco, ha jugado también en inferioridad 154 minutos, o lo que es lo mismo, casi dos partidos completos con algún jugador menos que su rival; en dos ocasiones, hasta dos futbolistas fueron expulsados en el mismo duelo. Si además de demostrar que el Racing es el que más problemas tiene de toda la categoría para poder hacer daño al contrario se permite el lujo de darle ventaja... No hay mucho más que decir.
Jugó en Tenerife sin Germán apenas unos minutos tras su expulsión, al igual que ante el Burgos, por la roja directa que vio Íñigo Sainz-Maza en el tiempo añadido. Esos dos días no resultaron tan significativos, puesto que los partidos estaban casi finalizados. Pero ante Las Palmas fueron 48 minutos sin su mejor hombre, Jorge Pombo; frente al Levante, los trece minutos finales sin Aldasoro -a Juergen lo echaron ya sustituido-; la historia se repitió en Butarque, ante el Leganés, cuando Pombo volvió a irse a la ducha antes de tiempo y dejó a su equipo 23 minutos en inferioridad; frente al Albacete, Fausto Tienza fue expulsado en el minuto 62 de partido y el domingo, en casa del colista, tuvo que ir a remolque más de cuarenta, prácticamente la mitad del partido, sin su delantero, Sekou Gassama. Desde luego, con la cantidad de problemas ofensivos que tiene el Racing, es todo un lujo cometer errores tan graves e inocentes que le supongan jugar con menos jugadores que su rival sobre el campo.
No solo son las expulsiones, sino que las decisiones arbitrales azotan a los verdiblancos sin ninguna piedad como si 'a perro flaco todo fueran pulgas'. La última desgracia fue la del pasado jueves en Can Misses, donde el árbitro señaló un penalti en contra en el tiempo añadido por una presunta mano de Eneko Satrústegui que tan solo vio el colegiado. Pese a las continuas peticiones de los futbolistas del Racing para que consultase la acción con el VAR, el trencilla no dudó en condenar al Racing a una derrota cruel. La situación está causando tanto malestar que el club emitió ayer un comunicado en el que expresó sus quejas y pidió «rigor» a los colegiados.
El resto del panorama tampoco es mucho más esperanzador, aunque eso ya no depende de otros sino de la propia inoperancia futbolística del equipo. Mandar nueve lanzamientos al palo es un registro que podría invitar al optimismo, pero al mismo tiempo explica que la falta de acierto es sinónimo de precariedad ofensiva. Hay ciertas dinámicas que se pueden explicar por la buena o mala fortuna, pero hay otras que no. Incluso desde los once metros es incapaz el Racing de anotar: dos penaltis señalados y dos fallados. Pleno.
No obstante, y pese a que la cantidad de penalidades que ha sufrido el Racing es significativa, no deben esconderse las deficiencias futbolísticas, que son enormes y acuciantes y que invitan a una intervención necesaria y acertada en el mercado de invierno. El equipo es una auténtica montaña rusa que no logra mantener una línea regular. Comenzó perdiendo cuatro partidos seguidos, prosiguió con una racha de otras nueve jornadas en las que tan solo cayó derrotado un día, pero tampoco fue capaz de ganar y sumar de tres en tres y ahora ha vuelto a caer en un periodo de cuatro partidos con derrota. Cero puntos de los últimos doce disputados. Sin ocasiones de gol, con una mínima sensación de peligro y con planteamientos muy poco ofensivos, el margen de acierto se reduce sensiblemente. Los jugadores de ataque no contribuyen a mejorar los registros; Sekou Gassama, el delantero referencia del equipo, que se lesionó ante la Ponferradina el 23 de octubre, lleva desde entonces, entre la lesión y los cuatro partidos que ha jugado, sin marcar un solo gol. Lo mismo ocurre con Matheus Aiás, el otro atacante, que suma un solitario tanto. Los guarismos de ambos son insignificantes.
A su falta de acierto se suma la nula contribución de los futbolistas de segunda línea, donde entre los tres jugadores más utilizados en la línea de tres cuartos, Jorge Pombo (1), Íñigo Vicente (2) y Mboula, únicamente contabilizan tres tantos. Ni qué decir tiene que los futbolistas menos empleados y que salen del banquillo con funciones ofensivas tampoco han aportado nada: Alfon, Marco Camus, Peque... Cero.
Mirandés, en casa, y Cartagena, a domicilio, son los dos rivales ligueros que le quedan al Racing antes de cerrar la primera vuelta del campeonato y de marcharse de vacaciones de Navidad. Dos rivales, uno directo que pugna por evitar el descenso y otro que sorprendentemente se codea con los mejores, que doblan en efectividad goleadora a los racinguistas. A todas las costuras que ha enseñado el equipo queda por añadir la inconcebible debilidad que ha mostrado en El Sardinero, donde tan solo ha logrado una victoria (1-0 ante el Zaragoza) y únicamente ha marcado tres goles, que le convierten en el peor equipo local de la categoría. Con todos estos datos, no deja de ser extraño y a la vez esperanzador que los de Romo se agarren a la permanencia hasta el punto de que si hoy se acabase el campeonato estarían salvados.
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