Secciones
Servicios
Destacamos
Siento que estoy entrando en una disyuntiva en la que acudir a los Campos de Sport me supone adoptar un ánimo alicaído. Treinta y cinco días en pleno campeonato sin ver al Racing son muchos. Y eso se une al hábito creado por tardes ... en que el equipo ha ofrecido poco y a que no ha ganado todo lo que supongo debe ganar en esta categoría. Este domingo pasado, además –después de la decepcionante derrota en Gobela–, se vivió una semana de cuchillos largos en el racinguismo. Había aficionados que incitaban a no acudir al estadio. Otros, que fuéramos a silbar. No faltaban esos que piden muchas cabezas –en sentido figurado– de técnicos, jugadores y dirigentes. También tenían voz los animosos que nos invitaban a apoyar hasta donde llegase el aliento. En este momento futbolístico, donde la pasión por este juego se desborda. Ya es un clásico que el entrenador esté en entredicho y los ídolos del domingo pasado sean hoy mercenarios de otras batallas. Todas estas pequeñas cosas forman parte de un todo de este ¡bendito juego! Una buena ocasión para acogerse a la visión que tienen algunos de estas coyunturas, donde dicen que: ‘Después de la tormenta viene la calma’. Pues bueno, ya estamos en lo que estamos. En los Campos de Sport. Había cambio de líder desde el mediodía y el Racing no estaba invitado. Anda un poco lejos para acudir a esas citas de un poco más de solvencia. El partido contra el Gernika se presentaba con la entrada más floja de un tiempo a esta parte. Y los protagonistas verdiblancos lo afrontaban más como una amenaza que con ilusión. La alineación desataba ciertas controversias a mi alrededor –como es habitual–. Los descontentos no quedaron contentos. Era necesario una buena actuación, que a protagonistas y aficionados nos reforzase un poco el estado anímico, que estaba, no nos engañemos, bajo mínimos.
Empezó bien el partido, como deseábamos. Un gol rápido para tranquilizar y, además, de bella realización. Bien. Pero el partido fue transcurriendo entre dos clarísimas ocasiones de gol erradas, que nos habrían dado calma –que ya la habíamos perdido otra vez–. Para acabar jugando el otro fútbol y conseguir tres puntos que ayudan, pero que no curan el desasosiego que tiene el equipo o el estado desafortunado en el que se encuentran algunos jugadores, ¿No sería mejor darles un descanso de competición e intentarlo con otros, que insistir en que la desconfianza vaya aumentando y ya no les dé ni para amarrarse las botas. Acabo el partido en silencio y mi vecino de localidad, ese que todos los partidos sólo tiene ojos para el móvil y únicamente sale de su ensimismamiento participando de una manera soez cuando los pitos son dirigidos exclusivamente al entrenador local, tuvo una tímida protesta nada comparada con las de otros años. Y el domingo, a la encrucijada de caminos, como llaman a Miranda de Ebro. Donde al Racing, en su contradecir, le toca encontrar el buen camino.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.