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José Alberto apareció el sábado en la sala de prensa de El Plantío con un mosqueo interesante. Con los jugadores, con el equipo y, seguramente, también consigo mismo. Son cuatro partidos sin ganar -dos derrotas consecutivas- para el Racing, dos puntos de los últimos ... doce, con apenas tres goles anotados en este período y ninguno de ellos en jugada -un penalti, un córner y una falta directa-. Así que los que vienen por detrás, los que ocupan los puestos de descenso, se han arrimado hasta los tres puntos de distancia -más la diferencia de goles general- tras enjugar otros cuatro de la renta, que llegó a ser de siete. El enfado está más que justificado, pero debe servir como puñetazo en la mesa para levantar al equipo en un momento crítico y ante un calendario muy exigente. Es evidente que han cambiado unas cuantas cosas desde que la flecha, que antes marcaba hacia arriba, ahora señala para abajo.
«No podemos regalar 45 minutos», asestó ante los micrófonos el entrenador asturiano tras la derrota en Burgos. Y tenía razón, aunque probablemente fueron algunos más. El Racing fue mejor que el equipo castellano durante los primeros compases y en la reacción final, tras el gol de Juergen Elitim. Veinte minutos, quizá. Y así, tal y como dijo el míster, no da. Se da una circunstancia. Antes el equipo perdía fuelle en los últimos minutos por una cuestión puramente física. Sin embargo, en los tres últimos encuentros su mejor rendimiento ha llegado al final. ¿Será que el equipo no lo da todo de inicio? Las palabras del míster parecieron un toque de atención a sus futbolistas que quizá tengan consecuencias el próximo sábado, frente al Albacete.
Tres goles en los últimos cuatro partidos. Un promedio más cercano a la poco prolífica etapa con Guillermo Fernández Romo en el banquillo que al bagaje del Racing con José Alberto. El equipo cántabro vuelve a tener la pólvora mojada. A eso hay que añadirle otro dato preocupante: esos tres últimos tantos han llegado en acciones a balón parado. Un penalti, un córner y una falta directa. El último gol en jugada fue el del triunfo en Málaga, obra de Íñigo Vicente. Los delanteros verdiblancos siguen sin ver portería. Roko Baturina, el ahora titular, lleva nueve encuentros con un balance de una sola diana. Evidentemente, no es sólo responsabilidad suya, pero se le contrató para mejorar los guarismos. La lesión del máximo goleador racinguista, Jordi Mboula, tampoco ayuda y reduce el potencial ofensivo de un equipo que, aunque los números dicen que mantiene cierta regularidad en producción de ocasiones ha empeorado en su efectividad, con1 incluso dos penaltis fallados en los dos encuentros más recientes -ambos lanzados por Pombo-.
El Racing ha mostrado cierta incapacidad para reponerse de los golpes cuando recibe primero. Ante el Lugo, por insistencia, sí que fue capaz de empatar el encuentro, pero frente a Levante y Burgos, por ser lo más reciente, las reacciones fueron insuficientes. En El Plantío fue muy visible este problema. Porque el equipo cántabro arrancó mejor que su rival el encuentro, pero tras fallar Pombo el penalti en el minuto 4, se fue deshaciendo como un azucarillo. Para cuando quiso ponerse de pie, ya iba 2-0 en contra y las prisas se juntaron con las dificultades para ver portería. «Debemos ser fuertes mentalmente, pero estamos convencidos de que conseguiremos el objetivo», dijo José Alberto el pasado viernes, cuando dijo estar «tranquilo». Después de la derrota en Burgos, probablemente haya crecido un poquito más la preocupación. El caso es que esa fortaleza mental que demanda el míster, de momento, no aparece.
No todos los días es fiesta y no todos los partidos los futbolistas pueden dar su mejor versión, pero es cierto que hay algunos jugadores del equipo racinguista que últimamente no pasan por su mejor momento. Es el caso, por ejemplo, del capitán, Íñigo Sainz-Maza, quien tras un inicio de campaña espectacular, se encuentra muy lejos de su mejor nivel, dificultado también por sus problemas de rodilla. La actitud siempre es buena, pero el desempeño ha bajado. O Jorge Pombo, diferencial hasta la llegada del entrenador asturiano, ha ido perdiendo trascendencia. Y los dos errores consecutivos desde el punto de penalti no ayudan. La afición ha apuntado hacia el aragonés para expresar su mosqueo. Roko Baturina se quedó en efervescencia y Saúl García pasa por un mal momento en el lateral izquierdo. Marco Sangalli no ha aportado gran cosa y Juergen Elitim, tras su larga lesión y sin que el técnico le dé continuidad, también anda lejos de sus mejores horas. Son algunos ejemplos. José Alberto ha mostrado confianza en su once de cabecera y ha insistido en los nombres, aunque sus palabras en El Plantío pueden ser el prolegómeno de unos cambios que el equipo parece demandar a día de hoy.
Tras ser uno de los equipos con menor posesión de la categoría, el Racing lleva cinco encuentros consecutivos superando a su rival en esta faceta. En Málaga, le dio para ganar. Sin embargo, Huesca, Lugo, Levante y Burgos le cedieron el protagonismo al conjunto cántabro, que no supo qué hacer exactamente con el balón. A veces da la impresión de que vive mejor con espacio para correr que con la obligación de elaborar. Y si los enemigos le meten mucho tráfico por dentro, peor aún. En ataque, el equipo se ha vuelto previsible y la lesión de Mboula, el jugador diferente del ataque verdiblanco, le ha mermado también.
Cuando José Alberto expuso su libreto, ya dejó claro que el hecho de buscar más armas en ataque podía crear algún desajuste en defensa. La manta, ya saben. Y hasta hace no mucho, la producción ofensiva superaba al debe defensivo. Sin embargo, el Racing acumula ahora cuatro encuentros sin dejar la portería a cero. Ha encajado cinco tantos en cuatro partidos, en los que no ha logrado el triunfo. Como mucho, un par de empates.
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Como los futbolistas, los equipos de fútbol no son infalibles. Las temporadas son largas y los equipos pasan por momentos altos y momentos bajos. El Racing, desde la llegada de José Alberto al banquillo, andaba con la flecha hacia arriba hasta que logró esa ventaja de siete puntos más la diferencia de goles con respecto a la Ponferradina, que marca los puestos de descenso. Sin embargo, ahora es momento de vacas flacas. Hasta ahí, todo entra dentro de lo normal. Ahora es necesario cortar cuanto antes esa mala dinámica, para no hacer peligrar aún más el innegociable objetivo de la permanencia.
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