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Los 105 años de historia no se merecen un final así. La desidia de los jugadores cuando todavía había cosas en juego fue alarmante y el daño que se hizo este domingo a la imagen del club puede ser irrecuperable. Muchos aficionados se fueron ... del campo con ganas de romper el carnet y no volver más por El Sardinero. Son partidos como este los que vacían estadios y hacen que los niños prefieran quedarse en casa viendo al Madrid o al Barça por la tele. Ni en el último momento este grupo tuvo un poco de amor propio para compensar a la afición por todo lo que ha tenido que aguantar este año. El Racing no se merecía un final de temporada tan lamentable. Pero tampoco muchos aficionados estuvieron este día a la altura. Unos por insultar y aplaudir los goles del rival. Y otros por despedir con aplausos a una plantilla que ha cerrado el peor curso de la historia.
Luego en el palco la aparición de Manolo Saiz fue como una puñalada para todos los que lucharon por la regeneración de este club. Porque este es el mismo que hace cinco años se puso a las órdenes de Pernía, Harry y compañía cuando todos sabíamos ya que eran una banda de piratas. O se quiso firmar a sí mismo un contrato blindado por un pastón cuando el club estaba en ruinas.
Es normal que con estos antecedentes medio estadio explotase de indignación ante ese despropósito que demuestra que algunos no tienen memoria. Y sobre todo que en ese Consejo de Administración no hay ni un sólo componente que sepa lo más mínimo de la historia reciente del club.
El fin del esperpento fue la rueda de prensa de Carlos Pouso, que más que el entrenador del peor Racing de la historia parecía el director de un colegio despidiendo a los alumnos en el final del curso. Como si no hubiese pasado nada grave. Algunos le tuvimos que explicar la trascendencia de esa jornada y la gravedad del momento. Su última comparecencia dejó claro que nunca supo manejar la importancia de este club y que no estaba preparado para este reto.
El Racing ahora tiene unos meses para lamerse las heridas y reconstruirse. Nuestra tendencia natural es a la autodestrucción pero no todo es malo. Eso sí, se necesita alguien dentro que aconseje a los actuales propietarios, que les haga entender qué es el Racing y de dónde viene. Que hay líneas rojas que no se pueden traspasar y que para construir el futuro antes hay que conocer muy bien el pasado. Y lo mismo se puede aplicar a la plantilla. A ver si el año que viene por fin tenemos capitanes de verdad en ese vestuario. Y a ser posible que no tengan ni tatuajes ni cortes de pelo extraños, ni sean tan prudentes que por no levantar la voz acaben aceptando la ley que imponen cuatro gallitos. Y que sean ellos los que tiren del resto para defender con honor esa camiseta, algo que muchos no han hecho este año por lo que han perdido su oportunidad de repetir.
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