«Ser entrenador es aceptar que el entorno es tóxico y estamos en un mundo poco corporativo»

«Ser entrenador es aceptar que el entorno es tóxico y estamos en un mundo poco corporativo, y eso es una realidad que nos debe hacer crecer», dijo para cerrar su ponencia, y precisamente en la capacidad de gestionarlo considera que ha estado una de las claves del éxito del Racing. «Quizá eso es lo que nos ha permitido el éxito, conseguir un entorno hermético, y ojalá lo consigamos este próximo año también. Y es difícil, porque aquí hacemos de cosas intrascendentes noticia. Por un lado esa es nuestra grandeza, pero, por otro, nuestra torpeza. Tenemos que ser capaces de permitir que jugadores y cuerpo técnico puedan avanzar mejor».

Aplicó esta reflexión a sus buenos y malos momentos como entrenador del Racing, estos últimos muy escasos en una gran temporada. «Es normal perder partidos, -reflexionaba-. Por eso es importante saber aislarse, seguir tu camino y estar centrado en los jugadores -insistía-. Si estás demasiado pendiente de lo otro es muy difícil que no te condicione o te cambie el carácter o que te pongas agrio. Creo que eso sí que lo hemos hecho muy bien, pero también porque sabíamos a lo que veníamos. Sabíamos que podíamos tener un ambiente tóxico y teníamos que conseguir que eso no nos afectara», señalaba el madrileño antes de acotar que se trata de un problema de todo el fútbol, y no solo del Racing

«Lo de tóxico queda un poco feo -señaló más adelante contemporizando-, pero es verdad que los puestos más estables en un equipo de fútbol: la dirección deportiva, entrenador y coordinar de categorías inferiores, en nuestro club hemos batido récords. Coordinador de categorías inferiores, cuatro o cinco en los últimos años. Por circunstancias, pero cuatro o cinco. Directores deportivos, cuatro. Y entrenadores lo vuelvo a repetir: Desde 1992 con Felines nadie ha hecho dos años enteros. Igual hay que pensar qué hemos hecho aquí. En los últimos treinta años no ha habido un entrenador que haya estado dos temporadas completas. Alguno porque ha salido corriendo, otros porque aunque lo hayan hecho bien se le ha comido el entorno, otros porque no han tenido la paciencia necesaria... Tampoco ha habido estabilidad institucional. Creo que es una reflexión importante que tenemos que hacer todos». Se refería no solo al Racing, sino a todo el fútbol, poniendo ejemplos de otros equipos. «Da igual el club y la ciudad, no hay entrenador bueno», reflexionaba.

En cuanto a la temporada, a las dudas iniciales le siguió más de medio curso de clima a favor y paz social. Algo marcado, como siempre en el fútbol, por los resultados. Sin embargo, el entrenador no incide en que el punto de inflexión fuera necesariamente la victoria en Riazor ante el Deportivo, al menos en lo futbolístico y en la mejora de juego y resultados.

«Yo no he tenido esa sensación de que después del partido contra el Deportivo el equipo tuviera esa sensación de imparable. Ya íbamos mejorando desde antes. Para mi el del Extremadura -por las circunstancias- ha sido el partido más difícil del año y ya el equipo respondía. Yo notaba que era otro», reflexionaba

Puso énfasis además en lo que ya avanzó en la temporada: el necesario crecimiento del equipo a lo largo del curso para llegar a final de temporada con una idea y planteamiento muy claros: «Al inicio jugábamos mucho con la plantilla, y es normal, sobre todo si tu discurso es colectivo, pero llegó esa última fase de la temporada en que nos reconocimos en un mismo once. Eso quizá fue que fue el cambio más importante, ya con los roles y puestos muy cogidos; con un once muy marcado y cambiando solo cuando había bajas». Destacó «la sensación esa de estar 19 partidos y ganar los ocho seguidos» y fue más allá: «Estoy convencido -añadía- de que si con el Celta B hubiéramos necesitado los tres puntos se habría ganado».

En cuanto al Deportivo, insistió en que «cuando fuimos a La Coruña, que parece que fue el partido fundamental, habíamos hecho lo mismo que otras veces. Fuimos a Logroño a intentar hacer lo mismo y ganamos con muchísima suerte; el partido en que más suerte tuvimos».

Sí considera que la victoria en Riazor pudo cambiar la «atmósfera». Utilizando de nuevo el ejemplo de la victoria ante el Extremadura sostuvo que «en La Coruña haces algo con menos valor, pero más importante» y propició un clima de mayor optimismo.

Romo llegó al equipo en un momento difícil. Sin embargo, su diagnóstico y, sobre todo, su previsión de futuro, no fueron pesimistas:«Me vi todos los partidos de la temporada, los de casa y los de fuera, y vi cosas muy buenas y unos jugadores muy buenos. Mejores quizá que el rendimiento que habían dado, porque para que haya un rendimiento tienen que pasar muchísimas cosas, entre ellas un entorno estable, que es lo más difícil». Precisamente lo que el Racing no tuvo en el curso 20-21 y sí en el curso del ascenso que acaba de finalizar.

Romo reivindicó el crecimiento del equipo a lo largo de la temporada, basada en interiorizar conceptos y en crear un bloque sólido. «Entiendo que en un equipo de personas que va a tener presión y exigencia, hay que hacerle entender que hay que llegara la excelencia; ser mejor cada día. Si nosotros hubiéramos sido el mismo equipo desde el principio podíamos haber ganado muchos partidos y quizá hubiéramos ascendido, porque teníamos respecto a otros rivales muy buenos jugadores, pero habríamos perdido un valor muy importante: que cuando las cosas no iban tan bien teníamos muchos recursos. Y ese valor sí que creo que te lo da la construcción del grupo».

Negó, sin embargo, que el Racing de los primeros meses fuera más conservador, y explicó, sin utilizar esa palabra, que estaba en construcción. «Teníamos una carencia importante; cuatro jugadores de arriba que no quitaban el balón», explicó el entrenador, y argumentó que cuando consiguió una mayor intensidad defensiva la imagen cambió: «Eso nos garantizó esa sensación de 'Ahora vamos a por los partidos'».

«Hemos ido a por los partidos desde el primer día -insistió-, pero la sensación colectiva de parecer más agresivos en ese quitar el balón tuvo que ver con el momento en que el equipo estuvo más junto, más en campo contrario y con más compromiso e idea defensiva», añadía antes de insistir que el partido del Deportivo no fue, a su juicio, el que marcó el cambio en los futbolístico.

En cuanto a su futuro a medio plazo, echó mano de su discurso habitual y se limitó a señalar que tiene sensaciones «positivas» de cara a la próxima temporada.

«Mi expectativa personal no es ninguna; solo trabajar y seguir la misma línea. Todos sabemos el trabajo que hemos elegido y a qué estamos expuestos. Estamos en un nivel que hasta a entrenadores de alevines los destituyen por los resultados; eso forma parte del fútbol. Sabes que en algún momento llegará el fin de la relación con el Racing, que no vas a estar toda la vida en el mismo equipo, porque los entrenadores estamos hiperexpuestos según los resultados. Si tienes expectativas negativas, tienes que ser honesto e irte, y si tienes expectativas positivas, que no optimistas, tienes que quedarte y estar convencido», manifestó.

«Espero que diseñemos otra vez un buen día a día, generemos un entorno positivo y ya veremos que ocurre con el paso de las semanas», añadía en una reflexión sobre la volatilidad del fútbol y, de forma más específica, del puesto de entrenador en todos los equipos y categorías.