José Alberto López
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José Alberto López
José Alberto López Menéndez (Oviedo, 31 de mayo de 1982) cumple hoy exactamente dos años como entrenador del Racing. Todo un hito en verdiblanco.
–13 de diciembre y dos años en Santander. ¿Sabe que es el primer entrenador desde Felines en 1992 que aguanta ... dos años en este banquillo?
–Conocía el dato porque me lo dice mucha gente. Eso habla de que estamos en un club exigente, donde es difícil cumplir objetivos. Yo evidentemente estoy feliz por estos dos años, que creo que han sido de mucho crecimiento en lo que respecta al club. Y espero estar mucho más tiempo, porque estoy bien; feliz y tranquilo. Trabajo muy a gusto con todo el mundo y me siento reconocido.
–¿Cómo fue la cronología de su fichaje?
–Fue todo muy rápido. Destituyen a Guillermo – Fernández Romo– el domingo y al día siguiente Mikel –Martija– llama a mi agente sobre la una de del mediodía para vernos a primera hora de la tarde en Llanes. Nos juntamos Mikel, Pedro –Ortiz–, el anterior propietario, Pablo –Álvarez– y yo. Estuvimos reunidos hablando bastantes horas y a las ocho de la tarde nos dicen que quieren que cojamos el equipo y empiezan a negociar con nuestros agentes. Llegamos a un acuerdo a la una de la mañana, más o menos, y a día siguiente recuerdo venir para acá. Fue todo deprisa y corriendo. Pero eso también habla muy bien del club. Yo he estado, como muchos otros entrenadores, reunido con otros clubes teniendo aún entrenador, porque este mundo está montado así, pero el Racing esperó hasta que destituyó a Romo. Hasta ese momento no buscó un sustituto. Habla de la seriedad del Racing.
–¿Abrumaba que tantos fracasaran en el intento de mantener al equipo en Segunda?
–No me preocupaba nada. Yo también había trabajado anteriormente en plazas muy complicadas como Gijón y Málaga, con situaciones y en clubes también muy exigentes. Venía un histórico y a un sitio donde creía que lo podíamos hacer bien, y creo que por suerte acerté con la decisión.
–El equipo estaba en descenso y remonta muy pronto. ¿Esperaba resultados tan rápido ?
–Hombre, si te digo que esperaba el 0-3 de Cartagena la primera semana, evidentemente no, pero creía teníamos una buena base para cumplir un objetivo que era muy difícil, porque teníamos que hacer una segunda vuelta prácticamente de equipo de play off de ascenso, y lo conseguimos.
–El verano de 2023 fue extraño. ¿Cómo vivió la venta del club?
–Para mí fue un momento bastante difícil y duro. Me llegaban rumores desde finales de abril de que el club podía venderse y yo le preguntaba a Alfredo –Pérez– y a Pedro. 'Oye, ¿sabéis algo de esto?', pero nadie me decía nada. Yo había apostado bastante fuerte por venir aquí; habíamos cumplido los objetivos y de pronto había un cambio de propiedad, que puede traer cambios deportivos, porque es habitual y completamente normal. Yo quería que se me diese la posibilidad de hacer mi proyecto desde el verano, porque creía que me lo había ganado, pero en el momento en que Sebastián –Ceria– y Manolo –Higuera– firmaron el acuerdo se reunieron con nosotros para transmitirnos su total confianza. Estamos muy agradecidos tanto a los anteriores propietarios por apostar por nosotros como a Sebas y a Manolo por darnos continuidad y permitirnos seguir creciendo en este club.
–¿Cuándo le dicen definitivamente 'míster, el club se vende'? Porque imagino que no lo hicieran una vez se anunció, que lo harían antes...
–No, no, no, no. No recuerdo la fecha exacta, pero me enteré con el comunicado del Grupo Pitma y del club. Ya estábamos entrenando, creo.El equipo ya estaba en pretemporada.
–¿Cuál es su primera impresión cuando conoce a Higuera? ¿Es al mismo tiempo que a Ceria?
–Con Manolo había coincidido en un par de ocasiones. Ya me lo habían presentado y tuve la oportunidad de hablar con él, así que lo conocía un poquito de esas dos conversaciones anteriores. Tenía buenas referencias porque es una figura importante dentro del fútbol en Santander. A Sebastián lo conocí con su la llegada y desde el minuto uno noté confianza. Vi gente con valores que venía para ayudar y poner todos los recursos posibles a nuestro alcance. Así que estoy muy agradecido por esa confianza y por permitirnos disfrutar de nuestro día a día con total libertad y normalidad.
–Cuándo descubre que aquel verano comenzaba con solo cuatro millones de tope salarial, ¿qué cara se le quedó?
–Ese fue otro momento complicado. Lo que habíamos hablado con Mikel era intentar mejorar y seguir creciendo. Estábamos mirando cosas para la plantilla y de repente no podemos gastar nada. Está todo gastado, el cien por cien del límite con la plantilla existente. Fue un momento difícil, porque lo que teníamos en aquel momento no nos iba a permitir crecer e íbamos a tener muchas dificultades para afrontar la siguiente temporada. Pero ahí está el esfuerzo que hicieron una vez más, para generar recursos con la ampliación de capital. Después Mikel acertó con los fichajes y nosotros pudimos sacarles rendimiento.
–En aquel momento Martija llegó a comunicar al club que se tenía que pensar si seguía. ¿Pasó por su cabeza hacer lo mismo?
–No, porque soy una persona que intenta tirar para adelante con las situaciones que vengan; trato de adaptarme. Aparte, soy bastante agradecido y sentía que se lo debía al club, que me había rescatado en una situación difícil para ambos: difícil para el Racing por la clasificación y para mí, porque estaba sin trabajo. Creía que en ese momento necesitaban la ayuda de todos los que estábamos aquí y, bueno, ya te digo, soy una persona que tira para adelante con lo que sea. Y por suerte, Sebastián y Manolo nos dieron recursos. Mikel decidió continuar y nosotros pudimos el máximo rendimiento a la plantilla que teníamos.
–Llega la primera temporada completa. ¿Es entonces, con más tiempo y otros jugadores, cuando se ve el verdadero Racing de José Alberto?
–No, yo creo que mi Racing se vio desde Cartagena. Con sus cosas buenas y sus cosas malas, pero si de algo me siento orgulloso es precisamente de la evolución que hemos tenido a lo largo de las temporadas. En cada mercado que el equipo iba creciendo y se generaban recursos suficientes como para ir mejorando e ir acercándonos cada vez más a la idea que queríamos. Es un proceso de mejora, de estar tiempo en un sitio, de tener estabilidad para poder crecer. Desde que llegué he intentado sacar el máximo rendimiento a los jugadores y me he sentido siempre identificado con todos los equipos, con nuestros días buenos y nuestros días malos.
–Llega al parón de fin de año del pasado curso con el equipo en play off. ¿En aquel momento piensa: 'Bueno, y si ascendemos...'?
–En mi cabeza estaba, como ha estado siempre, el siguiente partido. Esta categoría es tremendamente igualada y cuando crees que estás por encima de ella te atropella. Pensaba en seguir mejorando cada día, cada partido y no mirar a medio o largo plazo, porque eso normalmente te lleva a equivocarte. Eso es difícil, porque cuando tienes buenos resultados la gente se viene arriba. Y cuando son malos resultados, a abocarse al fracaso. Quizá en Santander un poco más, por todo lo vivido recientemente por el club.
–A final de temporada el equipo se queda fuera del play off. ¿Fue su peor momento?
–Sin ninguna duda. Fue muy duro; muy duro. De hecho, prefiero no recordarlo demasiado, porque vivimos muchas emociones: de frustración; de ver cómo el trabajo de una temporada se nos había ido en un suspiro. Todos teníamos mucha ilusión en disputar el play off, porque creíamos que teníamos muchas opciones de subir. No era: 'Vamos a vivir otra experiencia más'. No, era jugarlo para subir, y estábamos mentalizados en que lo íbamos a conseguir.
–¿Y el mejor?
–Hay muchos. En la primera temporada, el partido que ganamos al Eibar; ver cómo el equipo consiguió con la afición de esa ansiada permanencia fue un momento superbonito. En la temporada pasada no sé... La victoria en El Molinón, los partidos en casa... Muchos momentos preciosos. Y esta temporada los estamos viendo, ¿no? Es una auténtica pasada el ver cómo El Sardinero se llena todos los domingos. He notado algo de lo que me siento muy orgulloso. A la afición delRacing no la voy a descubrir yo, pero sí que he notado que mucha más gente y la ciudad se iban enganchando al equipo. Ahora lo notas. Vas a cualquier sitio y te piden fotos y autógrafos. Siempre hay mucha gente pendiente cuando llegas tú y se paraliza un poco el mundo. Cuando llegué, eso no sucedía; pasaba mucho más inadvertido. Lo he comentado con los jugadores y ellos también lo viven en primera persona.
–La familia, y sobre todo sus hijos, estará alucinando, ¿no?
–Han sufrido mucho, mucho, con el fútbol. Tienen el recuerdo de un estadio coreando, 'José Alberto, vete ya' o 'José Alberto, dimisión', y ahora el hecho de que la gente coree el nombre de su padre... Esas cosas son algo que te hace sentirte muy orgulloso. Y es parte de lo bonito del fútbol. Ellos sienten el orgullo de su padre. Y es que el fútbol les priva de disfrutar de su padre. Date cuenta que yo estoy aquí doce, catorce horas al día; no estoy en casa, estoy aquí trabajando y ellos solo me ven en las comidas y las cenas. Ellos entienden y disfrutan de nuestra profesión, que es difícil de entender: que te valoren todas las semanas o te estén ejecutando todas las semanas, es algo difícil de entender o comprender para un niño.
–Cuando el club le ofrece ampliar dos años más su contrato, ¿se lo esperaba?
–Nunca pienso en las cosas que no dependen de mí. Sabía que estaban contentos conmigo, pero me desgasto demasiado en cosas que no puedo controlar. Me dijeron que querían que esté aquí mucho tiempo, porque estaban a gusto conmigo y yo, agradecido y comprometido también en seguir mejorando, en dar lo máximo de mí para intentar conseguir los mejores resultados. Yo entiendo cómo es el fútbol. Depende mucho de los resultados y sé que cuando la cosa se tuerza mi nombre va a ser el primero que va a salir al candelero. Pero el día que me vaya de aquí me marcharé orgulloso de haber hecho un buen trabajo y haber dado lo mejor de mí.
–Un asturiano formado como técnico en el Sporting buscando el ascenso en Santander. ¿Hay cierto paralelismo, a la inversa, con Manolo Preciado?.
–Manolo es un referente. En mi etapa en Gijón yo entrenaba al infantil, no compartía mucho tiempo con él y posiblemente ni me conociese, pero para mí es un ídolo porque cambió el sentir de una ciudad. Sí creo que hay ciertos paralelismos, pero yo hasta el momento no le llego ni a la suela de los zapatos.
–¿Se imagina entrenando el año que viene en Primera? Con el Racing, claro.
–Ojalá. Para mí sería un sueño a nivel personal, porque es mi objetivo desde hace muchos años. Y hacerlo con el Racing, me hace todavía muchísima más ilusión por el proceso de crecimiento que hemos tenido a lo largo de este tiempo. Creo que todo ha ido en una idea muy creciente y ojalá que se pueda culminar en mayo o en junio con ese retorno a Primera División. Los jugadores son, junto a nuestra afición, los que más se lo merecen.
–¿Se imaginaba un Racing líder en diciembre?
–Ni yo ni nadie, pero estamos en la jornada 18, somos líderes y aunque hayamos perdido diferencia todavía tenemos renta. Creo que eso habla muy bien de lo que hemos hecho hasta ahora; del trabajo de todos. Pero esta categoría es terriblemente difícil como para dar por hecho algo que no tienes y nos falta todavía un poco más de la mitad del camino por recorrer. Mucho que sufrir, mucho que disfrutar, y mucho que trabajar.
–¿Cuál era de verdad el objetivo para esta temporada?
–Volver a ser competitivos y reconocibles; dar otro pasito más en torno a la misma idea. Si me preguntas por resultados deportivos, no me pongo nunca ninguno. Si me preguntas por cosas que el equipo tenía que mejorar, evidentemente eran los números defensivos, porque no podíamos volver a encajar cincuenta y pico goles en una temporada. A nivel defensivo hemos mejorado mucho, pero tenemos que seguir haciéndolo en todo. No es normal que en los últimos tres partidos no hayamos hecho ningún gol: hay muchas cosas todavía que seguir mejorando.
–Mejorar es, numéricamente, quedar al menos sexto. Es decir, disputar el play off...
–Todos queremos ascender. Yo soy una persona muy exigente y ambiciosa y quiero quedar primero. Para eso hay que ganar muchos partidos, entendiendo que también vas a perder. Hay que tener humildad para saber de dónde vienes.
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