Los errores de penalti regalan cuatro puntos

«Los penaltis los falla el que les tira». La frase la pronunció José Alberto, entrenador del Racing, el pasado sábado en los Campos de Sport, después de dar una breve explicación de porqué lanzó Jorge Pombo el que su equipo tuvo ante el Levante y que lo detuvo Cárdenas. El técnico sacó la cara por el futbolista maño e ironizó añadiendo un intrigante mensaje: «¿No entiendo por qué me preguntáis cuando lo falla? Cuando lo marcó todo el mundo dijo que fue lanzado maravillosamente».

Y es que la suerte de los penaltis está totalmente estigmatizada. Es una ventaja tan grande la que tiene el jugador que lo lanza, que se da por hecho que la va a aprovechar y cuando no lo hace... El error siempre es grosero. Jorge Pombo falló el sábado su primer pena máxima con el Racing de las tres que ha lanzado, es decir, tiene una eficacia del 66%, que para el lanzador es un dato mediocre, sin embargo si fueran datos de un portero sería felicitado. El fútbol cambia según el punto de mira. En realidad el error del aragonés quedaría ahí sino fuera porque el Racing lleva este año un bagaje muy inferior a la media y eso le ha supuesto un disgusto que ojalá no tenga que lamentar. De cinco penaltis que le han señalado solo ha sido capaz de anotar los dos que el propio Jorge Pombo lanzó antes de errar el del sábado ante el Levante. O lo que es lo mismo, los cántabros tienen una efectividad del 40% desde los once metros, que en cualquier caso es muy inferior a lo que se entiende como razonable cuando se trata de aprovechar la ventaja de las ventajas en el fútbol.

«Antes de que viniera y, ya se habían fallado muchos», recordó José Alberto tras perder ante el Levante y lamentar en varias ocasiones el tremendo tributo que le supuso a su equipo no marcar el penalti durante el partido. Y sí, así fue. Antes de que el asturiano tomara el mando del Racing, los verdiblancos habían desaprovechado dos lanzamientos desde el punto fatídico; el primero en hacerlo fue Íñigo Vicente, ante la Ponferradina (1-1) y el segundo Gassama ante el Burgos (0-1). Dados los resultados finales de los partidos, y entendiendo que un penalti se ha de meter –por la ley del fútbol esa que no está escrita–, el Racing que dirigía Guille Romo por aquel entonces se dejó tres puntos en los errores. No fue capaz de marcarle a la Ponfe, ahora el máximo rival por eludir el descenso, en un partido que se le podía haber puesto muy de cara, ya que ganaba por 1 a 0, gol del Íñigo Vicente cuando el colegiado señaló la pena máxima. El propio Vicente tomó el balón y lo lanzó fuera. «Es uno de los elegidos para tirar el penalti. Tenía confianza y lo lanzó», manifestó Romo en la sala de prensa de El Sardinero. El vasco, uno de los jugadores más importantes del equipo, asumió la responsabilidad, pero falló. El partido –de haber cumplido con esa estadística que dice que casi siempre se marcan– se hubiese puesto muy de cara para el Racing de haber acertado, sin embargo la Ponferradina empató y acabó complicándole mucho la vida a los verdiblancos. Afortunadamente se firmaron las tablas. El penalti volvió a ser clave en el devenir. Podía haber cambiado el sino del mismo o, mejor dicho, es probable que lo cambiase, pero para mal.

El siguiente penalti fue, de nuevo en El Sardinero, y ante el Burgos. El partido iba empate a cero cuando una mano en el área visitante acabó en pena máxima. Lo lanzó Sekou Gassama. Fue una sorpresa. Y también lo falló. «Tenía confianza», repitió Romo. El Burgos se rehizo mejor que el Racing y marcó un solitario gol que le dio la victoria. Los santanderinos, supuestamente, se dejaron al menos un punto en el fallo. Todo son suposiciones, pero sea como fuere el Racing no aprovechó su suerte.

«Los veo lanzar y decido. Es decisión exclusivamente mía. Y Jorge Pombo es el que mejor los lanza», indicó José Alberto. Que lo tirase el aragonés el sábado responde, además de a que el jefe le mandó, a que antes había acertado en los dos que lanzó, frente al Huesca y ante Las Palmas, el primero en casa, y el segundo en las islas, el único que han señalado a domicilio al cuadro cántabro. Ambos partidos acabaron en tablas y con idéntico resultado (1-1) por lo que el acierto de Jorge Pombo fue vital para sumar ese punto en las dos jornadas.

«Habrá que ver cómo está de confianza ahora y ya veremos después si sigue lanzándolos», añadió el míster racinguista una vez que dejó claro que el fallo, aun siendo un error grosero en ataque –de los más groseros–, no es más que un lance del partido y se debe arropar cuanto antes al futbolista que cometió el improperio para que recupere la confianza cuanto antes. Y es que en el fútbol, de una manera un tanto incierta, se prefiere en muchas ocasiones que el futbolista que asume lanzar el penalti tenga confianza en que lo va a meter más allá de que sea un especialista o no. En esta suerte también se impone eso de que el fútbol es un estado de ánimo.

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