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Bufandas, camisetas, gradas a reventar y muchas ganas de celebrar. De cantar, de saltar, de vivir la fiesta. El ambiente era el de las grandes noches, pero eran tan solo las 12.00 de la mañana. No hubo que esperar a que terminase el partido ... para que El Sardinero en plena ebullición demostrase impaciencia por llegar a Segunda División. Media hora antes de que empezase el encuentro ya empezaba a calentar la Gradona ensayando cánticos y batiendo palmas, y a pesar del volumen atronador de la música en el estadio, la avalancha de decibelios no lograba ahogar sus voces. Cuando los jugadores saltaron al césped se llevaron una ovación de tal magnitud que podría haber quedado registrada oficialmente como un pequeño terremoto de varios grados en la escala Ritcher.
Y no se quedó ahí la cosa antes de que rodase el balón en el césped de El Sardinero. Bufandas en ristre, como en las mejores tardes, el estadio se puso en pie para cantar con una sola voz, la de una afición totalmente entregada, la Fuente de Cacho, en una estampa que recordaba a los tiempos en que el Racing se paseaba por la UEFA.
No faltaron los ¡Uys!, los aplausos y los abucheos cada vez que la tocaba el Celta B, que ahora sabe que las llamas del infierno no son rojas sino verdiblancas. El gol de Unai Medina desató la locura. Fue un auténtico estallido de emoción y adrenalina en la grada. Con el Cedric los gritos llegaron a todos los rincones de Cantabria y la grada botó de tal forma que la onda expansiva le removió el café a los despistados que esta mañana se quedaron en casa. «¡Lo, lo, lo, lo. Vamos, vamos Racing, vamos campeón!» cantaba un estadio enfervorecido que después entonaba el «Como no te voy a querer».
Los pitidos eran tan intensos que perforaban los tímpanos cuando el jugador del Celta B, Iker, iba a lanzar el penalti. Y a pesar de que lo convirtió y empató el partido, ni por esas consiguió silenciar a la grada de El Sardinero, que siguió apoyando a su equipo sin frustración ni desánimo. 'Destino chungo, cruel y canalla, te da champán y después cazalla', que diría Sabina, y que también podrían cantar los aficionados del Racing después de estar en Primera, llegar a la UEFA y caer al barro de la Segunda B. Pero hoy los racinguistas descorcharon de nuevo la botella, que ya tocaba. Chimo Bayo creó el 'Hu-ha' como catarsis de la fiesta, y hoy las 22.000 gargantas que poblaban la grada de El Sardinero gritaron: «Que sí joder, que vamos a ascender» para purgar las penas acumuladas en estos años y dar rienda suelta a la euforia.
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Sergio Herrero
El árbitro pitó el final del partido. Por fin en Segunda División. Las bufandas giraron en lo alto como las aspas de un helicóptero y un Guillermo Fernández Rom,o que casi por primera vez en la temporada no podía ocultar su entusiasmo, arengaba a la afición con un gesto de brazos que venía a decir: 'Más alto, más fuerte'. Los jugadores saltaron del banquillo en tromba y se tiraron al 'prao' de cabeza unos, abrazándose otros, pero todos con la euforia a flor de piel.
La grada se volvió loca, pero nadie saltó al terreno de juego. Nada de fastidiar la fiesta. Por megafonía se escuchó decir: «Juntos somos imparables. Campeones del Grupo 1 y ascenso a Segunda División. Ahora toca celebrarlo». En la Gradona se encendieron las bengalas al ritmo del 'Campeones, oe, oe, oe» al mismo tiempo que los jugadores se daban la mano y corrían en fila hacia esa zona del campo, mientras todo el estadio botaba y se desgañitaba con el ¡Vamos Racing Ale!
Sonó de nuevo la Fuente de Cacho y los jugadores, que no se olvidaron de nadie, recorrieron todo el campo bailando y saludando a una afición entregada. Y llegó Queen con el 'We are the Champions'. Toda la plantilla formó un corro en el centró del campo y giró al ritmo de la música para acabar botando en el centro.
Nadie se quiso perder la celebración y las familias de los jugadores se unieron a la fiesta sobre el césped. Más besos, más abrazos. Íñigo se acercó hasta la Gradona para dar la mano a algunos aficionados y Soko se animó a ondear una de las banderas por unos minutos, mientras otros compañeros hacían un manteo a Pablo Torre. Poco a poco la grada de El Sardinero se fue vaciando, pero los jugadores se resistían a irse. Fotos, entrevistas y pulsaciones a mil. El preludio de un día de fiesta que todavía no ha terminado.
El ascenso, paso a paso
Sergio Herrero
Marcos Menocal
Marcos Menocal
Marcos Menocal
EQUIPO GRÁFICO DM
equipo gráfico dm
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