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Es lo que tiene el fútbol. La vertiginosa velocidad de la competición provoca que el Racing tenga que rearmarse rápidamente para un complicado choque en Irún cuando todavía está a flor de piel lo vivido jueves en El Sardinero. No resulta sencillo volver a ... centrarse en el pozo de la Segunda B tras haber tuteado, y por momentos superado, al Betis, una de las escuadras que mejor fútbol practica y que venía de mostrarle a Gennaro Gattuso, nada menos que en Milán, que la pelota es redonda y se puede dirigir hacia donde tú deseas, siempre y cuando tengas cualidades para ello, claro. No me refiero sólo a la evidente factura en lo físico que el Racing puede pagar, sino a lo emocional, que en ocasiones provoca que uno se encuentre más espeso de lo deseable a la hora de buscar soluciones. El Real Unión va a estar esperando con el cuchillo entre los dientes, pero es el peaje a pagar por ser el líder de tu grupo de Segunda B cada domingo y querer codearse con los grandes de Primera en la Copa los días entre semana.
En cualquier caso, hay noches que refuerzan tu identidad y te hacen recordar lo que eres. «Un equipo de Primera que ahora está en Segunda B», decía horas antes del choque Iván Ania. Para él también fue una noche de ratificación, de que muestra hechuras de gran entrenador con la ambición por montera para comerse el mundo. Se atrevió, tal y como había prometido, a quitarle la pelota al Betis y a poner en serios aprietos al rival. Pizarra en mano, le discutió la partida a Quique Setién en El Sardinero. Palabras mayores. Mereció más el Racing, pero el contraste de calidad entre ambas plantillas terminó declinando la balanza. Al Betis, con mucho menos, le alcanzó para llevarse mucho más. Así funciona esto.
La del jueves también fue una noche de autoafirmación para el racinguismo. Se pudo constatar que hay miles de cántabros dispuestos a regresar al estadio en cuanto el equipo se juegue cosas importantes. Nada que reprochar. Siempre serán bienvenidos. Hablando de recordatorios, el encuentro también supuso un toque de atención –por si no lo tuviera ya bastante claro– a Chuti Molina. Por encima de noches mágicas en la Copa, la temporada sólo tiene un desenlace posible: el ascenso. Con un equipo que juega tan bien y con futbolistas desequilibrantes en el resto de las líneas, carecer de un punta que marque diferencias –con Dani Segovia en la enfermería– es el único lastre que provoca incertidumbre de cara al futuro. Una cuestión subsanable en enero, cuando se abra el mercado invernal y para la que no tengo dudas que ya se está trabajando. Porque, por encima de todo lo vivido contra el Betis, la noche de las noches de esta temporada todavía está por venir. Ese día de nada servirá jugar mejor que el rival y no ganar. Ese día la fiesta debe ser completa.
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