Esta final puede ser la última

Cuando el Racing jugó en El Toralín, frente a la Ponferradina, allá por el 5 de febrero, ya se estaba hablando de finales. Es la hipérbole continua en la que vive el fútbol, pero también es un síntoma significativo de la importancia que tiene la permanencia para el club cántabro. Desde entonces, final tras final. Aunque ninguna hiciese honor a su nombre, porque la primera que puede ser definitiva es la de esta tarde. En Anduva. Aunque, si lo es, lo será en diferido. En el sofá de casa. Da igual, cuanto antes, mejor. Si el equipo de José Alberto vence hoy al Mirandés y el Málaga no gana mañana en El Bierzo, los verdiblancos confirmarán su presencia, la próxima temporada, en Segunda División. Si no se cumplen los requisitos, otra final el domingo que viene. Y otras dos en la recámara.

El conjunto cántabro llega a Miranda de Ebro con 47 puntos. Siete, más la diferencia de goles, con respecto al precipicio. Las victorias frente a Granada e Ibiza han disipado cualquier tipo de duda sobre la capacidad del equipo para alcanzar el objetivo. Ha demostrado que la actitud es innegociable. Yasí, más tarde o más temprano, el éxito debería llegar. Pero como el racinguismo apenas conoce accidentes de chapa y pintura y sí más de los de siniestro total, aquí, hasta que no llegue el notario, compruebe que todo está en orden, levante el acta y salga publicado en el Boletín Oficial del Estado, nadie en la parroquia verdiblanca da por finiquitada la permanencia. No vaya a ser que...

El Racing visita a un rival que, aunque las matemáticas aún no lo certifican, tiene la permanencia en el bolsillo. El Mirandés, reinventado por enésima vez, ha hecho una gran temporada y, con 51 puntos, no le apea de ahí ni la Guardia Civil. Los burgaleses sí que tienen la oportunidad de matricularse en Segunda División para el curso que viene. Un equipo joven y hecho de retales, que no de remiendos. Porque la magia de Anduva –o más bien la del director deportivo rojillo, Chema Aragón– es la detectar talento. Exprimirlo. Yvolver a empezar. Como si fuese la máquina de hacer zumo de naranja esa de los supermercados.

Si la actitud es innegociable en el equipo dirigido por José Alberto, habrá que ver con qué intenciones llega a la cita el Mirandés. Lo deportivo está casi amarrado, pero los futbolistas pueden tener inquietudes de cara al futuro, y para el club, cada escalón que suba, es un poco más de pasta en las arcas.

El partido contra el Ibiza agrandó el agujero dentro de la zaga verdiblanca. Rubén Alves recayó de su lesión y Germán Sánchez se unió a la nómina de la enfermería. Ninguno de los dos titulares. Habrá defensa inédita en Anduva. Pol Moreno lleva dos encuentros como titular y, a día de hoy, Álvaro Mantilla parece el siguiente en la línea sucesoria. Va para dentro.

Aunque a José Alberto parece preocuparle la línea de cinco zagueros del equipo de Joseba Etxeberria. No es para menos, porque, salvo frente al Granada, a los verdiblancos se les ha atascado ese dibujo. Por eso, y para frenar el trabajo de los carrileros y, de paso, echar una mano en defensa frente al segundo máximo goleador del campeonato –Raúl García–, puede haber cambios. Quizá un doble lateral. Ya lo hizo recientemente con Unai Medina y Dani Fernández, pero ahora, ya con Mboula disponible, se antoja que la propuesta puede virar a la izquierda, con Satrústegui en la zaga y Saúl García en el extremo, para pasar a Íñigo Vicente a la mediapunta, donde últimamente los inquilinos no le terminan de convencer al míster.

En la portería, el técnico ya ha dejado claro que Ezkieta ha entrado para quedarse. Al menos, lo que queda de competición. El navarro será titular hoy en Anduva. Ytambién Roko Baturina en la delantera. La otra duda que queda por resolver es la del doble pivote, aunque tiene pinta de que Juergen Elitim y Aldasoro se han hecho fuertes en la sala de máquinas e Íñigo Sainz-Maza tendrá asueto para, al menos, no maltratar más sus rodillas.

Y con estos ingredientes, ganar en Miranda de Ebro y poner el champán a enfriar. Sólo a enfriar, por si acaso al Málaga le da por ganar a una Ponferradina a la que ya no le queda mucho por decir. Para el Racing es importante dejar todos los cabos atados antes de descorchar la burbujeante botella. Paso a paso. Partido a partido. Pero ya sin perder el optimismo, que la situación la habría firmado cualquier racinguista el pasado mes de agosto. En diciembre, hasta con sangre. Un último esfuerzo. La cima está ahí. Para plantar la bandera verdiblanca. Vamos.

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