![La fotografía con Manolo Preciado](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/04/07/93276051-kpR--1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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Hoy toca Alcorcón, pero Gijón ha marcado el racinguismo de esta temporada. Ganar en El Molinón, al lado de la estatua de Manolo Preciado, parece que ha convertido a la afición cántabra en la elegida para alcanzar la tierra prometida. Hubo colas para fotografiarse con ... la estatua del profeta, como si se tratara de otro año jubilar. Y las colas se forman ahora por El Sardinero, dispuestas a abrir las aguas del gran río para llegar a la orilla del ascenso.
El secreto de Manolo Preciado, además del trabajo, fue el derroche de nobleza, de compromiso, de lealtad y de compartir la felicidad que le daba el fútbol entre quienes le rodeaban. Fue un lateral izquierdo rápido y buen marcador, con el secreto de saber anticiparse a su rival. Pero también destacó como un gran compañero y siempre mostrando el aspecto más positivo y optimista.
Debutó en el Racing, aún como jugador del Rayo Cantabria, el 5 de abril de 1978 gracias a un entrenador que sería muy importante en su carrera deportiva, Nando Yosu, que presentó en Salamanca un equipo formado por Damas; Díaz, Arteche, Madariaga, Portu; Sergio, Juan Carlos, Rojo; Víctor, Quique y Barrero. Y Preciado salió en la segunda parte por Portu. Yosu le incorporó al primer equipo en la temporada siguiente y él respondió jugando 32 de los 34 partidos de Liga. En 1981 viviría con el Racing una de sus mayores satisfacciones. Fue el capitán de un equipo compuesto en su gran mayoría por chavales de la cantera que ascendió a Primera División: Alba, Moncaleán, Sañudo, Villita, Ruisánchez, Mantilla, Chiri, Ruisoto, Manolo Díaz, Piru, Quique, Juan Carlos, López, Javi Díaz, Toño, Herrero, Víctor, Mazón...
Cuando terminó su etapa como jugador racinguista, fue Nando Yosu quien le llamó para formar parte del Linares. Luego jugó en el Mallorca, Deportivo Alavés, Orense y Gimnástica de Torrelavega, donde comenzó su carrera de entrenador en la temporada 1995-96, subiendo al equipo a Segunda B. Durante la temporada 1997-98, tras ser cesado Marcos Alonso en el Racing, Preciado volvió a ser llamado por Nando Yosu para que fuera su segundo entrenador al frente del equipo. Prosiguió su carrera de técnico en el Racing B, con el que también ascendió a Segunda B. Cuando el Racing consiguió en 2002 su último ascenso a Primera División, Manolo Preciado fue entrenador del Racing. La llegada de Dmitri Piterman a la presidencia del club le obligó a marcharse con Quique Setién, el director deportivo. Tras entrenar al Levante (2003-04) y al Murcia (2004-05), regresaría a Santander (2005-06), teniendo el caballeroso gesto de dimitir al ver que no podía sacar más rendimiento de los jugadores. En su etapa en el Sporting (2006-12) subió al equipo a Primera (2008) y no solo conquistó Gijón. Logró acabar con las tensiones que existían entre sportinguistas y racinguistas. Aquel milagro se formalizó el 2 de septiembre de 2012, cuando las dos aficiones fueron una sola en los Campos de Sport para llorar la muerte del hombre que convirtió la rivalidad en compañerismo.
Los dos equipos acababan de bajar a Segunda y se enfrentaban por primera vez tras la muerte de Manolo. Lo de menos fue el partido, que terminó con empate a cero, como si nadie se hubiera atrevido a saltar de alegría para festejar un gol ante tanta ausencia. Los representantes de las peñas de ambos equipos se reunieron en el local de la APR para tributar homenaje al técnico, representado en su hijo Manu. Allí el capellán del Sporting terminó el acto con una oración. Ya en el estadio, se colgó un gran cartel con una foto de Preciado y la frase: «Siempre con nosotros». Dos gaiteros, con las respectivas camisetas de los dos conjuntos, entonaron la 'Marcha de Antón el Neñu', que suena en Gijón durante los minutos funerarios, y la 'Fuente de Cacho'. También hubo un desfile de banderas de los equipos en los que participó como profesional. En el centro del campo, antes de comenzar el encuentro, su hijo, su hermana y su esposa vieron en las pantallas una vieja entrevista donde Manolo, seguro y optimista, aconsejaba: «No merece la pena recordar el pasado si no es para evocar lo momentos positivos». Qué verdad tan grande. Preciado también fue un gran entrenador para la vida. Y se marchó, pero nos dejó escrito el manual de su propio ejemplo para ganar. Remontó el marcador adverso en situaciones que llevarían a cualquiera a la desesperación. Sufrió la muerte de su esposa, de su hijo y de su padre, pero nos enseñó a levantarnos. Algunos recordarán aquella frase tan sincera: «La vida me ha golpeado fuerte. Podía haberme hecho vulnerable y acabar pegándome un tiro, o podía mirar al cielo y crecer. Elegí la segunda opción».
Todos los racinguistas que se fotografían con la estatua de Manolo Preciado eligen la segunda opción. Y seguirá habiendo peregrinaciones y colas para hacerse más fotografías en Gijón o en El Astillero, donde por iniciativa de su ayuntamiento y de la Peña San José se ha instalado un busto en La Planchada que honra a uno de sus hijos predilectos: Manolo Preciado.
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