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Aquel jugador se sentía un poco indiano regresando a su tierra después de tantos años fuera. Era uno de esos futbolistas que había conseguido un notorio éxito con sus campeonatos de Liga y con su internacionalidad, pero decidió volver a su ciudad y jugar en Tercera División para echar una mano en la recuperación del equipo que le brindó la oportunidad de debutar en Primera.
Con el legendario Patrick O'Connell en el banquillo, Germán Gómez Gómez dio el primer paso de su sueño nada más llegar al Racing, porque el equipo, con su ayuda, logró subir a Segunda División. Pero en la temporada 1948-49 se enfrentaba al reto del ascenso a Primera, algo más complicado. El equipo se encaminaba entonces por la mitad de la clasificación, con victorias en Santander, pero sin demasiados frutos en los desplazamientos. Con esa dinámica, en los primeros días de 1949 fue el Castellón el equipo que giró visita a los Campos de Sport. La alineación racinguista estuvo formada aquel día por Paquillo, Poliar, Navarro, Suárez, Felipe, Lorín, Ceciaga, Pin, Moro, Germán y Álvarez.
Hasta entonces el Racing no había perdido ningún partido en casa esa temporada, pero a los 21 minutos se encontró que su rival se adelantó con dos goles del castellonense Mamblona. El temple y la tranquilidad que proporcionó Germán en el centro del campo fue una de las claves por la que el Racing empataría el resultado en el descanso (2-2), con un gol de penalti lanzado por Álvarez y un remate de cabeza de Ceciaga a pase de Lorín. Incluso los racinguistas se adelantaron en los primeros instantes de la segunda parte por medio de otro gol de Ceciaga (3-2), pero la mala tarde del guardameta Paquillo arruinó el optimismo de sus compañeros y el equipo de Castellón logró anotar dos goles más que inquietaron a los aficionados cántabros, sobre todo cuando Álvarez falló un penalti. Fue precisamente Germán quien recuperó la moral al ser autor del cuarto gol de su equipo para establecer el empate definitivo (4-4). Fue uno de sus últimos goles, ya que solo anotaría uno más poco después, contra el Granada.
Germán se crió en la calle Florida de Santander y comenzó a jugar en el patio del colegio de los Salesianos. Su afición le invitó a formar su propio equipo con varios de sus compañeros, el Joaquín Bustamante, cuyos componentes se integrarían en el Unión Juventud, donde jugó entre 1928 a 1930. Luego pasó al Rayo Sport Miranda (origen del Rayo Cantabria) y en 1933 formó en las alineaciones del Tolosa Sport, un equipo santanderino del que saltaría al Racing gracias al buen ojo de Ramón Santiuste. Firmó su contrato con el Racing con el presidente José María de Cossío y debutó el 16 de septiembre de 1934 en Madrid precisamente contra el equipo al que más tarde se incorporaría, el Athletic Club de Madrid, en partido del Campeonato Suprarregional que ganaron los madrileños (9-5). Los santanderinos formaron con Cuevas; Ceballos, Sierra; Germán, García, Ruiz; Alonso, Fuente, Arteche, Larrínaga y Yayo. Meses después debutaría en Primera División en Barcelona ante el R. C. D. Español.
Era medio centro con un gran sentido de la colocación. Se decía de él que en realidad no iba a por los balones, sino que los balones iban a él. También poseía un perfecto dominio del regate y prodigaba los centros largos a los extremos. En la temporada siguiente, la de 1935-36, su juego contribuyó a que el Racing consiguiera una de sus mejores clasificaciones ligueras de su historia al obtener la cuarta posición.
Su permanencia en el Ejército del Aire durante la guerra civil le vinculó desde 1939 al Atlético Aviación, nombre con el que competiría el Athletic de Madrid en los primeros años de la posguerra. A cambio se pagó al Racing un chasis de autobús y un turismo. Germán formó parte de las alineaciones que conquistaron dos títulos de Ligas consecutivos, la de 1939-40 y la de 1940-41, teniendo como compañeros a otros dos jugadores cántabros, Aparicio y Manín. Disputó seis partidos internacionales y regresó a Santander para jugar en la temporada 1947-48 en Tercera División.
Germán era consciente de que, a su vuelta, con 33 años, estaba dando sus últimos coletazos de calidad en el campo, pero tenía una obsesión. Si había dejado al Racing en Primera cuando se marchó, tenía que dejarlo en Primera en su despedida. En la temporada del 4-4 contra el Castellón el Racing evitó jugar la promoción de permanencia, pero en la temporada siguiente, aunque con escasa participación, Germán fue uno de los jugadores que logró el ascenso y el título de campeón de Segunda División (1950). Se retiró con el placer de cumplir su cometido. Había jugado 121 partidos oficiales como racinguista, con seis goles..
Tras colgar las botas estuvo durante unos años entrenando en el Juventud Real Santander y en el Rayo Cantabria. El 29 de mayo de 1987, fue uno de los legendarios jugadores racinguistas que pusieron la primera piedra de los nuevos Campos de Sport, junto a Felipe e Ibarra. Falleció en 2004 tras dar un ejemplo de deportista noble y elegante.
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