El goleador de Unquera que brilla en Zaragoza

El campo de Tercera División se le quedaba pequeño, pero Soberón siempre ha sido un tipo paciente, de esos que entienden el juego como una especie de rompecabezas donde hay que saber esperar la pieza correcta. Dos temporadas después, con la mirada puesta en algo más grande, llegó la llamada que todos esperan. En la campaña 2018-19 debutó con el primer equipo del Racing en la categoría de bronce del fútbol español. El año del ascenso a Segunda División, con Iván Ania en el banquillo. Solo fueron cinco partidos de Liga y uno de Copa del Rey, pero para Mario aquel césped ya era un territorio más que familiar y además estaba cumpliendo el sueño de cualquier chaval de la cantera. Estrenarse con los mayores, con el primer equipo.

El problema fue que no todos los sueños sobreviven a las directivas. En el verano de 2019, con el Racing bajo la dirección deportiva de Chuti Molina, el mercado de fichajes jugó su propia partida, una en la que dos futbolistas se convirtieron en piezas intercambiables. Moi Delgado llegó a Santander procedente del Valladolid y, en esa maniobra, Mario hizo las maletas. Destino: el filial del club pucelano, el Valladolid B. A préstamo. Dejaba una parte de sí mismo atrás, pero se iba con una maleta llena de futuro.

Entre sus idas y vueltas, el delantero cántabro dejó destellos en el Amorebieta, donde encontró una vez más el gol, ese viejo amigo que nunca le abandona. Dieciocho partidos y siete tantos después, el 10 de enero de 2020, firmó por el Atlético Levante, su refugio en Segunda División B.

Y así, Mario seguía dando pasos firmes, pequeños y constantes. En 2021, una nueva puerta se abrió, esta vez en Logroño. En Primera RFEF y con la SD Logroñés, Soberón fue más que un delantero: fue el tipo que marcaba goles como quien coloca ladrillos para levantar una casa. Nueve tantos en 35 partidos. No está nada mal para un joven que jamás dejó de creer que cada gol, cada jugada, le acercaba a algo más grande.

Luego, en 2022, llegó el Eldense, donde Mario volvió a ser protagonista. Esta vez construyendo su propia leyenda en Primera RFEF, porque fue clave en el ascenso a Segunda del cuadro alicantino. Allí se quedó una temporada más, pero el ciclo estaba destinado a cerrarse para abrirse en otro sitio. Y ese lugar fue Zaragoza. El pasado mes de junio Mario Soberón firmó con el club maño. Y ahí está, con cinco goles en el bolsillo, segundo en la carrera por el pichichi, por detrás del racinguista Andrés Martín, que encabeza la lista con seis.

Pero el de Unquera no es el tipo de delantero que acumula goles como estadística. Mario siempre celebra sus tantos con un gesto que le está dando suerte. Se trata de una 'L' que hace con las manos, un ademán que tiene su propia historia. «Se lo dedico a mi novia, que se llama Lorena», explicó en una entrevista con la sencillez del que no necesita adornar las cosas. Es un delantero intuitivo, móvil, y con un don para entender los secretos del juego colectivo. Sabe moverse, pero más que correr por el campo, Mario parece leerlo, como si cada jugada tuviera su propia lógica. Desde Unquera hasta Zaragoza, pero su historia aún no ha terminado. Porque para Soberón el fútbol siempre será un viaje interminable. Y en ese camino, el gol es solo una parada más.