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Ángel Lavín ha solicitado al Ministerio de Justicia el indulto sobre la pena de dos años y nueve meses de prisión impuesta por el Juzgado de Lo Penal de Cantabria y ratificada por las altas instancias y que después de numerosas maniobras jurídicas se convirtió en firme ... tras la negación por partida doble del Tribunal Supremo. El que fuera presidente del Racing entre los años 2012 y 2014 ha sorpendido a propios y a extraños, aunque cada vez menos, al apostar -nunca mejor dicho- por solicitar el indulto y con ello pretender que se suspenda la ejecución de la condena. Fuentes jurídicas expertas en la materia consultadas por El Diario Montañés advierten de las pocas o nulas posibilidades que existen de que prospere su propuesta, que no deja de ser una maniobra para retrasar su entrada en prisión.
Agotados todos los caminos legales y los tribunales a los que acudir, la defensa de Lavín ha optado por algo que nadie esperaba y que se concede en muy pocas y excepcionales ocasiones. Ahora, la potestad de conceder la medida de gracia recae en el Gobierno de España, que tendrá que estudiar de nuevo el caso y valorar su decisión. Todo hacía indicar que en el afán más que confirmado que tiene el expresidente racinguista de dilatar la acción de la justicia y evitar la cárcel mientras pueda, su siguiente etapa jurídica sería la presentación de un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, que si bien tampoco tenía mucho recorrido, sí es una alternativa más habitual en penas como la que le ocupa. Sin embargo, una vez más se supera a sí mismo en todo lo que ha sido su defensa desde que los exjugadores del Racing, a través de su asociación, presentaron la querella contra él en los juzgados.
Con la solicitud de indulto, que puede resultar un tanto sorprendente, pero que no deja de ser un derecho, Lavín lo que busca es retrasar su entrada en prisión y suspender la ejecución de la condena. No obstante, esto último es algo imposible de conseguir puesto que mientras el Gobierno estudie la posibilidad de concederlo o simplemente mantenga silencio, la ejecución continúa y no puede detenerse. El indulto es una medida de gracia por la cual se le suspende a un condenado la pena o parte de la misma de una sentencia firme. La concesión compete al Rey, a propuesta del Ministro de Justicia, previa deliberación del Consejo de Ministros y se acordará mediante Real Decreto. El Ministerio de Justicia solicita un informe al consejo consultivo que, lógicamente, no es vinculante y tan solo preceptivo. A través del indulto, el condenado es perdonado, pero no deja de ser culpable, de ahí que sea una medida de gracia.
En cualquier caso, así las cosas, a pesar de esta nueva estrategia del expresidente verdiblanco, lo cierto es que el Juzgado de Lo Penal es el que debe actuar y comunicar a Lavín su derecho a elegir centro peninteciario en el que desee cumplir su condena y darle el plazo correspondiente para que ingrese en prisión. Es decir, pase lo que pase, la ejecución de la condena no se detiene bajo ningún concepto.
El recorrido judicial que está teniendo la querella contra Lavín está logrando hitos insospechados. No solo por la solicitud de este indulto, que deja boquiabiertos a los más expertos en la materia, sino por todo lo que ha sucedido desde aquel diciembre de 2012, cuando está a punto de cumplirse una década de peregrinaje. Si al final no prospera el indulto en cuestión, se confirmará algo inédito hasta entonces: convertirse en el primer mandatario de un club de fútbol condenado a prisión por una administración desleal de la entidad. Ha habido presidentes que no dejaron de codearse con jueces y magistrados por sus fechorías como fueron Jesús Gil, José María Del Nido o los expresidentes del Barcelona José Luis Núñez o Sandro Rosell. Todos ellos acabaron en la cárcel, pero aunque parezca difícil de creer, ninguno fue por una administración desleal de la entidad, algo en lo que Lavín puede ser pionero. El Racing -permítase la licencia- siempre rompiendo moldes, aunque en esta ocasión sea muy a su pesar y al de la historia que precede al club de El Sardinero.
Los jueces hasta ahora han estimado que Lavín debe entrar en prisión por méritos propios. También el Tribunal Supremo, última instancia a la que acudió el expresidente en esa ceremonia de dilatación que ha dirigido su defensa desde el principio. El alto tribunal inadmitió los últimos recovecos legales que le quedaban al de Suances para dilatar -porque evitar parecía imposible- su entrada en la cárcel. La acusación, conformada por la plataforma de exfutbolistas verdiblancos y la Agrupación Unificada de Pequeños Accionistas, solicitó la ejecución de la sentencia, que además de los dos años y nueve meses de sombra, refleja una indemnización de 216.400,2 euros al club por los daños y perjuicios causados y a pagar las costas procesales.
Antes de esta solicitud de indulto que ahora está camino del Ministerio de Justicia, el incombustibble Lavín presentó dos solicitudes ante el Tribunal Supremo. Por un lado, un recurso de casación. Es decir, intentó que el alto tribunal contradijera lo que ya había dictado el Juzgado de lo Penal y ratificado las altas instancias en Cantabria. Por otro, un incidente de nulidad de actuaciones. Esta última maniobra ya fue sorprendente. En ambas opciones no le ha servido de mucho. El primero fue inadmitido de entrada. No le dio tiempo ni a presentarlo. Se caía por sí solo y no tuvieron a bien ni admitirlo. El segundo sí fue estimado. Lavín, con todo ello, pretendía retrotraer los hechos a antes de que sucediera todo. Algo así como meterse en una máquina del tiempo y pretender que no hubiese pasado nada, para que empezase de nuevo el reloj a correr. Como el tirador de baloncesto que falla el último tiro sobre la bocina y pide a la mesa de que le den para atrás al cronómetro y le dejen tirar otra vez. Ver para creer.
Intentaba volver a la casilla de salida, pero las reglas del juego parece que lo que realmente le va a provocar es volver a caer en la casilla de la cárcel. Lo único que no se le pueden negar es que el expresidente, asesorado por su defensa, va ganando tiempo. En múltiples ocasiones los juristas aseguraban que ya no había más recorrido y sin embargo siempre se ha superado y los recursos han vuelto a darle una vida extra contra pronóstico. Todas nacen viciadas y sin apenas posibilidades de éxito, pero lo cierto es que aún sigue libre.
En principio, como se decía anteriormente, Lavín tendrá opción para elegir en qué penal desea cumplir su reclusión, mientras el Consejo de Ministros delibera qué hacer con la socilitud del indulto. La ejecución de la condena continúa. Eso sí, que el expresidente complete íntegros los dos años y nueve meses será otra cosa. La legislación penitenciaria permite permisos y la posibilidad de que el condenado cumpla la misma en distintos grados según el tiempo que esté en prisión, el tipo de pena y el comportamiento y situación social del preso. Lavín, debido a su gestión y a su proceder, se rodeó de muchos enemigos que ahora no descansan para que, además de lo que le pueda ocurrir judicialmente al exmandatario, se pueda restaurar en lo posible el honor del club y demostrar que la gestión de la entidad fue delictiva.
Estos movimientos a la desesperada -además de un escrito de subsanación presentado en diciembre- de Lavín llegaron después de que el Tribunal Supremo tumbase a finales de 2021 su último recurso contra la sentencia que la Audiencia Provincial de Cantabria dictó un año antes.
Por otro lado, la fecha que el Tribunal Supremo ha decidido para la deliberación del recurso de casación presentado por Francisco Pernía a la condena impuesta por la Audiencia de Cantabria de cuatro años de cárcel y una indemnizacion de 127.357 euros por un delito continuado de apropiación indebida y administración desleal durante su mandato al frente del Racing es el 6 de julio. Primero estaba previsto para el mes de junio, pero el alto Tribunal decidió posponerlo.
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