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Serio, metódico. Humilde y trabajador. Un tipo bastante discreto que huye de los focos. Cultivado, con un carácter reflexivo y facilidad para expresarse bien ante los medios: pero sobre todo con una gran capacidad de adaptación. Así es Aritz Solabarrieta (Ondarroa, 1983) que toma el relevo del asturiano Javi Rozada y es, desde este lunes, el encargado de deshacer el entuerto en el que se ha metido el Racing. No es que el equipo viva una situación de urgencia en la clasificación, pero deja serias dudas en cuanto a juego y exigencia. Algo que ahora le toca resolver al vizcaíno, que por ahora ha firmado solo hasta el final de temporada con la misión de ascender al equipo, aunque nunca ha entrenado a un conjunto profesional y tendrá que adaptarse a la metodología y la exigencia que eso conlleva. Todo un reto que a buen seguro enfrentará si no con miedo, sí con respeto.
Quienes le han visto en los banquillos dicen de él que le gusta sobre todo formar jugadores y volcarse en la cantera, con la que está muy implicado. De hecho, es un gran conocedor de la cantera vasca y podría incluso tirar de ella al estar cerca de Cantabria de cara al mercado de invierno. Cuando se calzaba las botas era un centrocampista de contención, pero tiene cierto gusto por los jugadores peloteros y con calidad. Y en sus tiempos al frente del Bilbao Athletic optó por una apuesta por una presión alta, jugar con los extremos y mover la bola.
A sus 37 años, pasó el pasado confinamiento duro en Ondarroa, sin equipo que entrenar y trabajando en una empresa de mecanizados antes de recibir la oferta para integrarse en la cantera del Alavés, para la que firmó el pasado mes de julio por un periodo de dos años como entrenador del juvenil B. «Estoy abierto a escuchar. No tengo ninguna línea roja ni nada marcado. Escuchar las cosas que me propongan o me lleguen, no es cuestión de qué categoría, ni qué dinero, ni qué equipo. Es cuestión de qué opciones hay y valorar cuál es la mejor», comentaba sobre su futuro antes de aceptar la oferta en Ibaia. No descartaba ninguna aventura foránea: «No me cierro a nada. Como jugador ya lo hice fuera, pero era más joven y ahora tenemos dos hijas; hay que pensar y valorar. Ni descarto ni me pongo límites a nada», lanzaba. Y aquí está. En el Racing.
Centrocampista en sus tiempos de futbolista, Aritz Solabarrieta puede considerar a José María Amorrortu como su mentor. Siempre ha estado protegido bajo su ala en una relación de confianza que ya se fraguó en los tiempos del deustotarra como director de Lezama. El que ahora es la cabeza de la Comisión Deportiva del Racing llevó a Solabarrieta al Atlético de Madrid cuando estuvo en la entidad colchonera. El ondarrés sumó una escasa temporada en el Athletic, apenas jugó trece partidos. Se marchó cedido al Eibar. Más tarde, Amorrortu lo reclutó de nuevo para la cantera de Lezama y luego pasó por Jaén, Palencia, Melilla, Sestao River y Aurrera de Ondarroa.
Después de colgar las botas en 2015 se integró en el organigrama de Lezama de nuevo de la mano de José María Amorrortu. Allí paso cuatro años como técnico. Tras ir entrenando a equipos de categorías inferiores, llegó a estar al frente del Juvenil de Honor del Athletic y posteriormente al Basconia, de Tercera División. Su gran oportunidad llegó tras el ascenso de Garitano al primer equipo. Entonces Solabarrieta firmó con el Bilbao Athletic aunque con el cambio de directiva que apostó por Joseba Exteberria dejó el equipo en 2019. «Ha sido un placer trabajar con Amorrortu», dijo Solabarrieta cuando se despidió de Lezama y del banquillo rojiblanco después de una victoria ante el Real Unión. Ahora tiene la oportunidad de repetir experiencia.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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