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Tchité se abre paso entre una marea de aficionados que acudieron a recibir al equipo en Hoznayo en 2008. Sane
Hoznayo, capital de la Copa
Una ilusión nos persigue

Hoznayo, capital de la Copa

La celebración espontánea en la localidad tras un doble paso a semifinales está en el salón de la fama verdiblanco

Álvaro Machín

Santander

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Miércoles, 4 de diciembre 2024, 07:12

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Afalta de trofeos que llevarse a la boca, el palmarés de los modestos se llena con imágenes. Son momentos que no se posan en las vitrinas, pero que pesan en la historia de un club. Recuerdos. El gol de Colsa en París, el cinco a cero al Barça, la estampa de Yosu llorando por una permanencia, la Plaza del Ayuntamiento celebrando un ascenso, el lleno del 93... Que cada uno añada algo a la lista. Memorias a las que agarrarse para repetir que el Racing es un grande cerrando los ojos. Hoy, con noche de Copa por delante, la mente, como el autobús del equipo, se detiene en Hoznayo. En los buenos tiempos. En dos madrugadas inolvidables. Aquello fue la leche.

No había nada en la agenda. Fue improvisado. Mensajes en el móvil. «Van a parar en Hoznayo». De teléfono en teléfono. Hasta a los jugadores les llegaban. «A lo mejor tenéis que parar», leyó más de uno en su pantalla. Enero de 2008. También entonces había una ilusión persiguiendo al racinguismo. Una muy fuerte. Fue el qué y el cómo. Cuartos de final de la Copa del Rey en San Mamés. El Racing había ganado dos a cero en la ida –se jugaba a doble partido–. Pero la Catedral aprieta y ya se sabe lo que es la Copa para los leones. Vamos a ponernos nostálgicos. Marcelino en el banco y sobre el césped esa noche, un once con nombres que dejaron huella. Coltorti bajo palos, con Pinillos, César Navas, Oriol y Luis Fernández en defensa. Colsa y Duscher ocuparon la medular, y Jorge López y Óscar Serrano los extremos. Arriba, Iván Bolado y Tchité. También jugaron Pablo Álvarez –hoy segundo de José Alberto–, Ayoze y Smolarek.

La primera

El Racing se cargó al Athletic de Bilbao en cuartos tras un partido memorable en La Catedral en 2008 que terminó con empate a tres

No empezó bien. Eso añadió épica. Amorebieta y Muñoz marcaron en menos de media hora. Pinta de remontada con el estadio enfervorizado. Pero no. Cuentan –lo contó Moratón en un reportaje en este periódico– que «Marcelino dio una charla magistral de lo que tenía que ser la segunda parte». Dicho y hecho. Duscher recortó distancias en el 54 y, aunque Susaeta volvió a meter el miedo en el cuerpo a los racinguistas, dos goles más se ocuparon de llevar a los aficionados al éxtasis.

Sí, su mente está puesta en ello ahora mismo. Puede que en la lista de momentos del primer párrafo usted meta la foto de Mohammed Tchité, el tipo con más nacionalidades que ha pasado por el Sardinero (Burundi, Bélgica, Congo, Ruanda...), mandando guardar silencio a San Mamés después de marcar el tres a dos en el 73. «Le salió del alma. Lo habíamos pasado tan mal que cuando marcó aquel gol se vino arriba y mandó callar al estadio. Fue un gesto emotivo para él», recordaba en ese mismo reportaje Oriol. Luego, Óscar Serrano se emocionó al marcar el tercero. Empate y clasificados para las semifinales. Historia.

Dicen algunos futbolistas que estuvieron allí que fue la celebración más eufórica que han vivido en un vestuario. Y quedaba lo mejor. Hasta San Mamés se habían desplazado dos mil racinguistas. Pero tuvieron que venir de muchos más sitios porque en Hoznayo había muchos más tras esa convocatoria improvisada. Los jugadores no daban crédito a lo que veían desde el autobús. Gente por todas partes. «Yo aún conservo el vídeo de aquel momento. Se nos dio vuelta el corazón al ver toda esa gente. Acabamos en un balcón y dando las gracias», rememoraba Oriol. «Nos quedamos a cenar, bailamos y no sé cuándo llegamos a casa».

La segunda

Los cántabros volvieron a llegar a semifinales en 2010 y repitieron parada en Hoznayo tras eliminar a Osasuna con Canales como estrella

Es verdad que la segunda vez (2010) ya se veía venir desde el pitido final del partido. Que fue algo menos espontáneo. Pero Hoznayo y el Adelma –que fue la base de operaciones de todo aquello– se habían ganado ya su hueco en la historia. Y el equipo hizo un gran trabajo. El choque se jugó en Pamplona y se ganó más cómodo. Miguel Ángel Portugal puso a jugar a Coltorti junto a Pinillos, Torrejón, Henrique y Christian en defensa. Por la medular, Colsa, Lacen, Canales y Serrano, con Munitis y Xisco, que abrió el marcador, arriba. Con el segundo, que marcó el central brasileño cedido por el Barça, ya hubo fiesta. Pero un exuberante Canales, que andaba repartiendo su tarjeta de visita al mundo del fútbol, marcó un golazo de falta que redondeó la celebración. A semifinales por segunda vez.

Pararon en Hoznayo a la una y media de la mañana. Hacía un frío que pelaba. Pero mereció la pena para los que fueron. Otra vez hubo saludo y discursos desde una de las terrazas.

Dicen que son más emocionantes las historias de los vencidos. El final de estos dos relatos también entró de lleno en la biografía del racinguismo. El partido ante el Getafe y aquel penalti a dos metros del área que Mateu pitó a favor del Atlético de Madrid (Portugal se lo recordó hace poco al árbitro por las redes sociales). Así acabó el doble sueño de jugar una final.

Hoznayo permanece con la ilusión de volver a parar allí. Con el sueño de volver a celebrar una gran noche de Copa.

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