La ilusión que persigue al Racing, un pasito más cerca

La euforia se palpaba en el campo con los jugadores dando palmas al ritmo de las voces de los racinguistas, con el riff rasgado de las guitarras que sonaban por megafonía de fondo. Mantilla, que no jugó por estar lesionado, pero no se perdió el partido, se fundió en un abrazo con Íñigo Sainz-Maza, mientras Ezkieta pasaba el brazo por encima del hombro de Iván Morante. «¡Vamos, vamos. Enormes tíos!», se jaleaban unos a otros, conscientes de lo que habían logrado y de lo que todavía pueden conseguir, eso que tienen ahí, casi al alcance de la mano.