La importancia de golpear primero

Eso es precisamente lo que le ocurrió en las cuatro primeras jornadas de Liga, cuando los racinguistas no es que viesen el vaso medio vacío, es que intuían que tenía un agujero en el fondo y por más líquido que cayese no retenía ni una sola gota. En la jornada siete se repitió la historia ante el Eibar, pero lo cierto es que desde entonces 'la maldición del gol en contra' no ha vuelto a afectar al Racing; desde entonces ningún rival se le ha vuelto a adelantar en el marcador y ha sumado en las siguientes ocho jornadas, las que lleva invicto. Cinco empates y tres victorias. Sin queja. Pero también sin gol. O más bien con muy poquito. El suficiente para sumar tres puntos de vez en cuando.

El primer día de Liga, ante el Villarreal B, el Racing estaba dispuesto a todo. Quería aferrarse a la Liga de Fútbol Profesional con uñas y dientes. Los más de 9.000 racinguistas con mono fútbol y el ilusiómetro por las nubes que se reunieron en las gradas del estadio no esperaban ver nada de 'jogo bonito', lo que contaba era ganar. Pero la cosa salió al revés. Y no porque el Racing no supiese aguantar el tipo, que lo hizo, pero flaqueó en los minutos finales y ahí se condenó no ya a perder los tres puntos, porque no había marcado ningún gol, sino a dejar escapar uno al no saber mantener el empate a cero. Le faltó físico y también temple, algo que ahora en cambio ha recuperado. El equipo llega mucho mejor al final de los partidos, más fresco, con más piernas y también con algo más de cabeza, no dejándose arrastrar por los nervios y la ansiedad. Por lo fallos que condenan.

El caso es que ante el filial del submarino amarillo los de Romo aguantaron estoicamente y ya se veían con el primer punto del curso en la buchaca, cuando llegó el sobresalto en el tiempo de añadido. Un gol de Íñiguez en el minuto 92 abrió el marcador y heló la sangre de los racinguistas. Y para más inri, poco después, en el 96, Arana remató la faena. 0-2. Casillero vacío.

A partir de ahí las tres jornadas siguientes amenazaron con colmar la paciencia de los aficionados, igual que la de los niños a los que se pone a prueba con el cuento de la buena pipa repipa. Ya saben, cuando el adulto dice: «¿Quieres que te cuente el cuento de la buena pipa repipa?». Y si el interesado dice que sí o que no; entonces el otro responde: «Yo no digo que sí o que no, digo que si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa repipa...» Y así sigue ese monótono diálogo sin fin hasta que a alguien se le agota el temple. Y es que después del debut en El Sardinero, el Racing viajó a Granada. Allí los de Romo cuajaron una buena primera mitad anulando a los andaluces, pero tras el descanso, los de Karanka, que entonces estaba en el banquillo granadino, dieron vuelta al partido haciendo valer su pegada. Callejón en el minuto 67 y Uzuni en el primer minuto de añadido, en el 91, vacunaron a los cántabros, que seguían sin ganar en la LFP. Ahora les tocaba esperar la llegada del Oviedo a los Campos de Sport, a priori, una buena oportunidad de echar los primeros puntos a su casillero.

Pues no. El equipo no fue peor que el Oviedo, pero volvió a caer sin merecerlo, por tercera vez, condenado por su falta de gol. Otra vez el cuento de la buena pipa. Otra vez sin sumar con gol en contra. Un penalti bastante dudoso de Unai Medina al poco de arrancar la segunda mitad dejó la suerte echada para los cántabros. Borja Bastón no falló y desde los once metros, en el minuto 53, sentenció el partido en los Campos de Sport.

Lo peor estaba todavía por llegar. El viaje a Tenerife no trajo puntos de vuelta a Cantabria, pero sí un disgusto de los gordos. Y si no que se lo pregunten al director deportivo del club, Mikel Martija, que hace pocos días reconocía en una entrevista a El Diario que se llevó un buen sofocón. «En Tenerife, al volver del estadio al hotel, pensaba: 'Mikel, ¿tan malo eres?'». Y es que el Racing de entonces tenía mala pinta. Blando en ataque y tremebundo en defensa, encadenó su cuarta derrota consecutiva. 360 minutos sin marcar y seis goles en contra. El último de ellos el que le endosó en la isla Garcés en la segunda mitad del partido.

Pero tras los momento más bajos suele llegar un punto de inflexión. Para el Racing fue este. A peor no podía ir. Se recompuso y el fútbol le dio un respiro. Venció al Sporting (0-2) en El Molinón y sumó un punto ante Las Palmas (0-0). Solo ante el Eibar flaqueó de nuevo. La pegada de los guipuzcoanos superó a un Racing irregular, que sin embargo mejoró en la segunda mitad, y hasta tuvo ocasiones para lograr el empate. Stoichkov, con dos tantos en los primeros 45 minutos fue decisivo para que el conjunto armero se llevase los tres puntos. Pese a ello, las sensaciones de los de Romo volvieron a ser positivas, e incluso los cántabros anotaron un gol en la segunda mitad. Arbilla, con una diana en propia puerta, fue el autor del tanto.

Pero si el Racing no puntúa cuando encaja gol antes que el rival ,sí lo hace cuando marca primero. Íñigo Vicente abrió el marcador ante la Ponferradina a los 19 minutos de partido, pero luego el equipo dejó escapar dos puntos con el gol de Naranjo, que marcó en la segunda mitad. Ante el Alavés en El Sardinero, Arturo puso por delante a los de Romo, aunque Miguel en el 40 igualó la contienda. Y ante Levante, Andorra y Zaragoza el Racing sumó los tres puntos y mantuvo la portería a cero. Por eso este domingo frente al Burgos es importante golpear primero.