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Como el agua: incolora, inodora e insípida. Así fue aquel ascenso a Primera División conseguido tras jugar contra el Elche en los Campos de Sport el 6 de mayo de 1984. ¿Que cómo fue posible aquella circunstancia que hoy nos parecería increíble?
En la temporada ... 1983-84, con José María Maguregui como entrenador, el Racing no tuvo más remedio que apostar por los jugadores de la cantera, destino del club cuando las telarañas habitan la cartera. El comienzo fue bastante irregular y con una carencia que se evidenció pronto: la falta de gol. Se echaba de menos a Juan Carlos Verón, que se había ido a jugar al Mallorca, en Primera División. Así que el panorama era más bien triste, aunque navegando en la mitad de la tabla.
Una particularidad de aquel campeonato de Segunda División fue la presencia de los cuatro filiales de los grandes clubes del fútbol español: el Castilla, el Bilbao Athletic, el Barcelona Atlético y el Atlético Madrileño, algo que proporcionó más opciones al resto de equipos para ocupar los tres puestos de ascenso que permitía la categoría, ya que estos equipos no podían alcanzar la Primera por incompatibilidad al coincidir con sus respectivos clubes de origen. Dos de estos filiales se alzarían en los dos primeros puestos de la tabla clasificatoria: el Castilla, campeón, que contaba con jóvenes que serían base del Real Madrid y de la selección española, como Sanchís, Míchel, Martín Vázquez y Butragueño, este último autor del gol de su equipo en los Campos de Sport (1-1) y el Bilbao Athletic, subcampeón, que derrotó a los cántabros en su terreno de juego (1-4) con tres goles anotados por Julio Salinas, que por cierto sería el máximo anotador de la categoría, seguido de Emilio Butragueño, que daría nombre al grupo de jugadores de su equipo: la quinta del Buitre.
En el último tramo de la competición, la mejoría del rendimiento racinguista se produjo con la confirmación de Pedro Alba como excelente guardameta y con la venida del delantero centro que tanto se anhelaba. Se trataba del islandés Magnus Bergs, que llegó a Cantabria en diciembre y contribuyó a que los cántabros se reivindicaran como firmes candidatos al ascenso, ya que gracias a su aportación el equipo enlazó una importante racha de partidos sin perder de nueve jornadas. Ganó cinco encuentros seguidos en los Campos de Sport, contra el Hércules (1-0), Oviedo (2-1), Las Palmas (4-0), Recreativo de Huelva (1-0) y Castellón (4-0), mientras que en los desplazamientos obtuvo dos empates contra el Rayo Vallecano (3-3) y el líder, Castilla (0-0), con dos victorias frente al Palencia (0-3) y Celta de Vigo (0-1). Esta racha de resultados elevó el optimismo de los seguidores cántabros, ya que el Castilla y el Bilbao Athletic lideraban la clasificación y ponía el ascenso a tiro del quinto clasificado.
Tres jornadas antes de que acabara la Liga, el Racing logró su objetivo de ascender. Fue después de empatar a cero en Santander contra el Elche. Maguregui alineó aquel día, 6 de mayo de 1984, a Alba; Castaños, Roncal, Tino, Villita; Bernal, Quique, Piru; Mario, Bergs y Chaparro. Los racinguistas jugaron con mucho ímpetu en los primeros minutos, presionando a un Elche que no disimuló su vocación defensiva. Chaparro falló un penalti que Bernal, encargado de lanzar este tipo de faltas, no quiso hacerlo porque el guardameta conocía bien cómo los tiraba. La lesión de Quique en la primera parte aumentó el problema de la construcción del juego y los nervios y los fallos dejaron el resultado con empate a cero, a la espera de conocerse el marcador del Celta (otro de los candidatos al ascenso), que una hora después perdía en San Mamés y proporcionaba al Racing el regreso a la Primera División. Pero el público se marchó del campo.
El Diario Montañés reflejaba en su primera página que «El ascenso del Racing a Primera División no dejó huella en la ciudad. No hubo fiesta, ni bocinazos, ni banderas, ni gritos. Ha sido, quizás, el ascenso más frío de la historia del Racing. Tan solo unos pocos jugadores acudieron por la noche a una discoteca y ayer una mínima representación racinguista, sin el entrenador, fue recibida por el presidente del Gobierno regional. Entre los propios jugadores existe cierta decepción por este gélido ascenso, por la ausencia de entusiasmo colectivo...».
Tampoco hubo mucho ambiente festivo en el siguiente partido disputado en El Sardinero ante el Granada. Tan solo hubo un pasillo de aficionados y jugadores andaluces cuando los racinguistas saltaron al campo. La derrota amargó a los seguidores verdiblancos, que además contemplaron cómo su equipo se relajó, perdiendo los tres partidos finales contra el Linares (2-1), Granada (1-2) y el Barcelona Atlético (1-0).
Aquel año subieron el tercero (Hércules), cuarto (Racing) y quinto (Elche), sin necesidad de play off. Fue un ascenso como el agua: incolora, inodora e insípida. Pero ya se sabe que sin el agua no se puede vivir.
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