Un internacional cántabro en el Principat
Emiliano González ·
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Emiliano González ·
El futbolista santanderino, nacionalizado andorrano, disputó 37 encuentros con la selección tricolor ante rivales como Francia, Portugal o Países BajosZidane, Shevchenko, Figo, Cocu, Karpin, Roy Keane, Balakov, Djorkaeff, Rebrov, Rui Costa, Kluivert, Beschastnykh... Para cualquier aficionado al fútbol de los que ya empieza a peinar canas, esa constelación de estrellas es una reverberación de recuerdos felices. Porque los vieron en la tele, o en ... los estadios, y los tuvieron en sus cromos. Incluso quisieron ser como ellos. Y para el protagonista de esta historia, encontrarse en un terreno de juego con esos nombres y otros muchos fue «una locura impresionante». Cuando Emiliano González Arqués (Santander, 20 de septiembre de 1969) jugaba en Tercera División con el Escobedo, ni soñaba lo que estaba por venir. Sus 37 internacionalidades con la selección de Andorra lo hicieron posible.
Emiliano pasó por todos los equipos de la base del Racing hasta el juvenil de División de Honor, «en la época en la que te enfrentabas a Real Madrid o Barcelona». Ahí ya se vio las caras con unos bisoños Santi Cañizares, Sánchez Jara o Chapi Ferrer. Era otra época y su trayectoria se vio interrumpida por el servicio militar. Su 'mili' deportiva iba a llegar una década después.
Pero vayamos por orden. De vuelta a su casa, en La Albericia, a escasa distancia de las Instalaciones, le dieron la opción de continuar en el filial verdiblanco, pero se decantó por marcharse al Escobedo, en Tercera. Y en el antiguo Eusebio Arce se hinchó a meter goles. Tantos como el delantero del Laredo. Un tal Vicente Allende Barrera, 'Chili'. Estamos en 1991. Ni internet ni 'big data' ni rollos. El Andorra estuvo listo y echó la caña en Cantabria. «Hay dos máximos goleadores allí. Pues póngame dos para llevar», debieron pensar en el Principado. Y en el mismo coche, para allá que se fueron los jóvenes Emiliano y Chili para el país vecino. No estaba hecha ni la autovía a Bilbao. Imagínense la aventura. «Me fui con 21 años. La verdad es que era un buen contrato, por tres años. En el Andorra había dinero e hicieron muy buen equipo, con jugadores como Lucendo, que llegó a debutar en Primera con el Barcelona», recuerda el cántabro. El equipo tricolor finalizó en sexta posición en su grupo de Segunda B. A dos puntos del play off.
Las frases
Casado con una andorrana «Ya me habían dicho que, en caso de obtener la nacionalidad, contarían conmigo para la selección. Para ello, tuve que renunciar a la española»
El recuerdo «Nunca piensas que vas a poder jugar contra futbolistas de este nivel. He podido disfrutar de ello y eso es lo que me llevo»
Irá al estadio «Esta vez voy con los de mi tierra. Espero que el Andorra se salve. Pero si tengo que elegir, prefiero que ascienda el Racing»
Chili, después de marcar 19 tantos, voló de vuelta a Santander. Emiliano había llegado a Andorra para quedarse, aunque el club comenzó a no ir tan bien, hasta que descendió a Tercera División en 1998. Pero mientras la flecha de la entidad señalaba hacia abajo, la del futbolista cántabro iba en dirección al cielo. Ese año se casó con una andorrana y ese fue el pasaporte, en cierto modo, hacia el fútbol de élite. «Ya me habían dicho que, en caso de obtener la nacionalidad, contarían conmigo para la selección. Para ello, tuve que renunciar a la española», relata Emiliano. Iba a merecer la pena.
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Y lástima que no llegó antes. Se casó en agosto y no pasó el examen para el pasaporte andorrano hasta octubre. En junio, Andorra se enfrentó a Brasil. Ojo. Taffarel, Cafú, Roberto Carlos, Aldair, Junior Baiano, Dunga, Cesar Sampaio, Giovanni, Ronaldo Nazario, Rivaldo y Bebeto. No pudo jugar, pero estuvo allí, en el banquillo, y fue su primer acercamiento serio a las grandes estrellas del fútbol mundial.
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Su estreno con la tricolor llegaría, por fin, el 10 de octubre de ese 1998, en el Estadio Comunal de Andorra La Vella, frente a la Ucrania de Shevchenko y Rebrov. Encuentro clasificatorio para la Eurocopa de 2000 en Bélgica y Países Bajos. 0-2 vencieron los visitantes. Pero Emiliano, que jugó los noventa minutos, ya había puesto el pie en la élite.
Sólo cuatro días después, ya se iba a ver las caras con la que apenas unos meses antes se había convertido en campeona del Mundo. París. Estadio de Saint-Denis. «Fue una locura impresionante. Y eso que me pilló ya con 29 años, con algo de experiencia. Pero los días anteriores ya estabas nervioso: el viaje, el hotel... Y después, 80.000 personas cantando el himno... La piel, de gallina...», trata de describir. Es que, enfrente estaban «Zidane, Djorkaeff, Trezeguet...». Y Deschamps, Lizarazu, Blanc, Leboeuf, Dugarry... «Les veías ahí delante y eran enormes. Qué calidad y qué ritmo de juego. Bastante teníamos con correr detrás del balón», bromea, con el orgullo de quien sólo se llevó un dos a cero ante semejante bestia.
Su carrera continuó entre el fútbol del país pirenaico -con el CE Principat- y el balompié modesto catalán con el Andorra. Siempre mirando en el calendario cuándo sería el siguiente compromiso internacional. Venga, para las Islas Feroe, a jugar un amistoso. Empate a cero. Para el combinado andorrano, cada encuentro contra otra selección pequeña era su Liga particular.
De extremo, de delantero o de diez, Emiliano se fue haciendo importante en la selección. Y en el quinto partido como internacional, mojó. En el estadio Lokomotiv, de Moscú, de vuelta a la clasificación para el torneo continental: «Imagínate, marcar un gol y hacerlo además contra Rusia, que tenía jugadores como Onopko, Karpin o Tsymbalar». «Y también Beschastnykh. Estuve hablando con él y le dije que era de Santander. Le hizo ilusión», rememora el cántabro.
Cenicienta siempre, a Andorra a menudo le tocaba enfrentarse a algún coco. Después de Islandia y Ucrania, volvió a ponerse delante otra vez Francia. El encuentro se disputó en el estadio de Montjuïc. El once galo no tenía el nivel de la otra cita, pero contaba con tipos como Desailly, Karembeu, Petit o Anelka. Emiliano disputó los noventa minutos y Andorra estuvo a punto de dar la campanada. Un gol de Leboeuf en el 86 le quitó el caramelo de la boca a la tricolor. A Rusia también le costó ganar en su visita al Principado. Después llegó el Portugal de Figo, Joao Pinto... «Y Rui Costa. Me tocó marcarle y vaya jugador...». Su relato es un continuo suspiro de admiración. 4-0 ganaron los lusos.
Tras sendos empates ante Malta y Azerbaiyán, tras quince encuentros llegó el primer triunfo. Eso sí, en amistoso -Andorra aún no había conseguido entonces su primer triunfo en partido oficial-. Un solvente 2-0 a Bielorrusia en casa.
Lo siguiente fue la fase clasificatoria para el Mundial de Corea y Japón de 2002. Estonia, Chipre, Portugal, Países Bajos, Irlanda... Frente al combinado chipriota, en casa, Emiliano anotó el 1-1 y el empate se les escapó en el minuto 90. Del choque contra Países Bajos guarda de recuerdo la camiseta que le dio Phillip Cocu. Su tercer tanto como internacional llegó en un amistoso contra Albania. Y que supuso otra victoria para Andorra. 2-0.
Otro reto más. La clasificación para la Eurocopa de Portugal en 2004. El bombo puso a la tricolor con Bélgica, Bulgaria, Croacia y Estonia. El nivel del combinado pirenaico subió. Si bien apenas marcó un gol, las goleadas ya no tenían nada que ver. Compitió hasta donde pudo. Por ejemplo en Croacia, donde cayó derrotado por dos goles a cero en un encuentro en el que el cántabro fue el capitán.
Precisamente Croacia iba a firmar la despedida de Emiliano de la selección y prácticamente del fútbol. 6 de septiembre de 2003. Estadi Nacional. A la vuelta del descanso, en el minuto 50, tuvo que ser sustituido por una lesión en la rodilla. Rotura de menisco. A sus casi 35 años, la articulación no tuvo piedad y acabó con su carrera como internacional. 37 partidos y tres goles. «Nunca piensas que vas a poder jugar contra futbolistas de este nivel. He podido disfrutar de ello y eso es lo que me llevo», reconoce, tras repasar tanto hito.
Además de entrenador, aunque ahora lo tiene aparcado, Emiliano es ahora director de mantenimiento en una empresa andorrana. Mañana estará en la grada en el Estadi Nacional, en la visita del Racing. «Soy socio del Andorra, pero esta vez voy con los de mi tierra. Hay que subir como sea. Me sabe mal por el Andorra, porque se juega mucho y espero que se salve. Pero si tengo que elegir, prefiero que ascienda el Racing», asegura.
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