Borrar
José Moratón y Bodipo, a su derecha, celebran el gol del ascenso a Primera División del Racing en 2002. EFE
El héroe del ascenso

José Moratón: «Fue uno de los mejores días de mi vida deportiva»

El 19 de mayo de 2002 El Sardinero vivió un gol que aún resuena en el fondo norte. Lo marcó el canterano y significó el regreso del Racing a Primera

Leila Bensghaiyar

Santander

Domingo, 8 de junio 2025, 06:21

La portería del fondo norte sigue ahí, inalterable frente a ese altar de cemento. Pero aquel 19 de mayo de 2002, fue algo más. Fue testigo de una escena que aún hoy, más de dos décadas después, sigue vibrando en la memoria colectiva del racinguismo. José Moratón —el canterano, el del barrio, el que veía desde la ventana de su cocina la tribuna de El Sardinero— marcó el gol que devolvió al Racing a Primera División. Lo hizo en el minuto 74, y sin saber que con ese gesto se consagraba. «Ha podido ser uno de los mejores días de mi vida deportiva, sin ninguna duda», recuerda. Le cuesta hablar sin emocionarse. Lo hace con los ojos empañados, la voz que tiembla. «Han pasado muchísimos años y todavía me lo siguen recordando, sobre todo por lo que significó para mí… Fue una consolidación de un niño que entró con catorce años en la cantera, y la confirmación de que me iba a quedar allí muchos años, como así fue».

Aquel gol fue el primero de su carrera profesional y llegó en el momento más importante. No fue una obra de arte, no salió de una jugada ensayada al milímetro. Fue un acto de fe, de instinto, casi de destino, como dijo después Quique Setién. «Era un córner que botó Pablo Sierra desde la derecha. Yo sabía que iba a ir abierto. Rompí al primer palo, como me habían mandado, pero el balón pasó al segundo. Juanma lo volvió a poner en juego… Y yo, que me había quedado por allí, le pegué sin dejarla caer. No fue el gol más bonito, pero había que meterlo», recuerda. Luego, el delirio. El estadio rugió y él echó a correr sin rumbo. «No me acuerdo muy bien de los siguientes segundos. Fue un éxtasis total. Me abrazaron mis compañeros, corrí sin saber a dónde… y luego, viendo las imágenes, me di cuenta de que el primero que me abrazó fue uno de mis ídolos, José Ceballos».

«Fue un éxtasis total.Me abrazaron mis compañeros, corrísin saber a dónde…y el primero que me abrazó fue uno de mis ídolos, José Ceballos»

Y tras el abrazo, la gratitud. «Cuando pasó todo, fui corriendo a por Quique Setién. Tenía que agradecerle la confianza. Me dijo luego que sentía que tenía que ser yo, que ese gol tenía que meterlo yo». Y a partir de ahí, el tiempo pareció detenerse. «Ese último cuarto de hora se me hizo eterno. Quería que aquello se acabara ya, que ese día fuese mío. Me emociono ahora mismo solo de recordarlo», dice mientas se le escapa alguna lagrimilla. Moratón bajó andando ese día desde su casa. Nervioso, en silencio. «Desde la ventana de la cocina veía la Tribuna. No el campo, pero sí la tribuna. Y fui rumiando el partido todo el camino. Tenía miedo, porque el premio era muy grande. Había trabajado mucho para ello».

Creer para crear

El psicólogo del equipo, José Miguel Manzanares, les había enseñado a visualizar los partidos. «Yo me imaginaba celebrándolo. Solo pensaba en eso. Me veía celebrándolo en el balcón del Ayuntamiento. Estaba muy nervioso, pero era lo que visualizaba. Y lo que pasó después fue más bonito de lo que esperaba». Ese gol, además, nació en la portería con más simbología del campo. «Era nuestra esquina. Antes de que estuviera la Gradona, allí estaba Juventudes Verdiblancas. Esa esquina era especial. Yo me fui a celebrarlo para otro lado, pero porque no sabía ni dónde estaba, corría por nervios y miedo. Pero ese fondo era especial, siempre lo ha sido», rememora.

Aquel Racing era un vestuario con jerarquía. Chema, Mazzoni, Óscar Mena... «Al principio fue duro, porque Quique cambió cosas, pero los veteranos con nosotros, los jóvenes, se portaron muy bien. Yo me sentía respaldado». Moratón no se consideraba un portento físico, pero sí un jugador inteligente. «Lo que llevamos encima de los hombros cuenta mucho. Técnicamente estaba bien dotado y creo que entendía el juego, que lo veía antes que otros. Para un central, eso es importante. Y además, sabía gestionar la presión», detalla.

El partido fue contra el Atlético de Madrid. El Racing se jugaba la vida. Moratón fue titular, como venía siendo durante buena parte de la temporada. Jugó 32 partidos aquel año, pero sabía que ese sería su día. «No me lo podía imaginar, pero ese gol no me lo va a quitar nadie». Ahora, en su papel de coordinador de fútbol educativo masculino, sigue soñando con un nuevo ascenso. Con pasar el testigo del gol que dé el pase a Primera. «Me da igual quién lo marque. Si es un canterano, pues precioso, pero firmo ahora mismo que lo meta aunque sea uno de Cuenca, si con eso subimos». Y tiene claro el escenario perfecto. «Me gustaría celebrarlo en casa, contra el Almería, con el estadio lleno y verlo desde la grada».

Pero el Racing ya sabe quién fue el héroe de 2002. No lo dice él, lo dice el fondo norte. Lo dicen los que bajaron al césped aquel día a abrazarlo, los que corearon su nombre, los que le arrancaron la camiseta en la invasión de campo. Lo dice el rugido que aún parece agazapado en verde de El Sardinero. José Moratón marcó un gol, pero fue más que eso. Fue el día en que un chaval del barrio escribió su nombre junto a la historia del Racing.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes José Moratón: «Fue uno de los mejores días de mi vida deportiva»

José Moratón: «Fue uno de los mejores días de mi vida deportiva»