Secciones
Servicios
Destacamos
Hay un cuento en el que el protagonista es un balón de fútbol. Éste nos cuenta sus anhelos y los desaires que cree se cometen con él. Reconoce estar hasta sus termosoldaduras del trato que estaba recibiendo últimamente en los Campos de Sport. Que mucho ... hablar de los sistemas a emplear. Que cuantos más complejos, más sensación de sapiencia futbolística dan a quien los describe o descifra. Que sin equilibrio entre líneas no hay nada que hacer. Que si los mejores son los que no juegan, cuando ya han jugado y nadie estaba contento con ellos. Que si la presión del entorno nos hace diluirnos al primer porrazo. Cuando han venido, entre otras cosas, porque, decían, saben vivir en esos momentos de tensión. Que los mejores treinta minutos de la temporada fueron ese día que perdimos por más goles encajados en un partido. Mucho hablar, dice el balón del cuento. De todo menos de él. Donde, afirma, hay algunos que no le quieren ni ver y otros a quien va a denunciar por malos tratos y desdén a la técnica futbolística. Y quiere reivindicar que el dibujo que vale en el fútbol es el que se hace tratándole con cariño a él. No el que se hace con tiza en la pizarra.
Bueno, está claro que el balón del cuento tiene los cueros que le revientan. Algo parecido a como estaba éste que junta estas letras y algún aficionado de los que frecuento. Así que la cita de obligado cumplimiento de este domingo pasado en los Campos de Sport se presentaba con la esperanza de lograr una victoria plácida, tan deseada, después de trece jornadas caseras, donde la bufanda nos apretaba más que el poder lucirla con alegría al viento. El partido empezó con un primer susto, que bien pronto vimos que era un querer pero no poder del Vitoria, ante un Racing que, esta vez, sí consiguió ser muy superior y pudo haber alcanzado una diferencia mayor de goles, dadas las oportunidades creadas y erradas. Los aplausos volvieron a El Sardinero en lances determinados del juego. Hasta el lanzador del cohete, después de cada tanto racinguista, quedo en feo, al lanzar solo el primero. La costumbre le había dejado entumecido. El que rompió el agarrotamiento que padecía de cara al gol fue Dani Aquino, que además estuvo generoso con Borja Lázaro, al que le regalaron el balón por haber realizado por tres veces su trabajo. La sonrisa fácil se apoderó del equipo y ahora falta comprobar que con este triunfo la autoestima del Racing adquiere un protagonismo real y el domingo en Lasesarre se confirma, ante un rival ansioso y distinto.
Quiero aclarar, por si alguien duda de que un balón pueda hablar. Preguntemos a Cesc, que hablaba a los balones en las Eurocopas de 2008 ante Italia y en 2012 frente a Portugal al lanzar los penaltis. La respuesta del balón ya la sabemos: España ganó. Ahora que Lázaro tiene el balón en casa, puede hablar y tratar de convencer al imprescindible, para que, como en todos los cuentos, éste también tenga un final feliz.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.