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Toda la vida se llamó fase de ascenso, liguilla de ascenso, o fase final si había alguna otra criba para elegir a los privilegiados que subieran de categoría, pero ya se sabe que los anglicismos dominan este deporte y otros como el baloncesto, que fue el que comenzó a imponer en el fútbol la moda del play off con un campeonato de triste recuerdo para los racinguistas, el de la temporada 86-87, una experiencia desastrosa que no se volvió a repetir y en donde el Racing se llevó la peor parte con un injusto y vergonzante descenso que correspondía al Cádiz.
Mucho mejor recuerdo, e imborrable para la historia racinguista, fue el que podemos considerar primer play off de ascenso a Primera, que evoca al que esta tarde el Racing aspira a clasificarse en el estadio de La Cerámica. Fue en la temporada 49-50. El ... club, con el apoyo crediticio del Banco Santander, supo fichar a un elenco de extraordinarios futbolistas, como el argentino Herrero, el danés Mathiesen, el húngaro Nemes y los españoles Joseíto, Mariano, Alsúa y Echeveste, entre otros. El objetivo no se disimuló. Se pretendía recuperar la Primera División que el Racing había perdido en 1940.
En la competición regular, el Racing no tuvo rival en el Grupo Norte. Obtuvo una ventaja de siete puntos sobre el segundo, la Unión Deportiva Lérida, que no se corresponde con el actual Lleida y también se clasificaría para la fase final, como el campeón y subcampeón del Grupo Sur, el Real Murcia y el Alcoyano, respectivamente. En los 30 partidos ligueros disputados, el Racing había sido el máximo goleador con 99 tantos, con una media de más de tres por partido, así que era el claro favorito.
En el primer partido del play off, en realidad una liguilla donde en la que ascendían los dos primeros, el Racing recibió en los Campos de Sport al Murcia, mientras que el Lérida se enfrentaba al Alcoyano. Los representantes del Grupo Norte ganaron sus respectivos encuentros por 4-1. En la siguiente jornada, el conjunto cántabro se desplazó a Lleida y se encontró con un rival muy motivado que finalmente se impuso por 3-2 a pesar de que los racinguistas dominaron toda la segunda parte. Les anularon goles a Joseíto y Mariano.
Cuatro días después, el Racing se enfrentaba al campeón del Grupo Sur, el Alcoyano, al que apabulló con una goleada de 6-0 que no dejaba dudas de qué equipo iba a ser el campeón, sobre todo porque los ilerdenses perdieron en Murcia. Con la tranquilidad de ser líder de la liguilla, la expedición racinguista viajó a Murcia y se encontró con la sorpresa de recibir dos goles en el primer tiempo. En la segunda mitad, la reacción fue meritoria, con un empate gracias a los goles de Ruiz y Nemes.
Como el Alcoyano había derrotado al Lérida por 4-1, al Racing solo le separaba una victoria del ascenso matemático, así que todos se conjuraron para que el partido contra los catalanes del 18 de junio, en los Campos de Sport, fuera una verdadera fiesta. Las obras de ampliación de la General, cuya capacidad se había ampliado hasta las 9.500 personas, ya habían concluido, y el aspecto que ofrecía el campo era impresionante. Aunque se adelantó en el marcador el conjunto ilerdense, los racinguistas nunca perdieron su fe en el triunfo. En el minuto 17, Felipe sacó una falta y el portero rechazó la pelota para que Elizondo, muy oportuno, enviara el balón a la red. Tres minutos después, Joseíto, que venía en carrera internándose por el centro, empalmó un duro disparo desde fuera del área que supuso el 2-1, y en el 33, Mariano remató de cabeza un centro de Echeveste para anotar el 3-1 con el que finalizaró la primera parte. A falta de diez minutos para terminar el encuentro, Joseíto se internó en el área y, cuando parecía que iba a marcar, cedió atrás la pelota para que Alsúa, que venía lanzado, estableciera el 4-1 definitivo. Cuando se pitó el final, el Racing ya era automáticamente equipo de Primera División diez años después.
El conjunto cántabro jamás había tenido que esperar tanto para regresar a la máxima categoría, que inauguró en 1929. Desde 2012 son doce temporadas, todo un récord de paciencia racinguista –y récord negativo para el club– que nos invita a soñar con que ya toca. O que, al menos, está a punto de tocar.
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