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Fue una de las noticias deportivas más impactantes de la temporada 1980-81. Tras acabar su contrato con el FC Barcelona y jugar un par de años en Los Ángeles Aztecs y el Washington Diplomats de los Estados Unidos, el gran jugador holandés Johan Cruyff (Johannes Hendrik Cruijff) fichaba por el Levante UD, de Segunda División. El objetivo del club valenciano era el ascenso a Primera, y para dar el último impulso incorporó a la estrella mundial ya comenzado el campeonato. Pero el Levante no consiguió su objetivo. En su camino se cruzaría un Racing de cántabros donde destacaba un joven futbolista santanderino: Quique Setién.
Cruyff tenía 33 años y debutó con el Levante el 1 de marzo de 1981 contra el Palencia. El cuadro levantino era el segundo clasificado en una Liga que premiaba con el ascenso a los tres primeros, y con el refuerzo del holandés las cosas parecían perfiladas. Pero Cruyff era demasiada estrella para el entonces modesto club valenciano. Exigía desplazarse en avión cuando sus compañeros iban en autobús y estableció un contrato donde le correspondía la mitad de la recaudación cuando jugara fuera de Valencia (se negó a jugar en varias ocasiones ante la negativa de los clubes locales). El equipo se desconectó, hubo cambio de entrenador que empeoró la situación y en las últimas jornadas perdió las opciones de ascenso. Jugó 10 partidos y anotó dos goles. El Levante agravaría su crisis económica.
Por su parte, el Racing rompía los esquemas de la debilidad y de un mal inicio y con 19 jugadores cántabros (Alba, Moncaleán, Villita, Sañudo, Ruisánchez, Preciado, Piru, Juan Carlos García, Mantilla, Chiri, Díaz, López, Herrero, Víctor, Javi I, Javi II, Toño, Mazón y el mismo Quique) se plantó en la última jornada dependiendo de sí mismo para lograr el ascenso a Primera. El rival era el Levante de Johan Cruyff, pero sin Cruyff. Se jugó en los Campos de Sport el 24 de mayo de 1981 y en el minuto 37 se produjo la jugada clave. Piru peleaba una pelota con Herencia cerca del córner derecho del ataque cántabro. Saque de banda a favor del Racing. El mismo Piru sacó hacia Herrero y este envió un centro a media altura que Quique remató de cabeza en plancha para marcar el gol del ascenso.
Años después, el Levante volvió a tropezarse con la trayectoria profesional de Quique. El jugador cántabro había salido del Racing de forma indecorosa ante las desavenencias con el entrenador, Vicente Miera, y el enfrentamiento con su compañero Tomás, y se encontró libre sin que la temporada 1995-96 hubiera finalizado.
Mientras tanto, el Levante mantenía el privilegio de encabezar, con gran diferencia, la clasificación del grupo III de Segunda B, posición que no garantizaba el ascenso, ya que para ello era necesario ser campeón de una liguilla para la que volvió a recurrir a su tradición de contratar a jugadores famosos y experimentados, como Cruyff, Caszely, Mijatovic... y Quique Setién.
Quique debutó en el Nou Estadi el 5 de mayo contra el Ontinyent, con victoria del Levante por 2-0. «La brújula de Setién», fue el titular elegido de algún periódico. Aquel partido no era transcendente. El Levante ya estaba clasificado para disputar la liguilla de ascenso a la que accedían los cuatro primeros clasificados de los cuatro grupos de Segunda B. En total dieciséis equipos, enfrentados en cuatro liguillas para conseguir cuatro puestos de Segunda A. Quique jugó dos partidos más para adaptarse a la dura competición de aquella liguilla de ascenso, donde además participaron el Córdoba, el Avilés Industrial y el Racing de Ferrol
El 23 de junio el Levante ganó 2-0 al Racing de Ferrol, y a falta de un partido consiguió el ascenso. Fue el último encuentro de Quique como futbolista profesional. La crónica al día siguiente en 'El País', firmada por Cayetano Ros, dijo: «Fue una victoria hermosa, germinada en la capacidad de mando de Quique Setién, el centrocampista que marcó todos los tiempos del encuentro y del glorioso final de Liga del Levante. Ahora un magnífico pase largo, ahora una sucesión de toques cortos, el Levante siempre jugó al dictado de Setién, cuya presencia en el equipo ha resultado determinante para alcanzar el ascenso. Un acierto enorme de quien tuvo la idea de contratarlo».
Johan Cruyff, que como entrenador del Barcelona sufrió a Quique en la recordada goleada de 1995 que su equipo encajó en El Sardinero (5-0, con uno de los goles anotados por Quique), se refirió a él en el libro que poco después se editó sobre la biografía del jugador cántabro: «Quique Setién es el prototipo del buen jugador de fútbol, no sólo por sus grandes capacidades y cualidades técnicas, sino también por las humanas.../... Estoy convencido de que seguirá ligado siempre al fútbol de alguna forma y tendremos la suerte de seguir contando con él». Y Cruyff acertó. Después de jugar en el Levante, Quique sigue enriqueciendo al fútbol.
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