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Tomás Carrera, el jefe de mantenimiento del club, iza la bandera del Racing en el primer puesto en lo alto de los Campos de Sport. Roberto Ruiz
Una ilusión nos persigue

Líderes en el cielo

El ritual de colocar las banderas en lo alto de los Campos de Sport en el orden de la clasificación supone ahora algo especial. El Diario Montañés sube a la azotea de El Sardinero

Álvaro Machín

Santander

Viernes, 29 de noviembre 2024

Neil Armstrong y Buzz Aldrin plantaron la bandera más famosa en la historia de la humanidad. Fue el 20 de julio de 1969. El hombre –los norteamericanos, en este caso– colocaron su símbolo en la luna. Algo así como un sueño. Lo de Tomás Carrera cada fin de semana no es para tanto. Pero es precioso decir que, si la luna está en el cielo, los racinguistas disfrutan este año al colocar allí su bandera. En lo alto de los Campos de Sport, en la azotea en la que, cada quince días, se izan por orden de clasificación las de todos los equipos de la categoría. La del Racing está ahora la primera. En la luna de El Sardinero. En el cielo soñado que va directo a la Primera División. Tomás, el jefe de mantenimiento del club, es el encargado de la tarea. El Diario Montañés subió este viernes con él allí arriba. «Este año, es verdad, lo estoy disfrutando más que nunca». La ilusión le persigue.

Es una tradición bonita. Ir al estadio y fijarse en lo alto de la zona Este. Todas en fila y por orden. Antes se hacía en muchos campos. Cada vez en menos. Aquí se mantiene. Tomás suele subir los viernes si el partido cae en fin de semana. Si llueve o hace muy malo, lo deja para el mismo día del choque –o para el rato en el que el cielo lo permita–. Allí se quedan hasta el lunes. «Si las dejáramos toda las semana se estropearían mucho porque tan arriba, con el viento y el agua, no durarían demasiado».

Accede por la puerta 30 y camina con una caja hasta un lado de la Tribuna Sur (la que linda con la Tribuna Este). Que nadie se imagine una gran puerta ni un pasadizo, un acceso secreto. El camino al 'cielo' es una trampilla en lo alto de esa parte del estadio a la que se llega a través de un doble tramo de escalera adosado a la pared –de las que se suben con pies y manos–. Primero, hasta el escalón alto que hay a la altura de los ventanales, esos que se convirtieron en una parte más de la grada en el partido contra el Español del 93. Después, hasta la misma trampilla que, abierta, permite llegar al techo.

Antes de trepar toca poner orden en el material. El jefe de mantenimiento del Racing tira de móvil para consultar la tabla. Y así, por orden, va extendiendo las banderas por la fila de asientos que está más arriba. La última. De atrás hacia delante. Y, con todas en su sitio, las vuelca en la caja en el orden inverso de la clasificación. La del colista –la primera que va a colocar– quedará en lo más alto del montón. «La gente está muy pendiente y, si te equivocas, te lo dicen. Además, tengo peticiones para poner alguna boca abajo», bromea. Rivalidades.

En lo alto

Toca subir. El día está soleado, la temperatura es más que agradable y el aire ni siquiera llega a viento. Ligera brisa. La azotea se recorre a través de dos pasarelas metálicas con barandillas. Una, en la parte exterior del perímetro del estadio, es la de los mástiles. La otra, en la interior (construida más tarde), se utiliza para llegar al material de megafonía y, en general, para los servicios que determina la Liga. Una, claro, tiene vistas al aparcamiento y al mar, y la otra, al campo. Eso, las vistas, llama la atención. Uno no está todos los días en el techo del estadio. Tomás está muy acostumbrado.

Detalles

A la azotea del estadio se accede por unas escaleras y una pequeña trampilla que hay en un lado de la Tribuna Sur

Un arnés de seguridad –se lo ha colocado antes de subir– y listo. A empezar. La del Cartagena, la primera. «Antes teníamos que hacer nudos para colocarlas, pero hace tiempo ya que pusimos mosquetones. Es más rápido y más seguro». Tiene callo y va deprisa. Dice que suele tardar una media hora en completar la operación. Tenerife, Racing de Ferrol, Córdoba... «La clave es que estén derechas, que lo de arriba esté arriba. Y cada cuatro o cinco compruebo que esté bien el orden de la clasificación porque, si hay un error y sigo poniendo, hay que quitarlas y volver a empezar. Alguna vez he tenido que volver».

Deportivo, Burgos, Cádiz... Antiguamente se ponían en el anillo interno. Más pensadas para verlas desde el interior del estado, para que las repasaran los que estaban en el partido. «Eran unas banderas más pequeñas, además». Eso cambió y la imagen que se persigue hoy es la de fuera. Hay más cosas que han variado. La Liga de Segunda División tradicionalmente tenía veinte equipos. Ahora son 22. Eso obligó a añadir dos mástiles y a echar cuentas. La bandera del líder, de hecho, queda más alejada de la pasarela que el resto. Detalles.

Antes de acceder a la azotea, se ordenan todas las banderas por orden de clasificación. Roberto Ruiz

Eldense, Albacete, Huesca, Eibar, Málaga... Tomás avanza y va contando historias en la intimidad de las alturas. Cómo se sube a las torres de iluminación cuando toca hacerlo (si esto está muy alto, eso ya...), detalles de la vista del estadio...

Vértigos

Si han llegado a leer hasta aquí es posible que se estén preguntando si da vértigo. Está muy alto, es innegable. Pero –el que escribe sabe lo que es sufrirlo– la estabilidad de la pasarela y la presencia de las barandillas minimizan la sensación en casi todo el recorrido, que no es corto. El mayor enemigo es el viento. «Los días que sopla es bastante más incómodo por todo». Primero, por la propia sensación ahí arriba. Y, de forma más concreta, porque dificulta la labor del izado en cada bandera. «Tienes que estar pendiente de que no te la lleve y de no perder la cuerda, porque, si se suelta, hay que esperar a que el propio viento la vuelva a traer».

Se ha dado el caso, de hecho, de no poder colocar alguna semana las banderas por situaciones de viento fuerte o por algún tormentón. Riesgos, los justos.

Castellón, Elche, Zaragoza, Oviedo... Se va acercando la zona alta de la tabla y, por ubicación de la hilera de mástiles, lo que queda de frente es la Torre Feygón, el edificio más alto de la ciudad (con algo más de cincuenta metros). Granada, Levante, Sporting... Quedan los tres primeros y, casualmente, dos se enfrentarán hoy unos metros más abajo. Toca hablar un poco de fútbol. Tomás coloca la del Mirandés y responde en ese momento a la pregunta sobre si es especial poner este año las banderas. Cuenta que lleva treinta años trabajando en el club, es un veterano. Muchas etapas y muy distintas. Sí, claro que es especial. Pone la del Almería –segundo– y sólo tiene que poner una más. «Es muy bonito, sí. Es más especial –reconoce– que otros años y, la verdad, no recuerdo poner la del Racing la primera». Y durante tantas semanas. Líder.

El liderato

«Sí que es algo especial poner las banderas ahora. Una alegría. En todos mis años aquí no recuerdo haberla puesto la primera»

Está, ya se ha dicho, algo más alejada de la pasarela que el resto. Posición privilegiada. Coloca la parte superior en el mosquetón, agarra la cuerda y la iza. Las letras y el escudo parecen hincharse a medida que ascienden. Brilla el verde con el sol. Luego da un nudo con las dos cuerdas juntas para asegurar que queda fijada. Entonces ocurre algo. Un detalle. El destino a veces se pone maravilloso. Porque el aire que no ha soplado en todo lo que va de mañana –son las once, más o menos– deja un par de exhalaciones. Pequeñas, sin molestar, pero suficientes para poner casi recta la bandera del Real Racing Club. Como si posara para las fotos de El Diario Montañés. Como si quisiera que el racinguismo pueda verla bien. Y uno piensa que, en el fútbol, como en la vida, cuando la racha viene buena todo va de cara. Que este es el año. Que la ilusión nos persigue... Luego toca volver al suelo para hacer realidad los sueños.

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