Que llegue ya el parón

Después de la excursión del partido contra el Huesca, José Alberto volvió a la senda marcada con anterioridad. Con la que mejor le fue. Con la que también le empezó a ir mal. Volvieron Manu Hernando y Montero al centro de la zaga, escoltados de vuelta por Mario García; regresó Aldasoro al doble pivote y también Pablo Rodríguez a la mediapunta. Sólo faltaba el retorno también de la mejor versión verdiblanca.

El Elche agarró la pelota y como si fuese la lámpara de Aladino. Sobar y sobar. El Racing, de primeras, colocado y relativamente cómodo. Buenas sensaciones. Sin partirse la camisa y salir a pecho descubierto ante un rival eminentemente ofensivo. Aunque la primera tentativa de disparo fue para el equipo local. Yago Santiago buscó hueco dentro del área y tiro raso. Respondió bien Ezkieta. Los cántabros lo intentaron por medio de Aldasoro, desde la frontal, que desvió Dituro a córner. En ese saque de esquina, el propio centrocampista vasco remató la buena acción de estrategia, pero Affenbruger se interpuso en la trayectoria del balón hacia la meta.

El equipo local tenía un 64 por ciento del balón a esas alturas. El objetivo racinguista era hacer inútil el protagonismo de la posesión. Robaron los de José Alberto en la medular y Andrés Martín habilitó al hueco con un buen pase a Arana. Dituro se echó encima del canario, que pegó en el cuerpo del arquero.

El córner posterior terminó en saque de puerta. Aperitivo de lo que iba a venir. Dituro le puso un pase largo fantástico a Nico Fernández con la defensa racinguista atenta, pero poco. El argentino le hizo un roto primero a un blandito Michelin. Después, Mario García amaga donde va a defender, así que el extremo se va por el pasillo de la línea de fondo y la pone atrás para que Agustín Álvarez marque bien cómodo. Los errores propios de los que hablaba José Alberto en la previa.

No iba ni media hora de encuentro y de pronto el Racing ya empezaba a dar los síntomas de debilidad que le han llevado a perder una pila de putos al frente de la clasificación. El Elche desarboló a la zaga verdiblanca por su parte izquierda. Menos mal que está Ezkieta. El navarro repelió con la rodilla el remate a bocajarro de Josan.

Uno, otro, otro... Ahora los ataques eran todos del Elche. El Racing no sacaba el trasero de su campo. Y para una vez que sale, el árbitro la lía como Amancio. El colegiado pita una falta en la frontal sobre Aldasoro. Lo era. El problema es que el balón siguió adelante y acabó en un centro desde la derecha con Arana e Íñigo Vicente solos en zona de remate. La ley de la ventaja, ¿pa' cuándo? Quizá para la segunda parte, porque al Martínez Valero lo que llegó fue el descanso.

No hubo cambios, al menos en lo nominal, en el Racing al descanso. Y el decorado fue más o menos el mismo que hasta el gol local, sólo que de pronto en el marcador reflejaba ese 1-0 que para los racinguistas era como esquirla en ojo. Los verdiblancos eran la imagen de la impotencia. Corriendo detrás del balón, cuando lograban algo que llevar a la boca se les escurría entre las manos. De repente, a Andrés Martín se le olvidaron las diabluras. Le cayó un balón con flecha directa hacia el área, controló mal y... Pues eso.

Pero la acción precedió a un momento de lucidez. Ambas, en sendos saques de esquina. En el primero, Aldasoro llegó para rematar en el primer palo, pero su disparo se marchó alisando el lateral de la red. A la siguiente, Montero cabeceó de cabeza, pero la pelota no encontró portería. Tampoco el posterior de Nico Fernández en el otro área.

La solvencia del Elche ya no era tanta. El Racing se personaba más a menudo en campo rival. Y lo volvió a intentar el cuadro montañés a balón parado. Entonces, con una falta lejana que Michelin golpeó directa. Fuerte. Empeine total. Balón que sube y baja. Iba bien. Dituro, atento, despejó y no había racinguistas al rechace.

El arreón verdiblanco se fue apagando y el rondo franjiverde asentándose otra vez. No debía ver muy claro José Alberto qué hacer con los mimbres del banquillo, porque no llamó a Karrikaburu, Javi Castro y Marco Sangalli hasta que el cronómetro se acercaba al minuto 70. Pablo Rodríguez, Manu Hernando y Michelin fueron los sustituidos. El tiro centrado de Santiago que atrapó Ezkieta pilló al colegiado casi apuntando los cambios.

Había salido también Mourad. Dos minutos tardó en marcar el murciano. Falta a favor del Racing mal botada por Íñigo Vicente. El rechace le cae a Mario García, que se quita el balón de mala manera y se la regala al Elche. El equipo alicantino lanza la contra y Mourad remata en boca de gol para hacer el segundo.

Y ya está... ¿Para qué más? ¿Para sufrir? Entraron Maguette Gueye y Suleiman Camara por Aldasoro y Andrés Martín. Sí, mejor, que descansen. Como descansará el domingo Montero, porque en Las Rozas se aburrían y decidieron inmiscuirse en el partido.

El zaguero verdiblanco paró en falta a Óscar Plano. Mallo Fernández pitó la falta y sacó amarilla. Perfecto. Sonó el pinganillo y el colegiado fue a ver la pantalla. Montero era el último, pero el balón ni siquiera iba hacia la portería. Sin embargo, ¿cómo iba a llevar la contraria? Anuló la amarilla y le mostró la roja directa. Pero bueno, viendo que iba a dejar ocho minutos de añadido en un encuentro que no había tenido gran cosa...

En ese tiempo extra se iba a igualar la contienda en lo numérico. Óscar Plano se rompió y el Elche tuvo que jugar los últimos compases también con diez jugadores. Dio igual. Llegó el tercero. Mario García intentó despejar. El balón fue a un rival. Al final, Nico Castro se plantó en el área, la oposición fue mínima y disparó para castigar aún más al irreconocible Racing.

El partido se acabó, pero la competición en este 2024 aún no. Queda un partido más. En casa, el domingo, frente al Eldense. No, no se puede aplazar para más adelante. Así que habrá que tirar de racinguismo puro y duro. ¿Te has caído? Te levantas. Lo importante que sería terminar el año con una victoria... Porque este último tramo está siendo como comer cuatro polvorones seguidos –a uno por derrota– sin ni siquiera un vaso de agua que llevarse a la boca.