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El gol es la verdad. De manera global, el principal problema del Racing es que no está haciendo goles y está encajando en prácticamente todos los partidos. Es este un análisis macro de una muy mala racha que, por supuesto, merece que se baje un ... poco más a aspectos micro. Antes de nada, situémonos en que seguramente ni la racha excelente de resultados es lo normal ni tampoco lo es esta, y que juntándolas vemos que la tendencia de puntos es muy buena. Pasar tan abruptamente de una gran dinámica a una tan mala es chocante, pero la Liga es una competición de fondo, por lo que lo importante es el conjunto de resultados.
Hasta esta mala racha, el Racing había empezado de manera parecida a la temporada pasada, pero su buena racha empezó porque apenas encajaba, lo que sin duda ayudó y mucho a tantas victorias consecutivas.
Ahora no es así, pero es más preocupante la sequía de cara a gol, porque no la conocíamos en la era José Alberto, pero seguramente una cuestión vaya de la mano de la otra. No es que no se generen ocasiones; es que no están entrando. Y no es que Ezkieta no esté parando; es que antes paraba más (aún).
Seamos además honestos con nosotros mismos: el Racing sacó partidos adelante que en condiciones normales no tendrían por qué haber terminado en victoria, al igual que alguno de estos últimos no deberían haber concluido con derrota. Seguramente también ahí encontremos cierto equilibrio: «Ni antes éramos la última mierda que cagó Pilatos ni ahora somos el Bayer Leverkusen». Algo así, pero al revés. Siempre en las sabias frases de Manolo Preciado encontramos la verdad.
Los rivales también cuentan. El Racing iba ascendente con una manera muy marcada tanto de atacar como de defender, y en el actual fútbol hiperanalizado todos buscan soluciones. La presión alta ha ido generando menos réditos y los rivales caen menos veces en fuera de juego (los doce y once de Burgos y Málaga respectivamente no han vuelto a ocurrir). La defensa sufre más tanto en lo global como en lo individual porque los rivales saben atacarla mejor y los puntos débiles lo parecen aún más. Que los rivales consigan superioridad por banda es ya habitual y antes en el área el Racing era más contundente, pero ahora sus adversarios saben atacarla mejor porque conocen cómo la defiende.
Con toda la precaución necesaria, el problema del equipo no parece físico (al menos a simple vista y sin tener datos muy concretos) sino más bien mental. Lo que antes dominaba deja de salirle y eso provoca dudas. Se aprecia cierta falta de confianza de los jugadores en lo que hacen, y no tiene que ser porque no se vean capaces –han demostrado que lo son–, sino porque ellos mismos ven que ahora no les sale. Algunos pierden duelos que antes no perdían, fallan en la marca que antes acertaban y no encuentran el hueco para el pase antes siempre abierto.
Un ejemplo concreto: Aldasoro marca con la izquierda por al escuadra contra el Zaragoza con uno menos y el miércoles su disparo se va fuera (aunque la tocara Dituro). Eso lleva a peores decisiones o incluso a dudar de las bien tomadas, pero ejecutadas más tarde precisamente por esa duda. Y para que sus automatismos funcionen el Racing necesita una gran velocidad.
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