Secciones
Servicios
Destacamos
Fue uno de los partidos más especiales que jugó el Racing. No importó que el rival fuera el Elche, porque las circunstancias que distinguieron aquel encuentro no tuvieron que ver con la técnica ni el esfuerzo deportivo, sino con un gesto reivindicativo de dos jugadores ... que casi pasó desapercibido, pero que provocó cierto nerviosismo entre las autoridades y las fuerzas del orden público.
Trascurría la temporada 1975-76. El Racing estaba en Primera División con dos novedades que alegrarían el fútbol de los Campos de Sport. Uno de ellos era el regreso de Juan Carlos Pérez, el gran capitán del Barcelona cuya presencia enriqueció el centro del campo racinguista para proporcionarle más solidez y criterio atacante. El otro fue el fichaje de un portugués que en principio no cayó demasiado bien por su forma de vestir y por una barba que no era habitual entre los futbolistas de la época, pero que muy pronto encandiló a los aficionados gracias a su talento y a sus diabluras con el balón. Se llamaba Quinito y junto a Ufarte, que se había sumado la temporada anterior, el equipo dirigido por Maguregui no era el habitual de encerrarse atrás aparcando el autobús.
En aquella temporada también se estaban produciendo acontecimientos históricos, como la decadencia del régimen con la enfermedad de Franco. El presidente del Gobierno, el santoñés Luis Carrero Blanco, había sido asesinado por los criminales de ETA. Además, en África, el rey de Marruecos, Hassan II, preparaba una ofensiva para reivindicar el territorio español del Sáhara Occidental. El terrorismo se aprovechó de las circunstancias y se intensificó, mientras el Gobierno decidió actuar con mano dura dictando cinco condenas a muerte que levantaron una fuerte presión internacional que no sirvió para nada, porque el 27 de septiembre de 1975 fueron fusilados los cinco condenados, tres miembros del FRAP y dos de ETA. En este ambiente político, y al día siguiente de las ejecuciones, el 28 de septiembre, se disputó en los Campos de Sport el cuarto partido del campeonato entre el Racing y el Elche. Saltaron al terreno de juego los racinguistas Santamaría, Díaz, Geñupi, Chinchón, Portu, Juan Carlos, Ufarte, Sergio, Quinito, Aitor Aguirre y Zuviría. Pero hubo dos jugadores, Aitor Aguirre y Sergio, que se ataron en las mangas unos cordones negros improvisando un luto del que casi nadie se dio cuenta.
En la primera parte, el Elche se dedicó a defender con demasiadas faltas y con un hombre en punta, Rubén Cano. Los cántabros dominaron con un excelente juego de Portu, un Ufarte fresco, un Juan Carlos potente y un Sergio muy dinámico, tanto como organizador como penetrando por los extremos. En una de esas penetraciones, Aitor Aguirre cabeceó a la red para anotar el 1-0. Los cordones que llevaba en su manga no le molestaron, hasta que llegó el descanso. Entonces varios policías vestidos de paisano, con discreción pero contundentes, apartaron a los futbolistas y se dirigieron a ellos amenazantes, obligándoles a quitarse los cordones de luto de sus respectivas mangas. Como los dos ya habían cumplido con el ritual, no opusieron ninguna resistencia y los policías les permitieron seguir jugando.
Pero los ánimos se desplomaron. Se notó en el juego de la segunda parte, donde los cronistas no pudieron evitar hablar de cansancio por el esfuerzo de la primera mitad. Ahora el peligro está en los rivales deportivos, sobre todo en las botas de Rubén Cano. El Racing bajó la guardia y el Elche empató precisamente por el delantero que más tarde ficharía por el Atlético de Madrid. Mal asunto para el Racing. Sin cordones de luto, evadido del problema que presentía que le iba a esperar al acabar el encuentro, y a falta de tres minutos para el final, Aitor saltó con el ímpetu de un coloso, superó al portero y, de cabeza, de nuevo empujó el balón para marcar el gol del triunfo.
Tras el partido, Aitor y Sergio fueron detenidos, interrogados y multados. La directiva racinguista, presidida por López-Alonso, apoyó a sus jugadores y puso a su disposición abogados para defenderse. El asunto no pasó a mayores y fue tratado discretamente por los medios de comunicación, aunque sí se publicaría en la prensa una carta que las autoridades obligaron a firmar a los futbolistas, y en donde se aseguraba que el «distintivo luctuoso en el brazo», estaba motivado «por celebrarse en el día del encuentro deportivo el primer aniversario de la muerte de quien fue presidente del club, señor Santiuste», añadiendo que «en modo alguno nuestro proceder tenía relación con las circunstancias políticas que se viven actualmente en nuestro país, y aún menos con los fusilamientos habidos recientemente». Nadie se creyó el contenido de aquella carta.
Semanas más tarde, Franco murió, las Cortes proclamaron rey al príncipe Juan Carlos y se devolvió el importe de la multa a los dos racinguistas que se atrevieron a lamentar la pena de muerte con los cordones de unas botas de fútbol, y con dos goles que dieron la victoria a su equipo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.