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El problema de los partidos de trámite es que lo único que está en juego es uno mismo. Con un poco de fortuna, uno puede dar su mejor imagen y reivindicar un mayor protagonismo en el equipo, que a buen seguro es lo que tenía en mente Álvaro Mantilla cuando anoche saltó al césped de Lezama.
Cumplidor como pocos, el de Maliaño no ha dejado pasar la más mínima ocasión esta temporada para demostrar su valía, incluso fuera de su posición natural. Como ante el Valladolid B, Romo le alineaba en su sitio, en el centro de la defensa y secundado por todo un mariscal de campo, Pol Moreno. La ocasión ideal para presentar de nuevo sus credenciales al míster y dejarle claro, por si aún le quedaba alguna duda, que estaba más que preparado para volver a la titularidad. Y es que, más allá de estas 'jornadas de la basura', al Racing todavía le queda un encuentro 'de verdad': la final por el campeonato de Liga. Y Mantilla iba a luchar por un puesto en la alineación inicial.
Pero volvamos al problema de estas jornadas intrascendentes: sin esa pizca de fortuna, uno tiene mucho más que perder, en lugar de ganar. Por ejemplo, la buena imagen. Sobre todo, cuando eres la única novedad -o casi, también Borja Domínguez y Marco Camus disfrutaban de una nueva oportunidad para suplir a Pablo Torre y Patrick Soko- en un once que la afición se sabe ya de carrerilla.
Lo que ocurre es que es muy difícil brillar en un juego colectivo cuando el resto de tus compañeros no está por la labor. Y ya no digamos cuando el rival se juega algo. La permanencia, por ejemplo.
Y eso que el partido comenzó tranquilo para Mantilla, como si al Bilbao Athletic le impusiera la vitola de campeones de los verdiblancos. Claro que solo tardarían unos diez minutos en darse cuenta de que este no era exactamente el mismo Racing intratable que arrasó durante dos meses de ensueño. Fue quitar el miedo y comenzar un pequeño calvario para Mantilla.
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En el trece, Luis Bilbao coge el balón en tres cuartos de cancha y avanza con él cosido a la bota, en diagonal hacia el área. Unai Medina le 'flota', como si no fuera consciente de que los jugadores de un filial están de paso por la categoría. Cuando Mantilla quiere enmendar el error del lateral, saliendo al cruce, es ya demasiado tarde: su toque sutil con el interior, al palo corto, pone el uno a cero en el marcador. Y apaga las luces del Racing. Con ochenta minutos por delante.
Siete minutos más tarde, de nuevo buscan los locales un agujero en la zaga verdiblanca, y lo encuentran por la derecha, entre Medina y Mantilla. Malcom entra por su izquierda, pero cuando Mantilla bascula hacia allá, combina con Diarra, en el balcón del área. El zaguero acude al centro para achicar espacios, dando pie a la peor coreografía para un defensa: la pared de Diarra le coge a contrapié. Malcom, a placer, marca el dos a cero.
El partido, a partir de ese momento, comienza a enfangarse. Una cosa es no jugarse nada y otra que a nadie le gusta perder. Y menos, a los profesionales. Mantilla comienza a aplicarse todavía con más ahínco. Pero esa noche no iba a sonreírle la fortuna, precisamente.
En una jugada que comienza con un codazo a Marco Camus, que el árbitro no señala, el balón se dirige hacia el delantero Artola. Mantilla intuye la trayectoria y, mucho antes de que Artola pueda controlarlo, ya le está silbando en la nuca, presto a despejarlo. El delantero se agacha en el momento justo y Mantilla planea sobre él, y acaba aterrizando sobre su hombro izquierdo. El mismo que se operó el año pasado, después de sufrir un calvario de luxaciones.
Mantilla, en el suelo, bate las rodillas, con gestos de un dolor inmenso. Artola, por su parte, se queja también de un golpe. Ya en la banda, el rojiblanco se disculpa, y Álvaro le da una palmadita de reconciliación.
Pese a los esfuerzos del fisio, Mantilla no podría aguantar ni cinco minutos más. En el minuto 38 tendría que ceder su puesto al central titular, Bobadilla. El único consuelo, en espera de conocer el alcance de la lesión, sería la ovación del público, pues le tocaría abandonar el terreno de juego junto a la grada de los racinguistas. Justo reconocimiento para un jugador que no ha disfrutado de demasiadas oportunidades esta temporada, pero siempre ha cumplido con creces.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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