
La mano tendida de Jorge López para rescatar futbolistas ucranianos
Huir de la guerra ·
El exjugador del Racing regresó de Ucrania tras la invasión de las tropas rusas y ha sacado del país a 22 chicos con destino a varios clubes de EspañaSecciones
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Huir de la guerra ·
El exjugador del Racing regresó de Ucrania tras la invasión de las tropas rusas y ha sacado del país a 22 chicos con destino a varios clubes de EspañaMatadero Cinco' de Kurt Vonnegut, es una novela antibélica protagonizada por el soldado Billy Pilgrim y un clásico de la contracultura estadounidense. Todo en el libro es un sinsentido, como lo es la guerra. Y Vonnegut se encargó demás de ponerle un título alternativo, 'La cruzada de los niños', para enfatizar lo horroroso de la implicación de los chicos en los conflictos bélicos. A Jorge López (1978, Logroño), exjugador del Racing, esta realidad también le espanta. Y más después de que la invasión de Ucrania por parte de las tropas rusas le pillase trabajando en Krivói Rog, la octava ciudad más poblada de Ucrania y está a 380 kilómetros de Kiev.
Por eso, después de lograr salir del país a través de la frontera con Rumania, el exmediocentro verdiblanco decidió hacer algo al respecto y tender una mano a jóvenes futbolistas ucranianos. Y vaya si lo ha conseguido. Con la misma habilidad que desplegaba sobre el césped cuando vestía de corto, ha sabido buscar el espacio, encontrar el hueco y superar las líneas de presión para filtrar un pase de esos que acaban en gol. Por ahora ya ha logrado sacar del país a 22 menores de su club y reubicarlos en las secciones inferiores de varios clubes españoles para salvarlos de los horrores de la guerra.
Es cierto que no llegó a oír el agitado concierto de las balas y las bombas. Salió a tiempo. Poco después de la invasión. Pero sí pudo observar vetustos tanques tomando las calles. Cuando Jorge aterrizó en Ucrania allá por el mes de diciembre, nunca se imaginó como iba a acabar su aventura en el país. «Firmé con un equipo que se llama FK Kryvbas, un club de Krivói Rog, como director de la cantera. Mi misión era generar una estructura de cantera profesional para intentar desarrollar jugadores para el primer equipo», cuenta. Nada le hacía sospechar lo que estaba a punto de ocurrir. «No se notaba nada en el ambiente. La vida era totalmente normal», asegura. Aunque la cacofonía mediática sí que vomitaba algunas noticias de vez en cuando, la población no se las tomaba demasiado en serio. «Había noticias, pero las mismas que se llevaban escuchando ocho años. Todo el mundo decía que allí no iba a pasar nada. Era algo con lo que convivían y no le daban mayor importancia. Nadie podía pensar que fuese a pasar lo que ha pasado», confiesa.
Él tampoco llegó a imaginárselo. Y mientras comenzaba a echar a andar su proyecto en las secciones inferiores del Kryvbas, le alcanzó la onda expansiva de la actualidad. «Me pilló en mi casa, estaba durmiendo, porque la invasión fue de madrugada un jueves. Me enteré por un whatsapp que me mandó uno de los conductores que yo había tenido y me decía que habían bombardeado muchas ciudades de Ucrania», recuerda. El mensaje le cayó como un jarro de agua fría. Helada. «Te asustas, porque de repente está todo normal y luego ves que han bombardeado, que han destrozado ciudades y que hay tanques por las calles... Empiezas a asustarse un poco», admite. Se puso en contacto con el club y trataron de tranquilizarlo. Pensaban que era algo puntual. «Ese día lo pasé un poco nervioso, pero tranquilo. Luego por la noche me volvieron a llamar y me dijeron que no, que no iba a parar, y me pusieron un coche para que me fuera», relata.
También contactó con la embajada española, pero tuvo que salir de Ucrania por su cuenta. «Si podía acercarme a Kiev tenían un convoy que salía esa mañana hacía la frontera», pero lo tenía todo en contra: era de noche, no daba tiempo a llegar y además había toque de queda. «Me vinieron a decir que me buscase la vida y que me acercase lo más posible a la frontera». Y eso hizo. Se fue a la frontera con Rumania. Salió con dos jugadores del FC Dnipró, un equipo de una ciudad cercana. La Federación le había dicho que los futbolistas tenían un contacto para salir. «La frontera es otra historia, no era fácil cruzarla. No iba por orden de llegada, eso era sálvese quien pueda. Pasaban mujeres y niños, pero el resto, quién podía se metía y era casi imposible entrar allí». Aunque lo consiguió. En Rumania la RFEF les puso un coche hasta el aeropuerto. «Se portaron muy bien. Hicimos un viaje a Madrid con escala en Viena».
A salvo en España se pudo abrazar de nuevo con su familia. Su mujer y sus dos hijos habían permanecido aquí mientras él estaba en Ucrania. Y la situación le hizo recordada los chavales de la cantera del Kryvbas. En cómo estarían respirando, resistiendo y soñando con escapar del conflicto. «El club y yo pensamos cómo podemos ayudar. Tenían, y tienen, muchas solicitudes por parte de la familias a ver si pueden hace algo por sus hijos para intentar ponerlos a salvo», cuenta Jorge, que trató de buscar una solución desde España. Un regate a las balas. «Hemos traído a 22 chico de las secciones inferiores del club que están ya aquí desde hace casi dos semanas», confirma.
Están en el Levante, Valencia, Valladolid, Osasuna, Cádiz, Cultural Leonesa y siete han ido a una escuela privada de Huesca que trae chicos internacionales a España con programas especiales. «Se han incorporado a las estructuras de los equipos y están totalmente integrados», dice. Se quedarán hasta el 30 de junio o hasta que finalice el conflicto. «Esa es la idea, pero nadie sabe cuándo va a terminar esto y las condiciones en las que luego estará su ciudad, su familia...», se lamenta.
Y a esos siete clubes puede sumarse el Racing. «He hablado con Gonzalo Colsa y César Anievas y estamos en ello. Vamos a ver cómo podemos hacerlo», adelanta Jorge, que ya formó pareja con Colsa en el Racing de Marcelino. «Hay muy buena predisposición. Están dispuestos a ayudar y vamos a ver cómo lo hacemos ya que la Residencia la tienen llena, pero igual a través de familias de los chicos que juegan las categorías inferiores podemos hacerlo», comenta ilusionado. «El Racing quiere ayudar, creo que seguramente algún chico puede llegar». Incluso se ha ofrecido él mismo a traerlos a Santander. «Es lo que hay», dice. Una frase que en 'Matadero Cinco' se repite unas 106 veces como mínimo.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
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