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Los hilos de este Racing –los que se mueven desde el banquillo– los maneja desde hace una semana José Luis Oltra, un técnico atrevido que utiliza en sus planteamientos futbolísticos las cuatro características de un estratega convencido: creatividad, valentía, experiencia y sentido común ... . Con estas virtudes espera lograr el «mayor reto» de su carrera –como bien ha definido el valenciano su fichaje por el Racing–. Para él, salvar de la Segunda B a los verdiblancos con quince jornadas por delante entraña una dificultad superior a los dos ascensos a Primera que acumula en su trayectoria, con el Tenerife y con el Deportivo de La Coruña. También su historial tiene un par de borrones en forma de descensos a Segunda; el primero, con el Levante, que aunque se lo atribuyan a él no le corresponde del todo ya que cogió el equipo a cuatro jornadas del final, tras ser destituido Bernd Schuster, y nada pudo hacer por salvarle. El segundo sí fue suyo, con el Tenerife, dos temporadas después de haberlo ascendido y de ser considerado uno de los mejores técnicos de la historia del equipo chicharrero.
Creativo, valiente, con experiencia y sentido común. Oltra le hará mirar al Racing a la portería rival; querrá que la pelota se mueva y se produzcan transiciones de un lado a otro; ante la duda si es necesario ganar apostará por ello aún asumiendo algún riesgo y tratará el vestuario con aplomo, tal y como lo hizo siempre, en lo bueno y en lo mano.
Tiene la experiencia necesaria para asumir la presión que se le avecina –esa que obligó a Cristóbal a decir basta y presentarle al club su 'dimisión pactada'–. En sus dos décadas en los banquillos siempre se le ha exigido el máximo; en el Tenerife, Deportivo, Mallorca, Recreativo, Granada y Córdoba... El ascenso. Ahora bien, por primera vez en su vida le han llamado para que salve a un equipo del peor de los destinos: el descenso. El Racing para él va a ser un cursillo de postgrado en el que se enfrenta a varias novedades: debe luchar por eludir la parte baja y debe adaptarse por primera vez a un equipo en el último tramo de Liga.
407 partidos ha dirigido en Segunda División con nueve equipos diferentes.
77 partidos ha ejercido de entrenador en Primera División. Cuatro con el Levante; 38 con el Tenerife; 17 con el Dépor y 18 con el Almería.
110 partidos dirigió en Segunda B, todos ellos con el Castellón.
2 descensos a Segunda; con el Tenerife y el Levante.
El verdiblanco será el undécimo club que dirige Oltra desde el banquillo y tan solo en dos ocasiones asumió el cargo de entrenador con la temporada empezada; en el Levante, donde dirigía al filial y tras el cese de Schuster subió al primer equipo y debutó en Primera; y en el Almería, que tras la destitución de Juan Manuel Lillo el club nazarí contrató al valenciano en noviembre de 2010 y duró 18 jornadas en el cargo para ser destituido en abril de 2011. En las otras ocho escuadras, Oltra dejó su impronta desde el principio, acaparando en algunas ocasiones labores incluso de director deportivo, especialidad para la que atesora la formación y titulación necesaria, pero que según él mismo aseguró a El Diario no desea «por el momento ejercer».
Con un pasado como entrenador tan variopinto resulta casi ineludible que alterne luces y sombras y lo más característico de su trayectoria es que siempre ha sido fiel a un modo de entender el fútbol. Sus planteamientos no se limitan, asume todo lo bueno de muchos y prefiere improvisar sobre la marcha a encasillarse. De esta manera, siempre le ha quedado allá donde entrenó un pose de trabajador minucioso, valiente, de un fútbol ofensivo y de un gran manejo de la distancia corta con el futbolista. Valga un ejemplo: uno de sus deseos urgente es recuperar para la causa a jugadores como Barral, con el plus que supone su figura. Es de la teoría de que los que juegan se motivan solos y necesitan más atención aquellos que no lo hacen.
Con estas premisas comenzó dirigiendo al Castellón (2002-04) y dos años consecutivos jugó la fase de ascenso a Segunda, sin éxito. En el Levante (2004-06) subió de Segunda B a Primera y tras su repentino debut –cuatro jornadas– se le encomendó el objetivo de ascender al año siguiente tras perder la categoría y no lo consiguió. Fue destituido. Sus luces llegaron con el Ciudad de Murcia (2006-07) al que clasificó cuarto en Segunda, el mayor logro del equipo murciano en su historia. De allí fichó por el Tenerife (2007-10) donde escribió su mejor página y también una de sus peores. Tras ser undécimo con el equipo chicharrero el primer año, al siguiente lo ascendió a Primera y en su tercer curso con los insulares acabó descendiendo en la última jornada a Segunda. Su gusto por el fútbol vertical y valiente consiguió su mayor apogeo en el Heliodoro Rodríguez. Aquel triste final le supuso no comprometerse con otro equipo hasta empezada la siguiente campaña, esta vez con el Almería (2010-11) en donde no encontró la tecla para que funcionara aquel proyecto de permanencia en Primera.
De nuevo, su batuta se dejó notar al repetir el éxito de Tenerife con el Dépor (2011-12). Augusto César Lendoiro, el eterno presidente gallego, le dio el equipo blanquiazul y lo hizo regresar a la élíte. No le fue tan bien en Primera y al curso siguiente fue destituido a los tres meses de competición. El Mallorca (2013-14) le confió el proyecto de ascender a Primera, pero no le fue bien al igual que con el Recreativo (2014-15), donde el equipo mejoró su juego y sus prestaciones, pero en ambos acabó destituido.
Al Córdoba (2015-2016) le hizo soñar y lo clasificó para el play off de ascenso a Primera, pero no lo superó. El año siguiente duró nueve jornadas al frente del equipo califal. En su penúltimo tren, con el Granada (2017-18) tras ser segundo en la primera vuelta de campeonato y practicando un fútbol ilusionante, acabó sin éxito y sin poder hacer que el Granada subiera a Primera. En 2018 asumió el reto de volver al Tenerife una década después para subirle a Primera y no le fue bien. Acabó destituido en mayo, a un mes del final del curso.
Chuti Molina se lo ha traído a Santander y en sus manos está el racinguismo.
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