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Los dones del código genético parecen mágicos. Durante miles de años fueron el sustento del poder y aún hoy se mantienen o constituyen símbolos de majestad que se aderezan con voluntades de mayorías. Los mismos dioses han bendecido esa transmisión que los padres otorgan a ... sus hijos. Es el vínculo sagrado que une el pasado con el futuro y lo hace indivisible y perpetuo.
En esa singular relación de padres e hijos, pocos casos en el mundo, y espero que pronto único en España, se encuentra el de la familia Alonso de Santander, personificada en la cúspide de la calidad futbolística de tres Marcos Alonso que, a falta del debut del último de ellos tras su convocatoria reciente en el equipo de Julen Lopetegui, fueron bautizados con la internacionalidad absoluta.
Y en el medio, gozando de la pasiva satisfacción de haber tenido un padre con cinco Copas de Europa y también disfrutando del sano y activo orgullo de haber tenido un hijo que se ha ganado el título de defensa más completo de la ‘Premier League’, se encuentra Marcos Alonso Peña (Santander, 1959), jugador racinguista en los periodos 1977-79 y 1990-91, internacional en las diversas categorías de la selección española, que jugó 22 partidos en el combinado absoluto. Ser hijo del gran Marquitos y estar rodeado de tíos paternos vinculados con el fútbol es algo que marcaría el camino de Marcos.
Nació en Santander por insistencia de su padre, que aunque vivía en Madrid quiso que su esposa diera a luz en esta ciudad. Sus primeras patadas las dio en el colegio madrileño de San Agustín, justo al lado del estadio del Bernabéu, incorporándose a los infantiles del Real Madrid y a los juveniles del Castilla, filial madridista. Pero Marquitos prefirió llevar a su hijo a Santander al ver que en el club blanco su progreso tenía peligro de estancarse. Y acertó plenamente, porque en el Racing, tras formar parte de un gran equipo juvenil en compañía de jugadores como Quique Setién, Juan Carlos García o Agapito Moncaleán, llegaría a debutar en Primera División de la mano de Nando Yosu cuando aún no había cumplido 18 años.
Fue el 25 de septiembre de 1977, en Atocha, ante la Real Sociedad, con una alineación racinguista formada por Damas; Pelayo, Lolo, Arteche, Madariaga; Sergio, Barrero (Díaz), Geñupi (Marcos); Quinito, Víctor y Giménez. Extremo rápido, de pase preciso, ingenioso y elegante en su juego, durante su etapa racinguista comenzaría a ser internacional en diversas categorías, formando un trío atacante con Giménez y Quique, que se hizo famoso por la veteranía del primero y la extrema juventud de los dos santanderinos.
En 1979 fichó por el Club Atlético de Madrid, debutando en la selección española absoluta el 25 de marzo de 1981, en Wembley, cuando se ganó a Inglaterra por dos a uno con un equipo formado por Arconada; Camacho, Tendillo, Maceda, Gordillo; Joaquín, Víctor, Zamora; Juanito, Satrústegui y Marcos. En la temporada 1982-83 se incorporó al FC Barcelona, siendo compañero de futbolistas como Schuster, Quini o Diego Armando Maradona.
Con el conjunto catalán ganó la Copa del Rey en 1983, tras vencer por dos a uno al Real Madrid, anotando el gol de la victoria con un inverosímil y espectacular remate de cabeza en el último minuto. También fue campeón de Liga (1984-85), de la Supercopa de España (1983) y de la Copa de la Liga (1983 y 1986). En 1987 regresó al Atlético de Madrid, pero las lesiones le impidieron recuperar su mejor fútbol. Pasaría posteriormente al CD Logroñés, en Primera División, donde coincidiría con Quique Setién, y luego de nuevo al Racing (1990-91), colaborando al ascenso a Segunda División del conjunto cántabro y poniendo fin a su carrera como futbolista.
Marcó con el Racing 9 goles en sus 75 encuentros oficiales disputados. Marcos no se despegaría del fútbol, iniciando su carrera como entrenador. Tras ser segundo de Jorge D’Alessandro en el Atlético de Madrid, dirigió al Rayo Vallecano, Racing (1996-98), Sevilla, Atlético de Madrid, Real Zaragoza, Valladolid, Málaga y Granada 74. Gracias a ese vínculo sagrado del código genético que nos hace indivisible y perpetuo, abuelo y padre continúan jugando al fútbol en las carreras de Marcos Alonso Mendoza, aunque por el momento, sólo uno de ellos puede seguir disfrutando del orgullo y el placer contemplativo que proporciona el pasado y el futuro en el nombre del padre y del hijo de Marcos Alonso Peña. Y que siga con más generaciones. Amén.
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