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Tenía razón José Alberto cuando, tras ganar el pasado domingo al Tenerife, quiso poner en valor la situación en la que se encuentra el Racing. Sólo le bailaron los años. «Este es el mejor momento del club en los últimos diez años», dijo. «Alguno ... más», le corrigieron desde el patio de butacas de la sala de prensa. Y, sí, son doce. Esa larga travesía racinguista por el desierto que parece que, por fin, ha terminado. Desde el descenso de Primera División -que ya fue una temporada para olvidar, aunque entre los mejores-, el equipo verdiblanco no se ha visto en una situación tan ilusionante dentro del fútbol profesional. Porque los ascensos desde la tercera categoría son alegrías, o más bien consuelos para el racinguista. Luchar por volver a la élite. De aquello hace mucho tiempo.
El Racing ahora mismo es noveno clasificado. Aunque lo importante no es tanto la posición, sino la ilusión. A dos puntos del play off de ascenso y cuatro de las plazas que dan acceso directo a Primera División. A falta de doce jornadas para la conclusión del campeonato. No está nada mal. Y eso es lo que quería destacar el entrenador asturiano ante los medios. El equipo cántabro estuvo segundo tras la primera jornada y sexto al cierre de la primera vuelta, pero la cada vez mayor cercanía de la conclusión y las posibilidades abiertas le dan más importancia a la situación actual.
En estos doce años, el Racing ha estado cinco temporadas en Segunda División. El resto, en la tercera categoría, ya se llamase Segunda B o Primera RFEF. Hasta la pasada campaña, el resto en la categoría de plata fueron un desastre tras otro. Todas acabaron en descenso. Algunos más dignos que otros, como el de la 2014-15, con el equipo en plena economía de guerra. Otros, aberrantes, como el de la 2012-13, con el segundo mejor presupuesto de la categoría, o el de la 2019-20, con Chuti Molina en la dirección deportiva y una caída al pozo semanas antes del fin de la competición. En la 2022-23, por fin, y tras cambiar el rumbo con la llegada de José Alberto, el Racing cortó el maldito efecto rebote.
En la tercera categoría, todo lo que no fuese ascenso para el conjunto verdiblanco era un fracaso. Hubo tres vueltas al fútbol profesional: en la 2013-14, tras la liberación del club; en la 2018-19, con Iván Ania en el banquillo y en el estreno de la Primera RFEF, en la 2021-22, el año de Guillermo Fernández Romo. Además, se contaron dos intentos fallidos, como el de la 2015-16, tras quedar campeón de grupo y perder las dos oportunidades de ascenso en el play off a las órdenes de Pedro Munitis. O la del curso siguiente, con Ángel Viadero, en la que, en un cuarto de hora fatídico frente al Barcelona B en el partido de ida de la última eliminatoria del play off, el Racing echó a perder toda una temporada fantástica. A esos hay que añadirles dos resultados sonrojantes. El primero, el de la 2016-17, que empezó con Viadero y acabó con Carlos Pouso, y en la que el cuadro verdiblanco finalizó quinto y fuera de la fase de ascenso. Era la peor campaña de la historia del club a nivel deportivo hasta que logró superarse en la 2020-21. Con la Segunda B en plena reestructuración tras la pandemia, el equipo de Aritz Solabarrieta -que sustituyó a Javi Rozada- quedó descartado de la lucha por el ascenso y puso en peligro incluso su permanencia en la tercera categoría.
Recién caído de Primera División y con un presupuesto fuerte, se fue a Segunda B.
El club fue liberado de los 'okupas' y logró volver al fútbol profesional.
Con una economía de guerra y pese a pelear hasta el final, no pudo lograr la permanencia.
Quedó campeón de grupo, pero perdió sus dos oportunidades en el play off.
En apenas un cuarto de hora fatídico en la última ronda tiró una gran campaña.
Se quedó fuera del play off de ascenso a Segunda en una temporada sonrojante.
El equipo de Iván Ania, intratable en el campeonato, logró el ascenso en Son Malferit.
La mala gestión de Chuti Molina lastró al equipo, que descendió a las primeras de cambio.
No sólo no se metió en play off sino que estuvo a punto de caer a la cuarta categoría.
Con Guillermo Fernández Romo, el Racing estrenó la categoría con ascenso.
Tras el cambio de entrenador en diciembre, el Racing logró una permanencia holgada.
Con la permanencia ya casi atada, el equipo mira hacia los puestos de fase de ascenso.
Por todo esto, lo que está viviendo el racinguismo en la actualidad es tan importante. Porque la flecha ya señala hacia arriba. Con 46 puntos a falta de doce jornadas y 16 de renta con respecto a los puestos de descenso, ya nadie se acuerda en los Campos de Sport de la permanencia. O si no, que se lo digan a uno de los protagonistas de la foto que acompaña este artículo. Íñigo Sainz-Maza estaba en aquella peor temporada de la historia del club y ahora lidera la recuperación de la ilusión por parte del racinguismo.
Pase lo que pase en la búsqueda del play off a Primera esta campaña, el racinguismo debe estar satisfecho. Sin embargo, después de tanto tiempo de penurias, nadie tiene derecho a quitarle la ilusión a la parroquia verdiblanca. También lo dijo José Alberto tras tumbar al Tenerife en El Sardinero: «Quiero que la gente se dé cuenta del esfuerzo que estamos haciendo para seguir ahí y estar con los mejores».
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